Sucumbíos, escenario del fallo histórico de este lunes contra la empresa estadounidense Chevron, es sinónimo de petróleo en Ecuador.
Esta provincia, fronteriza con Colombia, le entregó el primer barril de crudo al país, que llegó a Quito en día de fiesta nacional a fines de los años 60. Pero para algunos, la fiesta salió muy cara.
Decenas de lagunas de crudo, las piscinas construidas alrededor de los pozos donde se depositaban los desechos de la explotación, salpican hoy en día gran parte del territorio de Sucumbíos.
En el año 1993, habitantes de la provincia presentaron en Estados Unidos una denuncia contra Texaco, la empresa que operó la extracción petrolera desde 1967 hasta 1990, pero una corte de ese país dictaminó que el caso debía ser juzgado en Ecuador.
El Frente de Defensa de la Amazonía inició entonces en 2003 una demanda en la ciudad de Nueva Loja, cantón de Lago Agrio, que nació como ciudad justamente a partir de la explotación petrolera.
Esta vez el acusado era Chevron, la empresa que había adquirido Texaco dos años antes.
Responsabilidades
Para Chevron, Texaco cumplió con lo pactado con el Estado ecuatoriano cuando en la década del 90, tras la salida de la empresa del país, se realizaron auditorías para determinar el pasivo ambiental dejado por 15 años de explotación.
"Tenemos acuerdos firmados con Ecuador donde Texaco tuvo que hacer una remediación ambiental, lo cual lo hizo en los años 90, se firmó un acta final que la liberó de toda futura responsabilidad por haber cumplido con su deber", dijo a BBC Mundo James Craig, vocero para América Latina de Chevron.
Según informó Craig, como Texaco tenía un 37,5% del paquete accionario del consorcio petrolero (el Estado poseía el otro 62,5%), a la compañía le tocó remediar unas 162 piscinas, mientras que la estatal Petroecuador no cumplió con la totalidad de las suyas, unas 260.
Para Pablo Fajardo, abogado de los demandantes, "independientemente de las acciones del consorcio, la operación estuvo 100% bajo la responsabilidad de Texaco y el daño se produce en la operación".
"CEPE (la antigua Petroecuador) adquiere el primer 25% de acciones en el año 73 y se hacen efectivas en el 74. Hasta ese momento, ya Texaco había construido más del 70% de la infraestructura petrolera", agregó Fajardo a BBC Mundo.
Craig no lo ve así: "Todas las decisiones operativas y de inversión del consorcio fueron hechas en reuniones semanales en Quito por los socios. Entonces pretender que el Estado, involucrado en todas las decisiones, no tiene ninguna responsabilidad es absurdo".
El factor humano
Dos de los puntos más álgidos de la demanda es que la contaminación ambiental, producto de la explotación petrolera, provocó graves daños en las comunidades indígenas de la región y causó un alto índice de casos de cáncer en la provincia.
Los demandantes han hablado incluso de genocidio contra las tribus de cofanes, huaoranis, secoyas, sionas y hasta de total exterminio de otros grupos como los tetetes.
"Nos acusan de genocidio, pero las poblaciones de esos grupos han crecido durante toda la época de explotación. Hablan de la desaparición de los tetes, pero estos desaparecieron prácticamente por completo a comienzos de siglo por guerras con caucheros y con otras tribus", dice el vocero de Chevron para América Latina.
"Que las comunidades indígenas estén vivas no significa que están bien", responde Fajardo y agrega: "Un pueblo indígena sin su territorio, sin sus tradiciones y cosmovisión, no existe. El rato que usted le arrebata su territorio, está acabando con ese pueblo, aunque no haya un exterminio violento".
"Hemos recibido de la compañía contaminación, enfermedades y la muerte", dijo a BBC Mundo Emergildo Criollo, líder de la comunidad cofán, y añadió:
"En caso de ganar el juicio, nosotros tenemos que tener agua potable, también queremos la limpieza de las piscinas y un hospital bien equipado con médicos especialistas para que investigue las enfermedades de cáncer de dónde sale".
El cáncer
Chevron ha rechazado tajantemente la acusación de que la explotación petrolera en la región ha causado un mayor número de casos de cáncer en la Amazonía ecuatoriana.
"Las mismas estadísticas de la INEC (Instituto Nacional de Estadística y Censo) demuestran que no hay mayor incidencia de cáncer, o de muertes por cáncer en la región petrolera de Amazonía que en el resto del país", sostiene James Craig.
Para Fajardo la cuestión es muy distinta: "Hemos hecho estudios de la zona donde estos demuestran la gravedad de los casos de cáncer. Esto es una realidad. Yo vivo en la zona 24 años. Uno se da cuenta y conoce toda la gente que poco a poco ha ido muriendo con cáncer".
Chevron dice que si ese es el caso, por qué los demandantes nunca han presentado el nombre de una sola víctima de cáncer. Los demandantes responden que no tienen la obligación de probar ningún caso de cáncer en particular, porque no están pidiendo una indemnización por cada muerto por cáncer.
Más allá de la polémica judicial, el maestro de escuela Wilmo Moreta no duda, mientras muestra a BBC Mundo las llagas en su cuerpo, quién es el responsable: "Yo al menos desde que comencé a sentir molestias veo que la explotación petrolera, lo que vertían a los ríos, esteros, fue algo malo".
La empresa estadounidense dice que si los ríos están contaminados no es por el petróleo, sin por los desechos de las cloacas que son derramados por la provincia en las mismas fuentes de agua.
Pasado y presente
Así como hay gente que critica a la compañía estadounidense en Sucumbíos, hay también pobladores que la defienden, como el periodista José Cadena, director de la publicación "El Vocero Amazónico".
"Texaco trajo a la provincia una parabólica y todo el mundo utilizaba la señal gratuita de televisión, en una época que no llegaban señales aquí", recuerda para BBC Mundo y agrega:
"Los alcaldes y los municipios se beneficiaron de Texaco, pero la mayoría lo que querían eran dinero, no cosas. No querían adoquines, no querían tv cable, la luz que ofreció Texaco gratis a todos los pueblos que atravesaba la línea eléctrica de Texaco no la quisieron".
Otros, como José Antonio Brizeño Castillo, uno de los primeros colonos que llegaron en la década del 70, critican a Texaco pero creen que Petroecuador, que continúa operando en la provincia, es incluso peor.
"No va a decir que Petroecuador está usando la última tecnología buena. No. Peor todavía, porque la tubería obsoleta que dejó Texaco revienta en todos lados. Acá donde mí hicieron un derrame y me contaminaron media hectárea de cacao, y ellos no van a limpiar".
Hoy Sucumbíos ya no es la principal provincia petrolera del Ecuador. Los oleoductos que la atraviesan, las piscinas de crudo y los empleados de Petroecuador son lo que queda de aquella fiesta que desató el primer barril en el año 67. Pero gente como José Antonio Brizeño Castillo siguen esperando que alguien limpie lo negro de la vajilla.
BBC Mundo