La nueva megacarretera que conectará Brasil con Perú a fines de este año amenaza a uno de los últimos grandes tesoros de la humanidad.
Desde la ventanilla del avión se divisa una alfombra de árboles totalmente llana que se extiende en todas direcciones, atravesada por amplios ríos arcillosos.A la distancia se alcanzan a ver algunos incendios y de repente, justo al iniciarse el descenso, surge una enorme cicatriz clara. Ésta, cuenta el pasajero del costado, es la nueva carretera Transoceánica que está transformando el corazón del Amazonas.
Está previsto que este megaproyecto -de un costo estimado por el Ministerio de Transporte de Perú inicialmente en US$892 millones- se completará a fines de este año y recorrerá 2.600 kilómetros, uniendo las zonas exportadoras de carne y soya brasileñas con China a través de los puertos peruanos de Ilo, Matarani y San Juan de Marcona.
Sólo faltan algunos puentes por construir y unos pocos trechos por pavimentar, todos ellos en el lado de Perú.
¿Quién se beneficiará?
Una gran noticia si no fuese porque, al abrir el camino a los buscadores de oro y taladores ilegales, se ha convertido en una amenaza para la remota región de Madre de Dios en la Amazonía peruana, que alberga -según algunos expertos- la mayor biodiversidad del planeta.Además, hay quienes alegan que la obra a fin de cuentas sólo beneficiará a Brasil, que podrá exportar más a Asia y porque son sus empresas, como la constructora Odebrecht, las que están ejecutando el proyecto.
Una preocupación que no comparte, sin embargo, el gobernador en funciones de Madre de Dios, Ángel Víctor Trigoso.
"La carretera nos traerá desarrollo. Hemos notado un aumento del turismo, no sólo del tradicional que viene de Cuzco, también brasileño que va a Macchu Pichu. Esperamos que lleguen 160.000 turistas porque Madre de Dios es lugar obligado de paso", le dice Trigoso a BBC Mundo.
"Todo lo que produce la zona sur del país también tendrá un excelente mercado en Brasil, como papa, cebollas, todos los productos que se dan en la sierra peruana. La carretera es nuestra gran esperanza", añade sentado en su oficina con el fondo del río Madre de Dios que atraviesa la caótica capital regional, Puerto Maldonado.
Impacto ambiental
Aún así, muchos no comparten el optimismo de Trigoso y estiman que la nueva vía acabará destruyendo el lugar."Madre de Dios es la zona con mayor biodiversidad del mundo gracias a que era inaccesible; lo único que podría ser más es Colombia pero no podemos acceder allá", le comenta a BBC Mundo Oliver Whaley, destacado botánico de Kew Gardens, de Londres.
"Durante el auge del caucho -agrega- los nativos contrajeron enfermedades y murieron, así que quedó deshabitada. La Transoceánica es como clavar un puñal en la última zona extensa de jungla que queda en el mundo".
El experto añade que, antes de existir la carretera, la única manera de movilizarse por la zona era a través de los ríos, lo que resultaba demasiado caro. Con la nueva vía, los colonos llegan con facilidad y empiezan un proceso de deforestación ambos lados de la carretera, tal como ya ha sucedido en el lado brasileño.
Las consecuencias de todo esto, según él, serán fatales. "Madre de Dios es la fuente del Amazonas, su cuenca alta, así que todo nace de allá. La manera en que las semillas se dispersan, los peces que remontan la corriente para reproducirse, son la base del ciclo nutricional. Si Madre de Dios muere, todo el resto colapsará".
Progreso
Aún así, las nuevas oportunidades que ofrece la carretera son claras. Y si no que se lo cuenten a Cirilo Méndez, un agricultor local que llegó a esta zona desde la costa para cultivar café y quien hace pocos meses inauguró un restaurante."Hace dos, tres años, estaba vendiendo mis productos como siempre, tenía un kiosquito al costado de la carretera. De repente se presenta el presidente de Conirsa (empresa constructora de la Interoceánica) y me dice: 'Don Cirilo, mañana tienes que estar aquí porque vendrá el BID (Banco Interamericano de Desarrollo)'. Al día siguiente llegaron bastantes funcionarios, pusieron el dinero y nos capacitaron para gestionar esto", cuenta Méndez orgulloso.
El agricultor dice que cada día llegan entre 30 y 50 turistas, sobre todo brasileños y peruanos, pero también franceses, españoles y otros extranjeros, algo impensable hasta hace muy pocos años.
"Acá era todo bosque cuando vine hace 25 años, venían uno o dos camiones al día y había unos huecos en invierno y los vehículos se paraban, a veces un mes sin pasar. Nuestra vida ahora ha cambiado 100% gracias a la carretera", afirma Méndez, vestido con un impecable uniforme blanco de cocina y rodeado de su familia.
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