Katie Allison Granju, que escribe un blog sobre maternidad y actualidad, temía que un artículo espinoso le acarreara una demanda. Así que compró una póliza de responsabilidad civil para proteger su casa y sus ahorros. "No se podría publicar un periódico sin un seguro de responsabilidad civil, así que uno debería tomar las mismas precauciones con los blogs, si tiene alguna cantidad de audiencia", afirma Granju, de 41 años, residente en Knoxville, Tennessee. Los pleitos civiles entablados en EE UU en relación con los contenidos de internet aumentaron un 70% en 2008 respecto a 2006, fecha de la apertura generalizada de Facebook y del nacimiento de Twitter, según el Citizen Media Law Project, afiliado a la facultad de Derecho de la Universidad de Harvard.
El coste de defenderse de una demanda de estas características puede variar entre 3.400 y 68.000 euros si el caso se lleva a juicio, señala Ron Coleman, miembro del bufete Goetz Fitzpatrick, de Nueva York. De los 256 pleitos civiles que datan de 1994 hasta el pasado abril y han sido seguidos por el Media Law Resource Center, se otorgaron indemnizaciones por daños y perjuicios en 17 casos, por una cantidad total de 29,7 millones de euros.
Los mensajes y comentarios colgados en portales sociales suelen escribirse rápida e informalmente, señala Kim Isbell, abogada del Citizen Media Law Project. También se pueden almacenar indefinidamente y sacar de contexto, de modo que los medios sociales pueden conducir a más problemas de responsabilidad civil que las publicaciones tradicionales de la prensa escrita, añade.
"Hay más personas conectadas y más herramientas disponibles para vigilar lo que se dice", apunta Robert Cox, presidente de la Media Bloggers Association, que ofrece asistencia jurídica a los blogueros. Cox fue demandado por The New York Times en 2004 por mofarse de la política de corrección de errores del periódico.
Un bloguero de 31 años, Adam Robb Rucinsky, recibió una carta en que se le conminaba a dejar de mofarse de Danyelle Freeman, el ex crítico de restaurantes de The New York Daily News. El articulista asegura que nunca compraría un seguro para su bitácora, y sigue enviando sus posts. "Tendría miedo de que poseer tal seguro sirviera solo para ponerle precio a mi cabeza", cuenta Rucinsky. "Imagino que con un seguro lo único que habría sacado con mi parodia sería una prima más alta".
Difamar en la red
La mayoría de los pleitos civiles relacionados con la red giran en torno a imputaciones de difamación o infracción de los derechos de autor. Como ejemplo, una firma inmobiliaria demandó a una inquilina de Chicago en julio por haberse quejado por Twitter de que su apartamento supuestamente estaba infestado de mantillo.
A la cantante Courtney Love la demandaron en California este año por hacer comentarios en Twitter sobre la diseñadora de modas Dawn Simorangkir, que ésta alega que son falsos y difamatorios. Love dijo en sus mensajes que Simorangkir vendió drogas, tenía antecedentes de prostitución y era mala madre, según la querella. Love ha pedido al tribunal que desestime la querella y el pleito sigue pendiente.
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