Shazam es la cuarta aplicación más descargada en la historia del App Store de Apple. Este programa identifica música sobre la marcha desde el móvil mientras suena de fondo en un bar, en la radio o en la tele. "La gente etiqueta cuatro millones de canciones cada día con Shazam. Un 10% se acaba descargando previo pago", ha explicado hoy en el foro de Ficod Will Mills, director de música y contenidos de Shazam.
Igual que esta aplicación, el servicio de distribución digital de música SounCloud o los de streaming Spotify y Pandora, han creado una pequeña revolución en la industria musical. "Spotify genera bastante dinero, el problema son los contratos tan estrictos que tiene que firmar con las discográficas", ha dicho Mills, quien explica que la industria musical está tan solo al comienzo de la revolución digital. "El 85% de la música aún se descubre en la radio", apunta.
Shazam es un ejemplo de cómo el modelo de las aplicaciones funciona para distribuir contenidos digitales, sea música, noticias o novelas. "Hemos pasado de comprar discos a querer acceder a la música todo el rato sobre la marcha. Por eso el móvil va a ser un canal fundamental de distribución. Al final se trata de acercar el artista a sus fans".
El poder de la localización
El impacto de las aplicaciones, junto con los nuevos servicios de localización, ha sido uno de los principales temas debatidos en las sesiones de la tarde en Ficod. "Hoy hay más contenido que gente, la clave es encontrar lo que realmente nos interesa. Y para ello hay dos formas: a través de lo social, mediante recomendaciones de tu entorno de contactos, y de lo local, buscando contenido cercano físicamente", ha comentado Tomasz Matuszczyk, ingeniero de Tuenti, en una sesión con emprendedores españoles.
Diego Ballesteros ha creado un negocio online de éxito basado precisamente en estos conceptos. "Vinculando ambos mundos, las recomendaciones y lo local, hemos desarrollado un servicio que procesa 75.000 pedidos diarios", explica Ballesteros, fundador de Sindelantal.com, que permite pedir comida a domicilio desde su web o desde el móvil a precios competitivos. "Lo social es algo que ya se da por hecho. El siguiente paso es aprovechar la oportunidad del móvil. Un 8% de nuestros pedidos ya se genera desde smartphones. En dos años será la mayoría", explica.
Nokia ha expuesto también su visión de la localización conjuntamente con la agencia de diseño Fjord, que trabaja con la finlandesa en crear nuevas aplicaciones y servicios para móviles. "Estamos entrando en una nueva ola de innovación que consiste en añadir la localización al mundo real que nos rodea. Por ejemplo, para saber a qué hora llega el próximo tren o para saber cuál es el hotel más barato cerca de mi ubicación", explica Thom Brenner, vicepresidente de aplicaciones de Nokia.
La TV social
La confluencia entre un medio tradicional como la televisión y las redes sociales e Internet ha tenido su hueco en otra sesión. Saverio Mondelli, fundador de Fav.tv, un servicio lanzado en San Francisco que permite comentar y descubrir series y programas interactuando con otras personas, ha apuntado una realidad: mucha gente ya no concibe ver la tele sin comentar al mismo tiempo en Twitter. "En EE.UU. vemos entre cuatro y cinco horas de televisión al día y ya no hay ningún programa que no incluya un hashtag para debatir en tiempo real en Twitter".
Otros proyectos, como ReedBeeMedia o Play TV, van por el mismo camino. Incluso redes sociales establecidas como Tuenti quieren evitar que la gente salga de sus web para comentar series y programas. "Se ven más de siete millones de videos al día en Tuenti. Por eso hemos cerrado acuerdos con La Sexta, TVE o El Terrat para ofrecer sus contenidos en nuestra red", explica Diana Morales, de Tuenti.
Siguiendo con su discurso sobre los retos que tienen las empresas periodísticas en su propósito de explorar nuevas vías de ingresos, Robert G. Picard vuelve a llamar la atención en su blog sobre la necesidad de que los editores busquen nuevas fórmulas para fijar precios que se ajusten a los contenidos que ofertan en sus portales, ya que «no se pueden trasladar los modelos utilizados en las ediciones impresas» a la Red.
Los editores han venido estableciendo el precio de los periódicos a partir de los costes de producción y distribución, pero no del valor que tiene el producto creado, quedando fuera otros factores como, por ejemplo, el prestigio, el servicio, la experiencia y la conveniencia. En el mercado digital, por el contrario, se deben tener en cuenta otros conceptos y, en este sentido, es importante que se ofrezcan diferentes opciones de precios que vayan asociados al uso y al tipo de experiencia que se le puede dar al usuario, entre otros.
Picard considera que los medios digitales necesitan repensar sus estrategias por ser «productos conjuntos y complementarios de las ediciones impresas». Esto se presta a múltiples opciones como la venta de paquetes temáticos o la fijación de precios por acceso a determinados contenidos u otras fórmulas que no son las típicas que se vienen utilizando en la industria periodística convencional.
Más allá de la publicidad y la circulación
Bien es cierto que establecer un precio es particularmente complejo en el entorno digital porque el número de opciones crece de forma exponencial. En los productos impresos el precio se fija a partir de la publicidad y de la circulación de ejemplares, pero en internet esto se complica con numerosos elementos como el contenido móvil o las interacciones que se producen en los medios sociales.
Y es que, como apunta este experto en medios y economía, aunque el uso de los medios digitales está creciendo, lo cierto es que las empresas periodísticas necesitan ser pragmáticas en sus inversiones y operaciones, así como en sus esperanzas por nuevos ingresos. El consumo de medios digitales representa el 10% todo el consumo de medios y la publicidad online se sitúa en torno al 13% del total. Son cifras significativas y los editores necesitan buscar y aprovechar las oportunidades que les brindan sus espacios digitales sin esperar que éstos sustituyan inmediatamente las contribuciones asociadas al modelo más tradicional.