Mi nombre es Juan Pelotas, y tengo una enfermedad mortal: miedo a ser secuestrado y ejecutado por electrocución anal, y sentimiento de culpabilidad por no reenviar 50 millones de putos mensajes en cadena de personas que se creen que si los reenvias, esa pobre nenita de 6 años de Arkansas con una teta en la nuca va a poder reunir suficiente dinero para operarse antes de que los padres la vendan al circo ruso ambulante.
¿Realmente creen que si le das a reenviar a un email, se te van a cumplir todos tus deseos y vas a tener una buena vida sexual y amorosa? Vaya montón de mierda...
Aunque hay que ir con cuidado, quizás los enanitos de la «carta en cadena maldita» entrarán en mi habitación y me sodomizarán mientras duermo por no continuar aquella carta que empezó Jesucristo en el siglo IV A.C, y que me fue enviada por obra y gracia de los peregrinos del Camino de Santiago, y si llega al año 2000, entraré en el libro Guiness de Récords por ser la persona más ingenua del mundo.
Como no confío en la inteligencia de los reenviadores de emails en cadena, les aconsejo que no se crean todas esas tonterías y lean los tipos de cartas en cadena que estoy harto de recibir:
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