Hasta hora, la mayoría de estudios no ha encontrado relación entre la utilización de celulares y el cáncer. Sin embargo, algunos trabajos apuntan a que el uso continuado sí puede aumentar la incidencia de ciertos tumores. La ausencia de estudios con un número representativo de participantes y durante un periodo de diez o más años había impedido hasta ahora sacar conclusiones definitivas.
El estudio realizado en Dinamarca parece una respuesta directa a esa ausencia de trabajos. Ha incluido a 358.403 personas con teléfono móvil entre las que la incidencia del cáncer se comparó con la del resto de la población del país escandinavo durante 18 años. "El largo periodo de seguimiento nos ha permitido estudiar a personas que han usado el móvil durante diez años o más, y ese uso prolongado no estaba asociado con mayor riesgo de cáncer", dicen las conclusiones del trabajo.
A pesar de los resultados, que aportan un seguimiento sin precedentes en este campo, los autores advierten de que serán necesarios más trabajos para descartar casos que hayan pasado por alto. "Un incremento pequeño o moderado en subgrupos con un elevado uso [del móvil] o en periodos de uso mayores a 10 o 15 años no puede ser descartado", advierten.
"Hay aún preguntas abiertas que nuestro trabajo no puede responder, como las consecuencias de un uso muy prolongado en el tiempo o los efectos de los móviles en niños", explica a este diario Patrizia Frei, investigadora del Instituto de Salud Pública, en Basilea, Suiza, y coautora del estudio danés. Frei opina que, por el momento, su trabajo no debe cambiar la decisión tomada por la OMS en mayo y que ella misma defiende como "buena". "Debemos esperar", añade.
En mayo de este año, 31 expertos de 14 países convocados por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), dependiente de la OMS, se reunieron en Lyon, Francia, para revisar durante siete días todos los estudios publicados sobre el uso de móviles y la incidencia de distintos tumores. Su conclusión, fue que, aunque la evidencia era "limitada", se incluía los campos electromagnéticos por radiofrecuencias generados por los móviles en el grupo de elementos "posiblemente cancerígenos para humanos" debido a que podrían aumentar la incidencia de gliomas (tumores malignos en el cerebro), y de neurinoma del acústico (tumor benigno del oído).
La decisión fue anunciada en rueda de prensa y sin que las conclusiones de la revisión estuviesen publicadas en una revista científica. Ese día, el director del IARC, Christopher Wild, afirmaba que, "por lógica", había menos exposición a las ondas electromagnéticas "si se usaba el manos libres y las funciones de texto" en lugar de hablar con el dispositivo pegado a la oreja. La decisión del organismo y la forma de comunicarlo provocó cautela e indignación en muchos expertos.
"El trabajo danés contradice los comentarios tan alarmistas que se hicieron en aquel momento", opina Emilio Alba, Sociedad Española de Oncología Médica. Alba cree que el nuevo trabajo es "un estudio epidemiológico bastante fiable" que evidencia que "o no hay asociación [entre cáncer y uso de móviles] o esta es indetectable".
Un resumen del estudio completo del IARC se publicó el 22 de junio en Lancet Oncology. Uno de los estudios que resaltaba era el Interphone, hasta ahora el más grande que se había realizado sobre móviles y cáncer. Comparó el uso de estos teléfonos en unos 4.000 pacientes con gliomas o meningiomas con el de grupos sanos. En general no se encontró relación entre las dolencias y el uso de aparatos móviles, pero sí se detectó una incidencia superior en las personas con uso del móvil más prolongado.
El estudio danés no le da la razón a Interphone. Según sus datos, recabados entre 1990 y 2007, el uso de teléfonos móviles durante más de diez años no aumentó ni un ápice el riesgo separado de sufrir un glioma o un meningioma.
No concluyente
"El trabajo no ha encontrado ninguna asociación, pero tampoco establece un margen seguro, es decir, en el que hay ausencia de riesgo", explica por correo electrónico Jonathan Samet, profesor de la Universidad del Sur de California y presidente del comité de expertos responsable del estudio de IARC. Samet apunta que su grupo tuvo en cuenta informes previos del estudio epidemiológico danés, que comenzó a recoger datos en 1982, y aprecia la nueva actualización. "Es una adición muy útil a la literatura científica", asegura, pero apunta que el caso no está cerrado. "A medida que obtengamos más datos de este y otros estudios tendremos más pruebas para determinar si las radiofrecuencias [de los móviles] causan cáncer", apunta.En un editorial publicado junto al estudio, Anders Ahlbom, investigador del Instituto Karolinska, en Suecia, reconoce "ventajas" sobre trabajos anteriores. La forma en la que se han recabado los datos, sin entrevistas y usando registros de las compañías telefónicas y las autoridades sanitarias, reduce posibles sesgos en los resultados, destaca Ahlbom, que renunció a su puesto en el comité del IARC antes de que se reuniera en mayo. Una debilidad es que "tener un contrato de teléfono no equivale a usar el aparato y, del mismo modo, puede haber usuarios que no tienen contrato", apunta.
Frei apoya la decisión del IARC sobre el uso de móviles. "No dicen que haya una relación causal y además hay algunas evidencias de cáncer que aún no podemos explicar", señala. La investigadora apunta que el estudio Cosmos, que analizará cáncer y uso de móviles en 250.000 personas de Reino Unido, Suecia, Dinamarca, Finlandia y Holanda , podría aportar datos concluyentes. Sus primeros resultados se publicarán en cuatro años.