El día en que se anunció el acuerdo histórico sobre el clima en París, Pekín se asfixiaba de nuevo bajo una espesa nube de contaminación. Pero en el futuro, China podrá ordenar el cierre de fábricas de forma preventiva, gracias a un sistema de última tecnología.
En
la Oficina de Medioambiente de Pekín, un equipo de ingenieros vigila
con atención unas supercomputadoras que calculan la contaminación en
esta gran metrópolis.Estas máquinas agrupan todo tipo de información, desde los detectores infrarrojos de las fábricas hasta los mensajes publicados en las redes sociales, para elaborar previsiones de contaminación para tres días y tendencias para diez días.
Este programa informático, desarrollado por el gigante estadounidense IBM, es una de las numerosas armas de última tecnología desplegadas por China para combatir la contaminación crónica, junto a drones, satélites y otros captadores de información.
Su objetivo: identificar, con extrema precisión, el origen de la nube tóxica para evitar de forma preventiva cualquier emisión futura.
Daños colaterales
Las autoridades de Pekín emitieron por primera vez hace una semana una alerta roja por contaminación en previsión de una espesa niebla que se abatió sobre la ciudad.En vísperas de los Juegos Olímpicos de 2008, Pekín había decidido cerrar sus fábricas, detener todas las obras de construcción y retirar de la circulación la mitad de los vehículos privados. Una estrategia que obtuvo resultados, pero cuyo costo fue estimado en varios cientos de millones de dólares.
Se aplicó la misma estrategia para la cumbre Asia-Pacífico (2014), el campeonato del mundo de atletismo (agosto 2015) y el desfile militar por el aniversario de la Segunda Guerra Mundial (septiembre 2015), lo que infligió daños colaterales a una economía ya frágil.
Pero, la inacción frente a estos episodios recurrentes podría reforzar el descontento popular, lo que preocupa a las autoridades.
"Es un problema complicado. Esto tiene un impacto sobre la sociedad, la industria, la economía, la salud", enumera Hervé Robin, responsable de tecnología de Airvisual.com, que propone en China herramientas para vigilar la contaminación.
Una niebla asfixiante cubrió a Pekín dos veces en dos semanas, un escenario que podría repetirse de aquí a finales de diciembre, según la oficina meteorológica china.
Pero "si cada vez que hay contaminación cierran todo, tendrán que hacerlo todas las semanas", advierte Robin.
75% de precisión
En julio, Pekín pidió la creación de una red nacional de detección de contaminación, lo que necesitó la movilización de varias herramientas tecnológicas en tierra, aire y espacio.Hasta ahora, el programa desarrollado usando supercomputadoras consigue un 75% de precisión de sus previsiones a 10 días, según sus diseñadores.
Pero para los Juegos Olímpicos de Pekín 2022, esperan que esta tecnología sea "capaz de focalizar actividades específicas en momentos concretos", lo que implicaría "un impacto mucho menor en la actividad económica y la vida cotidiana", explica Zhang Meng, un científico de IBM.
Sin embargo, aún con esta presencia digital es necesaria también una presencia en el terreno.
Durante la última alerta roja en Pekín, se desplegó a doce equipos de inspectores para examinar cientos de empresas contaminantes de la capital y las regiones vecinas.
En las redes sociales, la municipalidad promocionaba sus iniciativas en materia de aplicación de la ley, incluyendo multas para las empresas que no activan sus sistemas de reducción de la contaminación.
Algunos instalan los equipos necesarios pero no los utilizan "porque les cuesta mucho dinero" y reduce su productividad, explica Hervé Robin.
Pekín cuenta actualmente con menos de 40 puntos de detección. Pero para tener una resolución suficiente para identificar a los contaminantes en "una ciudad grande como Delhi o Pekín, se necesitaría varios cientos", añade.
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