Los acontecimientos que se vivieron en Palomares semanas después del accidente parecen sacados de un guión de una película de Luis García Berlanga. Tres de las bombas H del B-52 estadounidense cayeron en tierra y se localizaron en seguida. Pero la que se hundió en el Mediterráneo estuvo perdida dos meses. Y EEUU envió a la banda de música de sus Fuerzas Aéreas, con base en Torrejón de Ardoz (Madrid), a buscar el artefacto, pero tierra adentro. Frank Thompson, que tocaba el trombón, era uno de aquellos soldados que patearon la sierra en el invierno almeriense en busca de una bomba que estaba en el fondo del Mediterráneo, como todo el mundo sabía.
"Yo estaba en el grupo cuya misión era, estrictamente, caminar por el terreno, buscando, o por lo menos haciendo como que buscábamos, la bomba perdida", explica el músico a Público. El proyectil, evidentemente, no apareció, pero Thompson encontró un fragmento de cinturón de seguridad con piel humana churruscada. En la colisión del bombardero B-52 y el avión cisterna que pretendía llenar de combustible su depósito murieron siete tripulantes.
Militares entre ovejas
En plena Guerra Fría, EEUU montó un show. "Creo que buena parte de lo que hacíamos era una treta de relaciones públicas para mostrar al mundo lo mucho que se preocupaba EEUU y la diligencia con la que estaba buscando la bomba", recuerda el trombonista. Pero hay otra parte. Con la crisis todavía reciente de los misiles nucleares soviéticos apuntando a EEUU desde Cuba, los mandos del Ejército aseguraron a la tropa que había barcos de la URSS patrullando la costa almeriense. "Posiblemente nos enviaron a buscar la bomba en tierra en un intento de que los soviéticos no supieran que había caído al mar, donde podrían haberla encontrado antes que nuestra Armada", interpreta Thompson, hoy retirado, y feliz con sus tres nietas y su perra en su casa de Overland Park (Kansas).El músico, amante de Shostakovich y Prokofiev, rememora las jornadas más surrealistas de aquella búsqueda absurda. "La mayor parte del tiempo no nos esforzábamos mucho, pero cuando nos decían que había periodistas en la zona liábamos un show de organización y eficacia militar".
Los pastores de la pedanía no salían de su asombro, viendo a aquella tropa desfilar entre sus ovejas. "No podían entender por qué pisoteábamos sus tierras en busca de una bomba que había caído en el mar. Y yo tampoco", confiesa el militar retirado.
La bomba de hidrógeno apareció el 15 de marzo de 1966, a una decena de kilómetros de la costa. El despliegue de la marina de EEUU fue un poco innecesario. El artefacto estaba justo donde había dicho el pescador Francisco Simó, conocido desde entonces como Paco, el de la bomba. La banda de las Fuerzas Aéreas dejó el paripé y volvió a Torrejón de Ardoz. Pero en seguida regresaron a Palomares. "Nos enviaron para hacer un tour de relaciones públicas por los pueblos de la zona, dando conciertos y pasacalles. ¡Pasaron meses antes de que mis labios cicatrizaran de tanto tocar el trombón en tan poco tiempo!", bromea Thompson.
El músico vivió en la España de Franco entre 1965 y 1968. Tocó en cientos de pueblos con la banda militar y se enamoró "de España y su puebla simpática", como intenta explicar en un esforzado castellano. Thompson está "feliz" de poder contar su historia y contesta a las preguntas con buen humor: "Espero que no esté violando ningún secreto militar".
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