Es el segundo mercado del mundo, con un potencial de crecimiento en telecomunicaciones que algunos calculan incluso mayor que el de China. Las penetraciones de los servicios todavía son bajas, así que el margen de mejora es abrumador, sobre todo comparado con los maduros mercados europeos. ¿Oportunidades de entrada?: todas las que se quiera. La estrategia del Gobierno es fomentar al máximo la competencia y eso ha disparado el número de licencias de móvil y de compañías con deseos de tener alguien fuerte en su accionariado.
Parece una imagen del paraíso para una empresa de telecomunicaciones. Y no está tan lejos, menos de 7.300 kilómetros separan Madrid de la capital del país.
Los ejecutivos de Telefónica han hecho ese viaje algunas veces. El destino es la India, un mercado que no dejan de vigilar. Durante los últimos años, el departamento de fusiones y adquisiciones de la operadora ha mirado las oportunidades de entrada en esta nación. En todos los casos, se ha vuelto sin nada en el bolsillo. "Por supuesto que se mira la India", aseguran fuentes cercanas a la operadora, "como también otros países y eso no quiere decir que se esté más cerca de invertir en ellos. Hay que mirarlo, es el segundo mercado del mundo. Nada más".
Lo cierto es que entre los pocos países importantes donde no está Telefónica hay algunos que despiertan más atracción que otros. La India gusta, pero da miedo. En el mundo de los inversores, la operadora tiene cierta fama de alegre en el mercado de adquisiciones y, de hecho, ha sacado adelante algunas compras con la Bolsa casi unánimemente en contra. Pese a esta apreciación, la actitud de Telefónica con sus objetivos es cautelosa; si no hay seguridad, no se entra, y en la India ésta es la respuesta con la que se ha encontrado cada intento.
Uno de los puntos en contra del desembarco indio es la falta de un socio claro. César Alierta, presidente de Telefónica, considera imprescindible contar con un aliado local a la hora de enfrentarse a un nuevo mercado. Si se parte de cero, sin conocimientos y sin socios locales, las posibilidades de estrellarse son muchas. De ahí que en China la estrategia fuera muy distinta al salto al vacío. Telefónica habló con muchos y pactó con China Netcom, la más pequeña de las operadoras del país, con negocio exclusivo de telefonía fija. Primero compró una participación pequeña, luego fue subiendo y ahora es la dueña del 8,37% de un gigante llamado Unicom con casi 160 millones de abonados de telefonía móvil que sumar a los 150 millones de telefonía fija y banda ancha.
La segunda materia de recelo en la India es la situación competitiva. Por supuesto, la hipotética entrada se produciría en telefonía móvil, que es el mercado que está en explosión y que no requiere tender una red fija por todo el país. Los números parecen alentar la incursión. A cierre de julio había 652,42 millones de usuarios de telefonía móvil en un país de 1.166 millones de habitantes. La penetración celular es del 55,95% sobre la población, con mucho margen para el crecimiento, como lo demuestran unas altas mensuales de entre 16 y 20 millones de consumidores cada mes. A ello se une el bajo uso de los datos en movilidad e, incluso, de los mensajes de texto. Los usuarios indios consumen voz por encima de todo, así que la explosión de la banda ancha móvil queda todavía por delante.
Pero las buenas noticias se quedan ahí. El Gobierno indio ha alentado la competencia con la concesión de numerosas licencias de móvil, lo que ha disparado a 15 el número de operadores que pelean por cada cliente. La guerra de precios es total y el ingreso medio por usuario se ha derrumbado.
Con este escenario, entrar en la India no es difícil, lo complicado es sobrevivir. Y Telefónica tiene cerca dos ejemplos.
El mejor es Vodafone. Sobre el papel, es una de las compañías más exitosas del mercado indio. Entró en 2007 con la compra de una participación mayoritaria en un operador. Después de tres años en el mercado ganando un punto porcentual de cuota cada ejercicio, lucha entre la segunda y la tercera posición, con un fuerte crecimiento en los ingresos por servicio. En su último año fiscal, cerrado el pasado mes de marzo, Vodafone India elevó un 14,7% sus ingresos por servicios y sumó 32 millones de clientes.
A partir de la línea de facturación empiezan a verse las complicaciones del mercado. La guerra de precios ha reducido la rentabilidad, así que el margen de Ebitda se recortó, lo que profundizó las pérdidas operativas de la filial.
Pero hay más. Vodafone reconoce que la concesión de seis nuevas licencias de móvil nacionales en 2008 cambió sus expectativas y penalizó sus cuentas. No le ha quedado más remedio que asumirlo en sus resultados, donde se ha anotado 2.760 millones de pérdidas por el saneamiento que ha tenido que hacer para reflejar la merma de valor de sus activos en el país.
A esta cifra acaba de unirse una sentencia en su contra que da luz verde a las autoridades fiscales indias para perseguir el pago de impuestos por más de 2.000 millones de dólares -unos 1.570 millones de euros-. El Fisco considera que Vodafone no pagó los tributos que hubiera debido por la compra a Hutchison de su capital en la operadora de móvil de la que ahora es dueña la británica. Más allá de lo que pueda acabar costándole este caso, los inversores lo han interpretado como una señal de la escasa tolerancia india al uso de paraísos fiscales en adquisiciones -Vodafone usó empresas de Holanda, Hong Kong y las Islas Caimán-, lo que condiciona las operaciones internacionales.
Telenor
El segundo ejemplo que Telefónica tiene al alcance de su mano es Telenor. La operadora noruega entró en la India cuando la fuerte competencia ya era un hecho. No hace ni nueve meses que comenzó su andadura y los inversores ya han empezado a reclamar que se salga, según las peticiones de varias gestoras de fondos recogidas por Bloomberg. Y eso que Telenor no es una empresa ajena a la competencia en países asiáticos. Está en varios y los resultados son buenos. No así en la India, donde acumula 440 millones de euros en pérdidas en tres trimestres.
Telefónica, mientras, sigue mirando. Pero hay veces que los mejores amores se dan en la distancia.
Parece una imagen del paraíso para una empresa de telecomunicaciones. Y no está tan lejos, menos de 7.300 kilómetros separan Madrid de la capital del país.
Los ejecutivos de Telefónica han hecho ese viaje algunas veces. El destino es la India, un mercado que no dejan de vigilar. Durante los últimos años, el departamento de fusiones y adquisiciones de la operadora ha mirado las oportunidades de entrada en esta nación. En todos los casos, se ha vuelto sin nada en el bolsillo. "Por supuesto que se mira la India", aseguran fuentes cercanas a la operadora, "como también otros países y eso no quiere decir que se esté más cerca de invertir en ellos. Hay que mirarlo, es el segundo mercado del mundo. Nada más".
Lo cierto es que entre los pocos países importantes donde no está Telefónica hay algunos que despiertan más atracción que otros. La India gusta, pero da miedo. En el mundo de los inversores, la operadora tiene cierta fama de alegre en el mercado de adquisiciones y, de hecho, ha sacado adelante algunas compras con la Bolsa casi unánimemente en contra. Pese a esta apreciación, la actitud de Telefónica con sus objetivos es cautelosa; si no hay seguridad, no se entra, y en la India ésta es la respuesta con la que se ha encontrado cada intento.
Uno de los puntos en contra del desembarco indio es la falta de un socio claro. César Alierta, presidente de Telefónica, considera imprescindible contar con un aliado local a la hora de enfrentarse a un nuevo mercado. Si se parte de cero, sin conocimientos y sin socios locales, las posibilidades de estrellarse son muchas. De ahí que en China la estrategia fuera muy distinta al salto al vacío. Telefónica habló con muchos y pactó con China Netcom, la más pequeña de las operadoras del país, con negocio exclusivo de telefonía fija. Primero compró una participación pequeña, luego fue subiendo y ahora es la dueña del 8,37% de un gigante llamado Unicom con casi 160 millones de abonados de telefonía móvil que sumar a los 150 millones de telefonía fija y banda ancha.
La segunda materia de recelo en la India es la situación competitiva. Por supuesto, la hipotética entrada se produciría en telefonía móvil, que es el mercado que está en explosión y que no requiere tender una red fija por todo el país. Los números parecen alentar la incursión. A cierre de julio había 652,42 millones de usuarios de telefonía móvil en un país de 1.166 millones de habitantes. La penetración celular es del 55,95% sobre la población, con mucho margen para el crecimiento, como lo demuestran unas altas mensuales de entre 16 y 20 millones de consumidores cada mes. A ello se une el bajo uso de los datos en movilidad e, incluso, de los mensajes de texto. Los usuarios indios consumen voz por encima de todo, así que la explosión de la banda ancha móvil queda todavía por delante.
Pero las buenas noticias se quedan ahí. El Gobierno indio ha alentado la competencia con la concesión de numerosas licencias de móvil, lo que ha disparado a 15 el número de operadores que pelean por cada cliente. La guerra de precios es total y el ingreso medio por usuario se ha derrumbado.
Con este escenario, entrar en la India no es difícil, lo complicado es sobrevivir. Y Telefónica tiene cerca dos ejemplos.
El mejor es Vodafone. Sobre el papel, es una de las compañías más exitosas del mercado indio. Entró en 2007 con la compra de una participación mayoritaria en un operador. Después de tres años en el mercado ganando un punto porcentual de cuota cada ejercicio, lucha entre la segunda y la tercera posición, con un fuerte crecimiento en los ingresos por servicio. En su último año fiscal, cerrado el pasado mes de marzo, Vodafone India elevó un 14,7% sus ingresos por servicios y sumó 32 millones de clientes.
A partir de la línea de facturación empiezan a verse las complicaciones del mercado. La guerra de precios ha reducido la rentabilidad, así que el margen de Ebitda se recortó, lo que profundizó las pérdidas operativas de la filial.
Pero hay más. Vodafone reconoce que la concesión de seis nuevas licencias de móvil nacionales en 2008 cambió sus expectativas y penalizó sus cuentas. No le ha quedado más remedio que asumirlo en sus resultados, donde se ha anotado 2.760 millones de pérdidas por el saneamiento que ha tenido que hacer para reflejar la merma de valor de sus activos en el país.
A esta cifra acaba de unirse una sentencia en su contra que da luz verde a las autoridades fiscales indias para perseguir el pago de impuestos por más de 2.000 millones de dólares -unos 1.570 millones de euros-. El Fisco considera que Vodafone no pagó los tributos que hubiera debido por la compra a Hutchison de su capital en la operadora de móvil de la que ahora es dueña la británica. Más allá de lo que pueda acabar costándole este caso, los inversores lo han interpretado como una señal de la escasa tolerancia india al uso de paraísos fiscales en adquisiciones -Vodafone usó empresas de Holanda, Hong Kong y las Islas Caimán-, lo que condiciona las operaciones internacionales.
Telenor
El segundo ejemplo que Telefónica tiene al alcance de su mano es Telenor. La operadora noruega entró en la India cuando la fuerte competencia ya era un hecho. No hace ni nueve meses que comenzó su andadura y los inversores ya han empezado a reclamar que se salga, según las peticiones de varias gestoras de fondos recogidas por Bloomberg. Y eso que Telenor no es una empresa ajena a la competencia en países asiáticos. Está en varios y los resultados son buenos. No así en la India, donde acumula 440 millones de euros en pérdidas en tres trimestres.
Telefónica, mientras, sigue mirando. Pero hay veces que los mejores amores se dan en la distancia.
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