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2010/09/20

Los astronautas se dejan las uñas

Publico

Si uno se guía por las películas de Hollywood, los guantes de los astronautas no parecen sino una versión más sofisticada de los de jardinero. Pero la realidad es muy distinta: las prendas que recubren las manos de los viajeros espaciales son más parecidas a la cabina de un avión que a cualquier otro guante. Como el resto del traje, están presurizados. Deben mantener una presión de aire similar a la atmosférica para que el cuerpo no estalle, y deben hacerlo con un material que sea suficientemente flexible para permitir el movimiento de los dedos.
Se trata de voluminosas fundas cuya capa exterior de goma tiene el grosor suficiente para evitar que el frío del espacio o pequeños meteoritos se cuelen en el traje mientras los astronautas reparan la Estación Espacial Internacional. "Cuando el guante se presuriza, el tejido flexible y suave se endurece como una rueda de bicicleta", explica a National Geographic la investigadora del Instituto Tecnológico de Massachusetts Dava Newman. En esa situación, apretar una tuerca se convierte en una hazaña.
Todo ello se cobra un precio en la salud de los astronautas: sus uñas. Un estudio dirigido por Newman y publicado en octubre en Aviation, Space, and Environment Medicine ha analizado las lesiones más frecuentes entre los astronautas que pasan de seis a ocho horas trabajando en el espacio durante las caminatas en órbita. Según datos de 2002 a 2004, el 47% de las más de 350 lesiones registradas entre los astronautas fueron heridas en las manos. Más de la mitad eran daños en las uñas.

Peor con manos grandes

De hecho, muchos astronautas pierden uñas completas después de o incluso durante los paseos espaciales. Este último caso es especialmente peligroso, según Newman, ya que las uñas pueden desplazarse por el interior del traje y acabar en lugares donde afecten a su funcionamiento. La ingeniera explica que aún se desconocen las causas precisas que provocan este daño. La presión de las uñas contra las puntas del grueso guante puede ser responsable, pero el estudio de Newman también apunta que las lesiones son mucho más comunes en los astronautas con manos más anchas. Una hipótesis es que cuanto más grande es la mano, más se corta la circulación hacia las puntas de los dedos, lo que, durante horas, puede hacer que las uñas se caigan.
En cuanto a las soluciones, por ahora sólo hay remedios caseros, como cortarse mucho las uñas o ser aún más drástico. "He oído que al menos dos astronautas se arrancaron las uñas antes de realizar una actividad extravehicular", asegura Newman.
La imperfecta tecnología de los guantes presurizados no es una sorpresa para la NASA. Este problema aún sin solucionar motiva el Astronaut Glove Challenge, un concurso anual para elegir nuevas ideas entre proyectos presentados por empresas especializadas.
Para Newman, la solución pasará por un cambio de concepto que implique cambiar los actuales trajes presurizados por aire por otros pegados al cuerpo, o bien usar guantes robóticos que ayuden a los astronautas a usar las manos sin tener que dejarse las uñas en el intento.

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