Un equipo internacional de geólogos ha encontrado una forma de calcular dónde puede ocurrir una erupción volcánica. La clave de su trabajo ha sido relacionar distintas erupciones.
Los científicos, pertenecientes a las universidades de Leeds Purdue, Indiana y Addis Abeba, investigaron la actividad volcánica en la depresión de Afar, al norte de Etiopía, durante los años 2005 y 2009.
Al estudiar una secuencia de 13 fenómenos magmáticos en los que la piedra fundida circulaba por una fisura entre las placas tectónicas africana y asiática, comprobaron que la localización de las intrusiones de magma no eran al azar. De hecho, a cada evento le sucedía un cambio concreto en la tensión de la corteza terrestre. Su trabajo, publicado por Nature Geoscience, ayudará a los científicos a calcular no cuándo se va a producir una erupción pero sí dónde.
Uno de los investigadores, Ian Hamling, explica: "Se sabía que tras un gran terremoto podían venir otros seismos pero, hasta ahora, nuestro conocimiento de los eventos volcánicos estaba basado en casos aislados".
El equipo analizó la erupción de septiembre de 2005 en el desierto de Afar. El magma atravesó entre dos y nueve kilómetros de estratos provocando una alteración de la tensión terrestre. Después se sucedieron otras 12 menores intrusiones en cuatro años. Midiendo los niveles de tensión en cada zona de intrusión magmática, vieron que las erupciones a la superficie se producían en las zonas de mayor presión.
Los científicos, pertenecientes a las universidades de Leeds Purdue, Indiana y Addis Abeba, investigaron la actividad volcánica en la depresión de Afar, al norte de Etiopía, durante los años 2005 y 2009.
Al estudiar una secuencia de 13 fenómenos magmáticos en los que la piedra fundida circulaba por una fisura entre las placas tectónicas africana y asiática, comprobaron que la localización de las intrusiones de magma no eran al azar. De hecho, a cada evento le sucedía un cambio concreto en la tensión de la corteza terrestre. Su trabajo, publicado por Nature Geoscience, ayudará a los científicos a calcular no cuándo se va a producir una erupción pero sí dónde.
Uno de los investigadores, Ian Hamling, explica: "Se sabía que tras un gran terremoto podían venir otros seismos pero, hasta ahora, nuestro conocimiento de los eventos volcánicos estaba basado en casos aislados".
El equipo analizó la erupción de septiembre de 2005 en el desierto de Afar. El magma atravesó entre dos y nueve kilómetros de estratos provocando una alteración de la tensión terrestre. Después se sucedieron otras 12 menores intrusiones en cuatro años. Midiendo los niveles de tensión en cada zona de intrusión magmática, vieron que las erupciones a la superficie se producían en las zonas de mayor presión.
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