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2010/09/20

Developers, developers, developers

El Mundo

Puede que su primo se haya hecho “community manager” y presuma ahora de trabajo cada vez que quedan a tomar unas cañas pero no se engañe, si hay un mercado interesante en estos momentos, una profesión con una increíble demanda, es la de desarrollador de aplicaciones para dispositivos móviles.
La velocidad a la que se crean nuevas plataformas y el éxito de la App Store de Apple los ha colocado en una envidiable posición dentro de la industria. Si tienes un sistema operativo para teléfonos móviles necesitas aplicaciones y para tener aplicaciones tienes que convencer a estos desarrolladores de que el tiempo empleado en desarrollar para ti es más rentable que el empleado en hacerlo para la competencia.
Básicamente, las empresas se los rifan y ahora están tratando de seducirlos a golpe de talonario. Sabemos los casos de éxito. Los desarrolladores que crearon un juego para le teléfono y de la noche a la mañana se han convertido en millonarios. No es lo que sucede con la gran mayoría (muchos trabajan duro para crear un juego o una aplicación que muchas veces apenas da para vivir o tienen que luchar con la piratería, los bajos precios o los clones y copias que pronto inundan el mercado) pero incluso éstos tienen las mejores cartas de la mesa.
Para que se hagan una idea, la pasada semana me colé en la fiesta para desarrolladores que Intel había organizado como colofón a unas jornadas dedicadas a AppUp, una tienda de aplicaciones para netbooks que la compañía va a promocionar a partir de ahora. Ese mismo día Intel había regalado un coche al desarrollador de la aplicación más innovadora que era, no se lo pierdan, un juego de fútbol en 2D.
Llega la hora de la cena y se abre un turno de preguntas para los asistentes. “¿Van a “perdonar” a los desarrolladores el pago de la licencia de desarrollo como hacen Palm (HP) y otros fabricantes?”, dice uno. Otro alza la mano: “Blackberry tiene un fondo que permite obtener préstamos de 10.000 o 20.000 dólares sin intereses para desarrollar tu aplicación. ¿Van a hacer algo parecido?”.
Es un cambio sorprendente que se ha producido en apenas tres años. Hasta hace poco si querías desarrollar una aplicación para un teléfono móvil tenías que ir suplicando a los fabricantes y operadoras. No había apenas facilidades ni garantías de que lo que hicieras fuera a tener una salida. Este post de Mike Rowehl de abril del pasado año demuestra lo que durante mucho tiempo han tenido que sufrir quienes se lanzaban al mercado (en PC la cosa tampoco está mucho mejor y por lo general los desarrolladores independientes lo pasan muy mal para mantenerse a flote).
Hoy, si has desarrollado una aplicación para Android o iPhone de cierta fama es posible que Microsoft esté dispuesta a pagar los costes de llevarlo a su futura plataforma, hay abundante documentación y lo único que hace falta para aparecer en una tienda de aplicaciones son una cuota anual que rara vez supera los 100 euros –y que muchas compañías cubren el primer año- y un porcentaje de los ingresos que tenga tu aplicación.  A los creadores de sistemas operativos para móviles se suman también los grandes nombres tradicionales del videojuego, que empiezan a ver los móviles como amenaza y están empezando a interesarse por los desarrolladores de apps.
Gonzalo Oxenford es co-fundador de odaSoft, la empresa responsable de Worldly Wings. Es uno de los primeros juegos compatibles con el nuevo Game Center de iOS (muy recomendable, por cierto) y lleva unas semanas a la venta. Le pregunté ayer sobre la situación y si había recibido alguna propuesta. “Nos han llamado de Sony para seducirnos para desarrollar en su PSP, Palm nos envió un mail hace 4 días contando que estaban interesados también en que desarrollemos para ellos. Todos están desesperados por competir con Apple y para ello necesitan desarrolladores que llenen de apps sus dispositivos”, me dice.
Oxenford cree, sin embargo, que las compañías no deberían ofrecer dinero, sino “una plataforma sencilla, en la que desarrollar no cueste esfuerzo y con la que se pueda vender en todo el mundo”. El peligro de que todos compitan y pujen es que el mercado acabe sobrevalorado, que se infle una burbuja en un ecosistema que aún se mueve, la mayoría de las veces, de 99 en 99 céntimos. Pero para muchos desarrolladores estos años van a pasar a la historia como los más felices. Ya era hora de que les tocara a ellos.

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