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2010/09/22

Un intruso en Buckingham Palace

ABC

En nuestro habitual recorrido por los contenidos más jugosos de la blogosfera hoy nos volvemos a fijar en "Historias de nuestra historia", una bitácora que se hace eco de algunos de los episodios más singulares de la corta pero intensa cronología humana.
Como el vivido por la mismísima reina Isabel II de Inglaterra la mañana del 9 de julio de 1982, cuando al despertarse encontró a un desconocido en los pies de su cama, con aspecto desaliñado y una herida en las manos. Lejos de alarmarse y a pesar de los intentos para avisar al personal de seguridad del palacio, la monarca pudo controlar la situación entablando una conversación con él durante más de diez minutos.
Precisamente eso es lo que necesitaba el protagonista de esta historia, Michael Fagan, un desempleado irlandés y padre de cuatro niños al que la desesperación, la casualidad y la falta de cordura llevaron a emprender una aventura digna de película.
Tras pasar toda la noche deambulando por las calles de Londres, pensó que la mejor solución a sus problemas sería contárselos a la mismísima reina -por aquello de que también era madre de cuatro hijos-. Así que escaló las vallas de hierro del Palacio de Buckingham y saltó al patio de la residencia real. Ningún guardia se percató del intruso. Michael encontró una ventana abierta y accedió al interior del edificio, pero la reina no se encontraba allí. En esa sala sólo había una antigua colección de sellos del Rey Jorge V con un valor de 20 millones de dólares y que nuestro amigo no prestó la más mínima atención; el sólo quería ver a su majestad. La buena suerte seguía del lado del intrépido irlandés y aunque la alarma del palacio se disparó dos veces, el personal encargado de la seguridad pensó que era un fallo del sistema y la desconectó en ambas ocasiones.
Fue entonces cuando saltó de nuevo al patio y consiguió escalar a la segunda planta del edificio a través de una tubería. Los platos de comida para gatos situados junto a una habitación dieron entender a Michael que estaba frente al aposento real. Incluso antes de entrar se permitió el lujo de saludar con un "good morning" a una camarera que pasó por allí y que no se percató de la rareza del personaje.
El episodio sacudió la frágil conciencia de la monárquica sociedad británica. Y no es para menos, tras este episodio se conoció que Michael Fagan ya había estado deambulando por palacio el mes anterior. En aquella ocasión consiguió entrar por una claraboya del techo y tuvo tiempo para contemplar los cuadros y retratos reales, descansar un rato en el trono y descorchar media botella de vino blanco acompañado de unos bocadillos antes de marcharse. Todo un Lord.

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