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Sólo en España, se calcula que los ataques informáticos mueven entre 400 y 600 millones de euros al año. En el mundo, la cifra se elevaría al menos a 100.000 millones de dólares (68.365 millones de euros).
“Son cifras demasiado atractivas, más elevadas, incluso, que las de las drogas. Es impensable que el cibercrimen pueda extinguirse; al contrario, seguirá creciendo conforme se eleve el número de internautas y se extienda el uso de la banda ancha”, sostiene Eugene Kaspersky, fundador y presidente de la compañía que lleva su nombre.
Kaspersky, que cuando era joven ocupaba su tiempo libre resolviendo ejercicios matemáticos, jamás se planteó que acabaría fundando una compañía de seguridad informática. “En los tiempos de la Unión Soviética, no se permitía la existencia de empresas privadas, pero, en pocos años, todo cambió. A comienzos de la década de los noventa yo tenía dos hijos y necesitaba dinero, y comencé a desarrollar antivirus cuando aún no se sabía muy bien qué futuro tenía este mercado”, recuerda. Durante varios años, los ingresos brillaron por su ausencia hasta que, en 1997, su ex mujer decidió fundar una nueva compañía, a la que llamaría Kaspersky Lab.
Gran crecimiento
A la firma rusa le ha costado casi una década hacerse un nombre junto a las grandes multinacionales del sector del software de seguridad de consumo, como McAfee, Symantec, Trend Micro o Panda. Pero lo ha logrado. En la actualidad, doce años después de su fundación, Kaspersky es la mayor firma de antivirus de Europa y la quinta mayor del mundo, con cerca de 250 millones de usuarios y una red de distribución de más de 500 socios directos en un centenar de países.
Hace años, era común encontrar en Internet comentarios referentes al país de origen de la compañía. “Afortunadamente, eso es cosa del pasado.
Hace diez años que países como Reino Unido no desconfían de una empresa únicamente por proceder de Rusia”, dice Kaspersky. “El respeto tiene que ver con la calidad del producto, con que sea capaz de frenar más virus y malware que los de la competencia, no con una nacionalidad y los mitos que puedan rodearla”, mantiene. Pero, ¿cómo asegurar que los empleados no aprovechen sus conocimientos para pasarse al lado oscuro o, incluso, que procedan de él? “No necesitamos ser ex ciberdelincuentes para entender lo que éstos buscan. Además, somos muy serios a la hora de buscar trabajadores que aúnen capacidad y ética, y les pagamos probablemente más que si trabajaran para el otro lado”, dice Kaspersky.
Para el fundador de la compañía, Rusia cuenta con numerosas escuelas de informática, pero “muy pocas en las que se formen expertos en seguridad informática. Nosotros contratamos gente joven, muchos de ellos estudiantes de último curso, los formamos y les damos la oportunidad de tomar sus propias decisiones”, indica Kaspersky. “Los 1.300 empleados de Kaspersky gozan de total libertad de horarios y trabajan en un ambiente joven y alegre, y nos lo agradecen con un esfuerzo durísimo que hace que el grupo crezca un 80% anual”, asegura. Y continúa. “Tampoco nuestro equipo de márketing puede considerarse tradicional. Creemos en educar al mercado para que sepa evitar riesgos y en que sean los propios clientes los que generen una imagen de credibilidad”.
Internacionalización
En la actualidad, entre el 15% y el 20% de los ingresos de Kaspersky procede aún de Rusia. “Nuestra primera misión es crecer en todo el mundo, hacernos un nombre que sea reconocido internacionalmente”, dice Kaspersky. “En EEUU, crecemos un 100% anual y ya somos la segunda empresa que más vende del país a través de tiendas de informática y grandes superficies, por número de unidades. En Europa, somos fuertes en Alemania y España, donde muchos meses encabezamos las ventas en retail por unidades”, afirma.
En este sentido, Kaspersky ha sido incluida por primera vez en el listado Software Top 100, realizada por la firma independiente Top 100 Research Foundation, que registra las mayores empresas informáticas del mundo, por facturación. Concretamente, la compañía, con unos ingresos en 2008 de 360 millones de dólares, ocupa el puesto 76, siendo la segunda firma que más rápido crece después de Google.
Kaspersky reconoce haberse planteado “brevemente” la posibilidad de desarrollar antivirus o antispam gratuitos, al igual que ha hecho recientemente Microsoft con su software Security Essentials, más conocido como Morro. “Quizás a Microsoft le interese, porque es una empresa que vive de muchas otras áreas de negocio, pero nosotros sólo queremos desarrollar los productos más completos del mercado y, para ello, necesitamos ingresos con los que invertir en investigación y desarrollo”, apunta.
Al alcance de todos
En sólo un minuto, Eugene Kaspersky es capaz de mostrar en su ordenador portátil media docena de páginas web en las que se venden abiertamente virus, troyanos o números de tarjetas de crédito. Los precios de un software malicioso puede oscilar entre los 75 y los 3.000 dólares, en función de su capacidad de autopropagación y su calidad técnica, aunque en mercados secundarios los precios se disparan. La mayor parte de estas tiendas virtuales se encuentran en chino o en ruso, si bien el malware que se vende en ellas no entiende de fronteras. “En esta web, por ejemplo, se ofrece un archivo capaz de infectar 1.000 equipos en EEUU por 140 dólares; para Reino Unido, el precio baja a 110 dólares y, para Francia y España, a 30 dólares”, comenta Kaspersky.
Además, para este emprendedor, el hecho de que mucha parte de los ataques informáticos proceda de Asia, Rusia y Latinoamérica no significa que sean ciudadanos de esas regiones los que los hayan propagado. “Esta situación tiene más que ver con la debilidad económica de esos países y con una menor penetración de Internet, que coincide con unas normativas menos estrictas. Todo esto atrae a delincuentes de cualquier rincón del mundo”, opina. “Los virus no se propagan por sellos”, añade.
No sólo los PC y smartphones, también los móviles están siendo víctimas de ataques online. Los primeros virus para terminales móviles datan de 2004. Desde entonces, han evolucionado mucho, tanto técnica como comercialmente. “Se puede decir que el mercado de malware para móviles se inició a mediados del año pasado”, dice el primer ejecutivo de la compañía, que explica: “Allí donde haya dinero, donde se reúnan millones de personas, habrá delincuencia, pero no estoy de acuerdo con que los cibercriminales procedan de los mundos de la droga, el contrabando o la prostitución. Éste es un mundo completamente diferente”, asegura.
Desde Kaspersky, se incide en la importancia de contar con el software más reciente disponible en el mercado, y no sólo de antivirus. “Cada nueva versión de Windows, WinZip, Excel o Acrobat Reader, por ejemplo, mejorará alguna carencia anterior”, dice. “Las aplicaciones pirata no reciben los avisos de actualizaciones”, añade.
Futuro
Los planes de Kaspersky para el futuro pasan por la salida a bolsa. “Eso nos obligaría a tener un ojo puesto siempre en los clientes y empleados, a ser muy transparentes, pero, por ahora, hemos pospuesto este paso”, indica el emprendedor ruso.
“Me encanta mi trabajo porque es una industria tan joven y dinámica que todo transcurre muy deprisa. Ahora, estamos creciendo mucho y parece que somos una empresa sólida, pero quién sabe dónde estaremos en el futuro”, dice Kaspersky.
“En cinco años, estoy seguro de que habrá nuevos jugadores en esta industria y de que otros se verán obligados a especializarse en firewall, phishing u otras modalidades. El tiempo lo dirá”, concluye.
Otros peligros contra la ‘seguridad.com’
· ‘Gusanos’. Son un tipo de virus que crean copias de sí mismos y se propagan solos por Internet. Suelen limitarse a ralentizar la comunicación, pero pueden llegar a inutilizar archivos y a abrir una puerta trasera a los ‘hackers’.
· ‘Phishing’. Implica enviar ‘emails’ que remiten a falsas páginas web de entidades bancarias, para robar los datos financieros del usuario.
· ‘Spoofing’. Consiste en enviar ‘emails’ que parezcan de un destinatario, cuando en realidad provienen de otro distinto.
· ‘Scam’. Los estafadores utilizan ofertas falsas de trabajo para conseguir víctimas y blanquear el dinero conseguido con el ‘phishing’.
· ‘Troyanos keylogger’. Se instalan en el PC infectado para recoger las pulsaciones del teclado y robar datos bancarios a los usuarios.
Del Ministerio de Defensa ruso a empresario
La trayectoria de Eugene Kaspersky es, cuanto menos, curiosa. Nació en 1965 en Novorossiysk, una pequeña localidad soviética junto a la costa del Mar Negro. Se licenció por el Instituto de Criptografía, Telecomunicaciones e Informática de Moscú, dependiente de la KGB y del Ministerio de Defensa ruso, en el que trabajó como responsable de algunos proyectos tecnológicos del Gobierno.
En 1989, su ordenador personal se infectó con el virus Cascade, lo que le impulsó a comenzar a recopilar y clasificar los virus y gusanos que cayeran en sus manos. Más que un mero hobby, en 1991, desarrolló el primer software que establecía una barrera ante estos ataques cibernéticos. No era una tarea fácil: el número de virus crecía exponencialmente.
Así, Kaspersky se unió al equipo del Centro de Tecnologías de la Información de Kami (Rusia), donde comenzó a escribir código de soluciones antimalware a más alto nivel, para un proyecto denominado AVP. En 1994, AVP ganó un concurso de la Universidad de Hamburgo (Alemania), en el que se habían valorado también los programas de las grandes multinacionales del sector. Ya en 1997, la ex mujer de este tecnólogo, Natalia Kasperskaya, fundó Kaspersky Lab a partir de un primer producto, llamado AntiViral Toolkit Pro.
En 2003, Eugene Kaspersky reunió a los medios de comunicación para alertar de que un gusano informático podría causar una pandemia inminente. Según este empresario, muy pocos tomaron notas. Una semana después, el gusano Slammer infectó a más de 70.000 dispositivos en diez minutos. Hoy, la base de datos de la compañía registra más de 1,3 millones de archivos dañinos.