Las fábricas forman parte de una estrategia del gobierno nacional para "configurar un aparato productivo sólido, que esté al servicio del pueblo y sirva como instrumento para el desarrollo de la sociedad", según señala un boletín oficial de junio de 2008.
La meta que se anunció el año pasado fue la de establecer 200 empresas en una primera etapa. Esto con participación estatal determinante o con capitales mixtos, en muchos casos a través de convenios con países socios, como Irán, China o Argentina.
Promoción
Las últimas semanas han visto la inauguración de varias de estas industrias a través de sucesivos programas "Aló, presidente", la cita dominical televisiva del jefe de Estado venezolano, Hugo Chávez.Y a los noveles productos no les ha faltado promoción: "No deje de ponerles Guayuquitos a sus niños o niñas, para que sea más lindo de lo que ya es", "El que no tiene un (celular) vergatario no está en nada", "Para mantener la eterna juventud, tome Juvita", son algunas de las más recientes recomendaciones del mandatario.
La palabra soberanía también es mencionada en "Aló" en forma reiterada. Según Chávez, reducir o eliminar la dependencia de tecnología y productos extranjeros es el fin último de esta estrategia.
No todos, sin embargo, coinciden en que esté bien encaminada. "Estamos yendo a un extremo donde el Estado lo es todo, donde sustituye también al emprendedor y al profesional", le dijo a BBC Mundo el economista Alejandro Sucre.
Cómo es una fábrica socialista
De acuerdo con portavoces oficiales, una fábrica socialista no es cualquier fábrica.Según le explicó a BBC Mundo el ex viceministro de Seguridad Social, Jesús Farías, el elemento distintivo es que en ella "la propiedad puede ser ejercida por los trabajadores en forma directa o indirecta, de manera que el colectivo decida la gestión de la empresa".
El otro aspecto clave es la "apropiación del excedente" -es decir, el uso de las ganancias, que según los portavoces oficiales habrán de ser siempre "razonables"- por parte de esos trabajadores y sus comunidades.
Sin embargo, el también integrante del buró político del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) admitió que un primer experimento en esta dirección, que consistió en rescatar empresas e incluir a los trabajadores como copropietarios, no dio resultado. Esto debido, entre otras cosas, a la falta de preparación por parte de los empleados y de supervisión por parte del Estado.
"Ese es un modelo que no se puede decretar. Primero hay que crear las condiciones, educar a los trabajadores que viven alienados en el capitalismo. El hecho de que se monte una fábrica no significa que ya de por sí es socialista. Estamos en ese proceso de conformar una nueva modalidad de propiedad que nunca ha existido en Venezuela y requiere un elevado grado de organización y conciencia", afirmó.
El economista Alejandro Sucre vio de cerca el proceso de rescate de una de esas compañías y tiene su propia teoría acerca de su resultado negativo. "Los trabajadores no tienen capital y lo único que les interesa es cobrar su quincena, no son dolientes de la eficiencia de la empresa", señaló.
Tampoco confía Sucre en la tutela inicial de funcionarios públicos -o en el ejercicio de la propiedad colectiva a través del Estado- porque, dijo, "ellos no son emprendedores".
"(Los portavoces del gobierno) Creen que los funcionarios públicos son santos -que no son cuando se trata de montar empresas-, en vez de buscar una combinación de fuerzas en la que se le exija más al empresario", opinó. El resultado, considera, es una burocratización que no favorece a nadie.
¿Y funciona?
Sucre indicó que en Venezuela "la iniciativa de abrir mas fábricas y democratizar el capital son dos cosas que el gobierno necesita", pero cree que la dirección que se está tomando no es la mejor."Todos sabemos que el capitalismo ciento por ciento tiene sus deficiencias. El comunismo también tiene aspectos que no resuelve bien. Pero los extremos son negativos. No puede privar sólo el criterio del estatismo o el colectivismo. El individuo tiene un papel importante", aseguró Sucre.
El viceministro Farías, en cambio, piensa que no sólo el Estado se ha mostrado ineficiente para la administración de empresas tanto en Venezuela como en otros experimentos de inspiración socialista en el mundo, sino que "la actual crisis del capitalismo es más que elocuente en mostrar la ineficiencia del sector privado en ese sentido".
Aquì y ahora, algunas de las nuevas fábricas socialistas son posiblemente muy jóvenes para evaluar su éxito o su fracaso.
De acuerdo con reseñas de prensa, hay proyectos que nunca se concretaron, como una fábrica de tubos en el sur del país de la que sólo existe la primera piedra. En otros casos, diferencias entre los socios extranjeros y los locales en compañías han dificultado la producción, como en el caso de la ensambladora de automóviles venezolano-iraní. También hay críticas en torno a supuestas tecnologías obsoletas, como en el caso de bicicletas también de origen iraní.
Pero no deja de llamar la atención la variedad de productos que el gobierno está fabricando o se propone fabricar. ¿Es posible hacer todo, y hacer todo bien? ¿No hay un riesgo de "abarcar mucho y apretar poco"?
"Ese es un riesgo que se asume siempre. Ningún proceso social o político está exento de riesgo. Tiene probabilidad de éxito si se asume desde una base científica, pero las variables reales incorporan elementos que son imponderables", responde Jesús Farías.