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2011/03/23

El mono europeo rejuvenece dos millones de años

Siete millones de años después de su extinción, un equipo de investigadores españoles quiere quitarle antigüedad al mono europeo. Creen que los primeros monos hominoideos, parientes del orangután de hoy, llegaron al viejo continente hace 14 millones de años, dos millones de años después de lo que se pensaba.
La propuesta, publicada hoy en PNAS por un equipo del Instituto Catalán de Paleontología (ICP), recorre un periodo del Mioceno en el que se estaban fraguando las características físicas que ayudarían a los monos a bajar de los árboles y convertirse en hombres capaces de bombardear ciudades o escribir poemas. Aún es un misterio si algunas de esas características, como la de moverse con la espalda recta, se las debemos a monos de Europa, Asia o África. Es una pregunta por la que los paleontólogos son capaces de rebuscar en un basurero.Eso es a lo que se dedica el equipo del ICP en Can Mata, un vertedero cercano a Barcelona donde pueden sepultarse 3.000 toneladas de basura al día. Entre la tierra removida por las excavadoras han aparecido en los últimos años hasta tres especies de hominoideos que vivieron hace unos 11,8 millones de años. Entre ellas está Pau, conocido como el primer catalán.
Los descubridores de Pau, autores del nuevo árbol genealógico, sitúan en África el comienzo de esta historia. Hace unos 18 millones de años, África salió de su ostracismo, explica Isaac Casanovas-Vilar, investigador del ICP y coautor del estudio. La retirada del Mediterráneo y el Oceáno Índico inauguró una nueva autopista de dos carriles.
"Los elefantes fueron los primeros en salir de África hacia Asia y Europa", apunta. Según el nuevo trabajo, los simios siguieron el mismo camino que los elefantes hace unos 14 millones de años.
La llegada a Europa del primer primate hominoideo, un linaje del que también forman parte los grandes simios y el hombre, es aún materia de disputa. Un equipo alemán dice que se remonta a hace 16 millones de años basándose en un diente encontrado en Baviera y descrito en 2001, un año antes que Pau. Según Casanovas-Vilar, la datación de este pionero no era fiable, por lo que su equipo volvió a analizar su fecha de acuerdo a otros estudios que han analizado estratos de terreno de la misma antigüedad que los de Engelswies, donde apareció el molar. "Aún no se sabe si ese diente viene de ese yacimiento y, de hecho, todo induce a pensar que no", opina Casanovas-Vilar.
Ante la duda, el trono del hominoideo más antiguo de Europa es para Turquía, donde se han hallado restos de unos 14 millones de años. Desde ahí, este grupo de simios, los driopitecos, se extendió de rama en rama por una Europa cubierta de bosques, donde por aquella época las temperaturas eran mucho más cálidas y las estaciones poco marcadas. Así era también Catalunya, donde hasta tres especies de seres peludos de en torno a un metro y unos 30 kilos recorrían parsimoniosamente las copas de los árboles en busca de los frutos de los que se alimentaban. "Aquí encontramos una diversidad de géneros que supera la que vemos actualmente en otros continentes", destaca Casanovas-Vilar.
Espalda recta
De todos los yacimientos de Asia y Europa, el vertedero de Can Mata es el primer sitio donde un primate puso la espalda recta. Era Pau, quien, según los autores, ya tenía un rasgo de modernidad que heredaron los actuales orangutanes de Asia.
Hace años, los descubridores de Pau pensaron que estos simios migraron después a África, donde aportaron sus espaldas rectas y otros rasgos de modernidad al linaje que desembocaría en el Homo sapiens unos 11 millones de años después. Pero la aparición de nuevos fósiles en África y la nueva datación de los restos europeos les ha hecho cambiar de idea y pensar que las espaldas rectas surgieron en dos momentos distintos de la evolución y en dos continentes diferentes. La del hombre no se hizo en Europa, sino en África, lo que implicaría que el mismo rasgo se desarrolló por separado.
"Es una buena hipótesis y es sólida, pero aún es una posibilidad entre tantas porque no hay pruebas concluyentes", advierte Jean-Jaques Jaeger, paleoprimatólogo de la Universidad de Poitiers (Francia). Jaeger defiende que en la época en que los primeros hominoideos salieron de África ya había simios de este grupo en Asia, pero reconoce las limitaciones de su teoría. "Los comienzos de este grupo en Asia son una pregunta sin respuesta, pues no hay restos de esta época", lamenta.
El problema de reconstruir una larga historia que pudo comenzar hace 50 millones de años es que todos los caminos acaban en un vacío. Tanto en Asia como en África hay periodos en los que no hay fósiles, por lo que la evolución no se muestra a los ojos de los paleontólogos como una secuencia, sino como carpetas de fotos con criaturas similares entre sí pero muy diferentes de las que aparecen en la carpeta siguiente. Tanto la teoría asiática como la africana se topan con esos vacíos de los que por ahora es difícil salir sin tomar posición por un bando u otro.
El grupo español no descarta que los homínidos como el chimpancé y el humano moderno tengan su antepasado en Asia o incluso Europa, pero tampoco lo defiende.
"No se puede descartar que se deriven de formas europeas, pero parece que hay más datos que apoyan la opción africana", señala el experto. Según su hipótesis, el linaje de chimpancés y hombres surgiría en África a partir de unas criaturas llamadas afropitecos que aparecieron hace unos 20 millones de años en África. La historia se corta hace unos 14 millones de años, fecha a partir de la cual no se tienen restos de este continente. El relato continúa tras un apagón de 10 millones de años, cuando aparecen los primeros australopitecos en África. Detrás de ellos llegarán al fin los primeros humanos. "Nos falta buena parte de esta historia de evolución en África", reconoce Casanovas-Vilar, que opina que los restos deben encontrarse no en el este y sur de África, muy explorado por los paleontólogos, sino en zonas como Chad, menos exploradas por los científicos debido a las impenetrables junglas y los conflictos bélicos.
Jaeger afronta también un vacío. Él mantiene que los primeros hominoideos que aparecen en Asia, de hace unos 50 millones de años, acaban por llegar a África hace unos 38 millones.
Pero entre ambos hay un vacío entre hace 32 y 25 millones de años durante el que no hay ni un solo fósil de estas especies en Asia. El experto le da la vuelta a los datos del grupo de Casanovas-Vilar. "En Pakistán, los últimos restos de hominoideos aparecen hace 12,5 millones de años y en Catalunya hace 12 millones", comenta. La falta de fósiles no deja claro en qué sentido viajaron los hominoideos y hacia dónde. "Estas especies pudieron muy bien llegar de Asia".

Final infeliz

Poco después de que Pau y el resto de monos catalanes trepasen por las junglas de lo que hoy es Can Mata, el tiempo empezó a cambiar. De hecho ya había empezado y empeoró hasta lo invivible. Las temperaturas bajaron gradualmente y llegaron picos de frío y de calor que, en una escala de cientos o miles de años, acabaron dándole forma a unas estaciones marcadas.
Esto acabó con los árboles de cuyos frutos se alimentaban los hominoideos y, indefectiblemente, con su linaje. El rastro de los hominoideos reconstruido por el equipo del ICP también reseña el destino de los últimos monos europeos. Empujados por el enfriamiento, sólo unas cuantas bolsas de resistencia aguantaron en países como Grecia, donde se han hallado lo que parecen los penúltimos monos europeos salvando a los macacos gibraltareños, desaparecidos hace unos siete millones de años, según Casanovas-Vilar. "Esta es una historia que acaba mal", señala, "aquellas especies desaparecieron sin dejar rastro".

Un vertedero de hominoideos

A los científicos les gusta decir que la evolución es como un gran libro del que apenas tenemos unas pocas páginas. Y en el vertedero de Can Mata, 50 kilómetros al norte de Barcelona, ha aparecido un puñado de esas páginas. Los paleoantropólogos han conseguido intuir qué lugar ocupaban en el libro de la evolución. Allí apareció el ‘Pierolapithecus catalaunicus', bautizado ‘Pau' por el Instituto Catalán de Paleontología porque se presentó en 2004 coincidiendo con las manifestaciones masivas contra la guerra de Irak. ‘Pau' significa paz en catalán. Según los investigadores, el animal, que vivió hace unos 12 millones de años, ya tenía un cuerpo erecto para trepar verticalmente por los troncos. Tras ‘Pau', apareció ‘Lluch', perteneciente a otra nueva especie de primate: ‘Anoiapithecus brevirostris'. Sus descubridores lo bautizaron ‘Lluch' ( ‘el que ilumina'), porque iluminó la evolución de los homínidos en el Mediterráneo. Vivió hace 11,9 millones de años y tenía rasgos primitivos y modernos. Era una especie de transición. Además de ‘Pau' y ‘Lluch', en las obras de ampliación del basurero de Can Mata han aparecido más de 50.000 fósiles y queda trabajo científico para años.

Los monos que dominaron África y Eurasia

Kenyapithecus
El estudio de los fósiles catalanes muestra que los Kenyapithecus eran dos millones de años más jóvenes de lo que se pensaba y habrían surgido hace unos 14 millones de años. El paleoantropólogo Louis Leakey, descubridor del ‘Homo habilis', halló los primeros restos de este género extinto en la década de 1960 en Kenia. Según algunos estudios científicos, los Kenyapithecus habrían sido pioneros en la salida de los monos de África.
Afropithecus
La familia Leakey también desenterró y bautizó en 1986 los primeros restos fósiles de ‘Afropithecus turkanensis', en Kenia. Las primeras dataciones apuntaron a una edad de entre 16 y 18 millones de años. Por la edad a la que dataron su primera muela, el profesor de la Universidad de Illinois Jay Kelley propuso una historia vital de los Afropithecus similar a la de los chimpancés.
Griphopithecus
Después de los restos hallados en Engelswies (Alemania), los fósiles de hominoideos desenterrados en Turquía, en Pasalar y Çandir son los más antiguos de Eurasia. En ambos yacimientos hay ‘Griphopithecus alpani', con unos 15 millones de años de antigüedad.
Oreopithecus
El llamado mono de los pantanos, cuyos restos se han hallado en lo que hoy es Italia, en la Toscana y Cerdeña, pesaba unos 30 kilogramos. Vivió hace unos ocho millones de años. Según los estudios de sus fósiles, podían caminar sobre dos patas, pero no con excesiva rapidez.

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El 'T-rex' de los conejos vivió en Menorca

Un equipo de paleontólogos ha descubierto en Menorca al rey de los conejos. El hoy extinto Nuralagus rex llegaba a los 15 kilos, tenía pocos reflejos y era incapaz de saltar. Vivió hace unos cinco millones de años y su fisonomía era tan extraña que sus descubridores lo han clasificado como un género y especie nueva de lagomorfo, el orden que también comprende al conejo actual.
"Era el más grande que ha existido con diferencia, aunque su ancestro fue un conejo normal, como los que nos come-mos", explica Meike Köhler, investigadora del Instituto Catalán de Paleontología de Barcelona y coautora del estudio sobre el N. rex.
Hace unos 5,2 millones de años, gran parte del Medi-terráneo se secó y los abuelos del N. rex, cuyo peso oscilaba entre los 500 gramos y los tres kilos, llegaron andando a Menorca. La isla era entonces una prolongación de las montañas del sistema Bético, que atraviesa parte de Andalucía y Valencia. Después volvió a quedar aislada de la Península por el mar, lo que dejó a los recién llegados en un entorno con "un clima más agradable que el actual" y sin depredadores, señala Köhler. Así surgió el N. rex tal como lo ha reconstruido su equipo en un estudio publicado en el Journal of Vertebrate Paleontology. Dada la falta de peligro, el animal prescindió de las orejas y los ojos grandes, con los que sus ancestros vigilaban en busca de peligro, y de la columna vertebral adaptada a huir dando rápidos brincos.
A cambio, desarrolló mayores reservas de grasas, un intestino más largo para digerir mejor y, en general, un tamaño 10 veces mayor que el de sus ancestros. Su tamaño era una prueba del gigantismo que experimentan especies de pequeña talla al colonizar nuevas islas. Al contrario, las especies grandes que invaden terrenos insulares suelen menguar, como fue el caso de la cabra balear Myotragus, con patas muy cortas y unos incisivos que no dejaban de crecer, como los de una rata. Aunque es una especulación, el N. rex pudo extinguirse hace cuatro millones de años con la llegada a Menorca de la cabra enana, con la que competía por el alimento, apunta Köhler.

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2011/03/16

Los neandertales trajeron el fuego a Europa

Si, hace 40.000 años, un Homo sapiens le hubiese pedido fuego a un neandertal, este hubiera sabido ayudarle sin problemas. La especie extinta llevaba más de 300.000 años usando las llamas de forma regular para hacer mejores herramientas y abrigarse del frío europeo.
El dominio del fuego en Europa ya lo habían demostrado varios antiguos asentamientos en Reino Unido y Alemania y ahora lo confirma la revisión más completa de los datos existentes en 141 yacimientos del continente. El trabajo, publicado en PNAS, apunta que la aparición de hogueras en Europa, hace hasta 400.000 años, coincide con la aparición del linaje neandertal, a quien los autores atribuyen el dominio del fuego en el continente. Los resultados también implican que los ancestros de esta especie que habitaron Europa hace más de un millón de años y entre los que se encuentra el hombre de Atapuerca, colonizaron el continente sin saber hacer fuego.

"La fabricación de herramientas de piedra y el control del fuego son los dos momentos más importantes de la evolución de los primeros humanos", señala el trabajo, firmado por Paola Villa, de la Universidad de Colorado (EEUU) y Wil Roebroeks, de la Universidad de Leiden (Países Bajos). Sin embargo, la importancia del momento no está acompañada de datos concluyentes que permitan detallar cómo sucedió aquel dominio.
Villa y Roebroeks han recopilado información de 141 yacimientos europeos, 16 de ellos en España, que datan de entre hace 1,2 millones de años y 35.000 años. La primera fecha corresponde a los restos de los Homo antecessor que vivieron en la sierra de Atapuerca (en Burgos), una población a la que se considera como los primeros europeos. El segundo está muy cercano a la fecha en la que se extinguieron los neandertales, por razones aún desconocidas.

Atapuerca y Orce

Los dos autores han repasado los restos de hogueras (carbón, piedras o huesos quemados, herramientas fabricadas al fuego, sedimentos que fueron calentados a altas temperaturas...) en cada uno de los yacimientos y han determinado en cuáles se dan pruebas "sólidas" de intervención humana. "Se trata del trabajo más completo de este tipo hecho hasta la fecha, no existe una base de datos igual", señala Villa.
De los 19 yacimientos anteriores a unos 400.000 años, no hay rastro de fuego en ninguno. Esto incluye Atapuerca y también Orce, en Granada, donde hay presencia humana en forma de herramientas líticas. También entra en la lista Happisburgh, en Reino Unido, donde el año pasado se hallaron herramientas hechas posiblemente por poblaciones de antecessor y que, por ahora, constituyen el asentamiento humano más al norte que se conoce de aquella época.
Si aquellos colonizadores disfrutaron del fuego, lo hicieron de forma casual, robando llamas de rescoldos dejados por incendios. "El trabajo nos recuerda que el dominio del fuego en Europa fue tardío", señala Antonio Rosas, investigador del CSIC que estudia los restos neandertales de El Sidrón, en Asturias, donde tampoco se han hallado restos de hogueras. "El norte del planeta se ocupó sin fuego y hubo casi 1,5 millones de años de evolución humana sin hogueras", recuerda. A falta de más datos, se piensa que aquellos homínidos se adentraban en zonas cada vez más al norte aprovechando épocas de temperaturas altas. Cuando el frío volvía a apoderarse el norte, los grupos quedaban atrapados en el frío y perecían.
Justo a partir de los 400.000 años comienzan a aparecer en Europa signos claros de hogueras humanas que se hacen cada vez más comunes a menudo que pasa el tiempo. Aunque la razón de ese boom del fuego se desconoce, Villa apunta una respuesta. La fecha "coincide" con la aparición del neandertal en Europa donde ya habitaban el antecessor y el Homo heidelbergensis, como atestigua el cráneo neandertal más antiguo que se conoce, en Swanscombe, Reino Unido, " de unos 400.000 años" según Villa. "El dominio del fuego pudo deberse a la llegada de esta especie", opina Villa.
Su revisión habla de casos en los que los neandertales muestran un control de las llamas muy similar al del sapiens, incluido el desarrollo de una especie de pegamento para adherir hojas de piedra afiladas a mangos de madera, o el hallazgo en una hoguera neandertal de un tipo de carbón que sólo se daba a unos ocho kilómetros de donde se hizo el fuego. "Los neandertales no estaban esperando a que cayese un rayo para aprovechar el fuego", asegura la autora.
"Hasta ahora no había un trabajo que repasase la situación general como este", explica Robert Sala, profesor de la Universitat Rovira i Virgili (Tarragona) y director de las excavaciones en Orce, quien sin embargo pone pegas a las conclusiones de Villa. "Los heidelbergensis y los neandertales apenas mostraban diferencias", lo que no apoya una supuesta ventaja fisiológica de los neandertales a la hora de domesticar el fuego.

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2011/02/28

En las fauces de los monstruos marinos

En 1795, los soldados de la Revolución Francesa llevaban al Museo de Historia Natural de París un enorme cráneo fósil incautado en la invadida Maastricht. De inmediato, el desconocido de Maastricht sembró la controversia científica: demasiado grande para ser un delfín, demasiado afilado y dentado para ser una ballena, demasiado extraño para ser un cocodrilo. El desconocido resultó ser el mosasaurio, algo así como el T-rex de los mares en la era Mesozoica, cuyo fósil sirvió para fundar la paleontología moderna.
Esa epopeya de la controversia científica, y de la propia existencia de toda una casta de inmensos reptiles marinos que surgieron hace 250 millones de años y se extinguieron hace 65 millones, es la retratada actualmente por un filme en 3D. Se trata del impresionante Oceanosaurios 3D, proyectado en el cine esférico de La Géode, en la Ciudad de las Ciencias y la Industria de París hasta primeros de abril.
Bajo el título y el cartel algo pensados para atraer a los chavales y mayores fascinados por los dinosaurios desde el tirón de Parque Jurásico, se esconde un auténtico tesoro de informaciones. Sobre cómo vivieron y murieron los reptiles marinos gigantes, más desconocidos que los dinosaurios. Y también sobre cómo el descubrimiento de esos fósiles y su estudio sirvió para imponer la idea, en los albores del siglo XIX, de que las especies aparecen y se extinguen.
Se descubre así el elasmosaurio y su cuello de siete metros que le daba ventaja a la hora de atrapar a sus presas. El oftalmosaurio y su ojo gigantesco de un metro de diámetro. El enorme shonisaurio, de 21 metros de largo. Y también, por supuesto, los dos depredadores más terroríficos de la era en los océanos: el liopleurodón y el mosasaurio.

El padre de la paleontología

El hilo conductor de la película lo llevan dos personajes. Una chica, Julie, que visita una exposición, se cruza con un curioso visitante, vestido como a finales del siglo XVIII o primeros del XIX. Extrañamente, este parece tener respuestas para todas las dudas. Y con razón: Se trata de Georges Cuvier, el fundador de la paleontología moderna, el primero que consiguió hacer aceptar a la comunidad científica, en los albores del siglo XIX, que el desconocido de Maastricht era el representante de una especie desaparecida.
Hoy es difícil imaginar la controversia que se produjo entonces. Pero el descubrimiento del desconocido de Maastricht sembró una duda terrorífica en la ciencia, porque por primera vez se encontraba con un fósil que no recordaba en nada a ninguna de las especies existentes. Entonces se tuvo que aceptar que podían haber existido especies que surgieron y desaparecieron, abriendo la vía no sólo a teorías de la evolución en las que Cuvier no creía, sino también a la existencia de fases de la vida en la Tierra. Fue el golpe definitivo a la idea de una Creación por soplo divino.
Para realizar esta película, no sólo han hecho falta una producción consecuente y un equipo de profesionales del cine en 3D. También fue necesaria la participación de numerosos científicos, coordinados por la profesora Nathalie Bardet, del Museo Nacional de Historia Natural (MNHN) y el Consejo Nacional de Investigación Científica (CNRS), que se ocuparon de garantizar que las reconstituciones de la vida de los monstruos marinos visibles en el filme corresponden exactamente al estadio actual de nuestros conocimientos de aquella era.
Cuvier es un personaje mítico de las ciencias francesas, cuyo nombre ha quedado grabado en el mármol de algunas de las instituciones más prestigiosas de París. De familia modesta, su competencia en materias científicas le llevó rápidamente a conseguir una cátedra de anatomía comparada en la Academia de Ciencias, en el Colegio de Francia y en el MNHN, instituciones todas ellas propulsadas por los Gobiernos revolucionarios a partir de 1795.
Gracias a sus trabajos, la paleontología moderna empezó a orientarse hacia el pasado de la Tierra, las especies desaparecidas y las catástrofes que han ido puntuando la larga historia del planeta.
La estrella de la película es sin lugar a dudas el mosasaurio, grupo de reptiles marinos que ocupaban la cúspide de la cadena alimentaria en el Cretácico superior. Tenían entre tres y quince metros de envergadura, y la hembra era mucho mayor en tamaño que el macho.
Con gigantescas mandíbulas y dientes de más de diez centímetros, con su cuerpo serpentiforme y su gran rapidez de movimientos, se alimentaba de peces, cefalópodos y pájaros. Cuando estos faltaban, no dudaba en zamparse a otros reptiles marinos e incluso según las huellas de mordeduras encontradas en los fósiles a animales de su propia especie. Algunos especímenes poseían dientes planos, auténticas trituradoras capaces de aplastar los caparazones de moluscos gigantes.

Parada nupcial

Uno de los momentos más mágicos de la película lo protagoniza su rival, el liopleurodón. Es una parada nupcial de liopleurodones, reconstituida a partir de las hipótesis elaboradas por los científicos. El macho, para cortejar a la hembra mucho mayor en tamaño, lo que hacía era pararse delante de su boca, en vertical, mostrándole su vientre a escasos centímetros. Así se mostraba indefenso y le decía a la hembra que esta podía matarlo de un sólo mordisco si así lo deseaba. Cabe entender que las hembras optaban generalmente por la solución opuesta, ya que la especie proliferó y dominó los mares.
"No es casualidad si una escena del Triásico ocurre en la actual Suiza y si la del Jurásico está situada en Argentina. El objetivo de la película es mostrar los tres momentos del Mesozoico al calor del grupo dominante que los representa: los ictiosaurios en el Triásico, los plesiosaurios en el Jurásico y los mosasaurios en el Cretácico", explica la profesora Bardet.
El filme en 3D, de los realizadores Pascal Vuong y Ronan Chapalain, con un guión de Rick Dowlearn, no es sólo una placentera inmersión en los mares del Mesozoico con paisajes marinos que dejan sin aliento. Y no sólo detalla las diferentes fases climáticas y geológicas que atravesó la Tierra. También pone en escena de forma magistral, en foto fija a la manera de Matrix, la catástrofe que acabó con los grandes reptiles marinos.

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2011/02/23

Los neandertales usaban plumas como adorno

En los últimos años, los neandertales se han sacudido aquella imagen brutal que los llevó a perder la consideración de subespecie del Homo sapiens a finales del siglo XX. El análisis de los restos hallados en Europa ha mostrado que algunos eran pelirrojos, que anatómicamente estaban dotados para cantar Las bodas de Fígaro, que se maquillaban y se adornaban con conchas perforadas y que enterraban a sus muertos con honores. Algunos investigadores sostienen, incluso, que tocaban flautas elaboradas con fémures de oso. Ahora, un nuevo estudio de restos hallados en la gruta de Fumane, en el norte de Italia, apunta a que los neandertales, además, se adornaban con plumas o las empleaban para otros usos "simbólicos", según infieren los autores de comparaciones etnográficas.
Los científicos describen huellas de herramientas humanas en especies de aves "sin utilidad alimentaria", según detalla Marco Peresani, de la Universidad de Ferrara (Italia), director del estudio. Para los investigadores, no hay duda: las marcas de cortes y raspaduras observadas sólo en huesos de las alas de quebrantahuesos, águilas reales y buitres negros muestran una "extirpación deliberada" de las plumas remeras por los neandertales, único grupo humano por aquel entonces, hace unos 44.000 años, en la gruta italiana. Los Homo sapiens anatómicamente modernos no llegaron a Europa hasta hace 40.000 años. Unos 10.000 años después se extinguieron los últimos neandertales, barridos del continente y arrinconados en el sur de la actual España.
Para el prehistoriador Gerardo Vega Toscano, ajeno a este estudio, que se publica hoy en la revista PNAS, la investigación supone pocas novedades. "Estamos redescubriendo continuamente el arroz con leche", opina. El propio Vega Toscano comenzó a describir en la década de 1980 el uso de colorantes por los neandertales en las cuevas del sureste de España.
"Ahora la moda es decir que los neandertales eran tan humanos como nosotros. Algunos llevamos décadas diciéndolo", añade. El profesor de la Universidad Complutense de Madrid cree que "en poco tiempo" los neandertales dejarán de ser considerados una especie aparte: "Los sapiens que pintaron las cuevas de Altamira tuvieron que aprender de los neandertales, y por eso no hay Altamiras fuera de Europa, porque no había neandertales".

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2011/02/09

¿Cómo perdieron las patas las serpientes?

Un fósil de 95 millones de años les está ayudando a los científicos a entender cómo las serpientes perdieron sus patas a través del tiempo.
La muestra, hallada en Líbano, es uno de sólo tres ejemplos que se conservan de una antigua serpiente con huesos de las patas.
Aunque una pata trasera se ve claramente, los investigadores tuvieron que utilizar una nueva técnica de rayos X para examinar otra pata oculta dentro de la roca fosilizada.
En un artículo publicado en el Journal of Vertebrate Paleontology, el equipo dice que la serpiente data de una fase temprana de la pérdida de extremidades.
Las imágenes en 3-D de alta resolución de los científicos sugieren que a esta especie en particular, Eupodophis Descouensi, las patas le crecían más lentamente, o por un período de tiempo más corto.

Pata escondida

Se trata de una conclusión a la que se llegó sólo después de haber visto todos los huesos ocultos dentro de la piedra caliza y de haber determinado que a pesar de que la criatura tenía los huesos del tobillo, en realidad no tenía ni pies ni los huesos del dedo del pie.
"Este estudio revela el grado de regresión de las patas", dijo Alexandra Houssaye, investigadora del Museo Nacional de Historia Natural (MNHN) de París, Francia.
"Esto no podría haberse visto tan claramente basándonos sólo en el fragmento visible, ya que algunos pequeños huesos como los del tobillo y el pie podrían haberse roto o desplazado de la superficie. Sin embargo, como la segunda pata quedó preservada en la roca, ahora podemos estar casi completamente seguros del grado de reabsorción de la pata", le dijo Houssaye a la BBC.
La evidencia actual sugiere que las serpientes comenzaron a desarrollarse hace menos de 150 millones de años.

¿Mar o tierra?

Dos teorías compiten. Una apunta a un origen terrestre en el cual los lagartos comenzaron a cavar y a medida que se adaptaron a su existencia subterránea sus patas se redujeron y desaparecieron: primero las extremidades delanteras y luego las posteriores.
La segunda teoría considera que el origen proviene del agua, es decir, de los reptiles marinos.
Esto hace que las pocas serpientes bípedo existentes en el los registros fósiles sean muy significativas, ya que podrían dar las pistas para resolver el debate.
Pero Houssaye dice que la Eupodophis Descouensi por sí sola no puede resolver esta duda.
"Este estudio no nos permite elegir una de las dos hipótesis", le dijo a la BBC. "De hecho, no tendremos una verdadera respuesta en los próximos diez años".
"Es por eso que nuestro papel ahora es tratar de obtener toda la información posible de los escasos restos fósiles importantes que tenemos. Los fósiles de serpientes con extremidades posteriores son clave en este debate y es por eso que realmente necesitamos estudiarlos en detalle".
La BBC estuvo con la Dra. Houssaye en 2008 cuando llevó el fósil al Laboratorio Europeo de la Radiación del Sincrotrón (ESRF, por sus siglas en inglés) en Grenoble, Francia.
Esa máquina produce un haz brillante de rayos X que puede perforar casi cualquier material, revelando su estructura interna con un grado de detalle excepcional

Rayos X

Para este estudio, sujetaron el fósil de la serpiente a una tabla inclinada y la colocaron frente al haz de rayos X.
En un proceso conocido como laminografía computarizada, se produjeron cientos de imágenes en 2-D que a continuación se combinaron, con la ayuda de un algoritmo inteligente, en una detallada imagen en 3-D.
La Eupodophis Descouensi medía poco menos de un metro. Se cree que se deslizaba por el suelo durante el Cretácico Tardío, cuando los dinosaurios todavía deambulaban por la Tierra.
Es poco probable que el animal usara las patas para desplazarse, aunque es posible que le sirvieran para alguna otra función.
En algunas serpientes modernas, como las boas y pitones, se advierten unos pequeños "espolones" cerca de sus extremos posteriores, que ellas usan como pinzas durante las relaciones sexuales.
El fósil Eupodophis descouensi fue desenterrado cerca de la aldea libanesa de Al-Nammoura y fue descrito por primera vez en 2000.
Sus restos están diseminados en el interior de dos caras de un bloque de piedra caliza fina que se ha roto.
Una parte de la columna vertebral no está, y en el proceso de fosilización la parte trasera - con las patas - se desprendió y quedó cerca de la cabeza.
"Va a ser interesante compararla ahora no sólo con otros ejemplares de fósiles, sino también con lagartos y serpientes vivos que posean una regresión en partes como la pelvis y las extremidades", explicó Houssaye.

BBC Mundo

2011/01/19

Neandertales, humanos hasta las narices

Las grandes narices que gastaban los neandertales no eran una adaptación al frío. Así lo asegura un nuevo estudio que ha analizado cráneos de Homo sapiens y sus parientes cercanos para poner a prueba una hipótesis sostenida durante décadas.
Desde que, hace más de 180 años, se desenterraron en Bélgica los primeros fósiles neandertales, estos han pasado de ser deformes embrutecidos a un grupo hermano que llegó a compartir lecho y fluidos con los humanos modernos. Muchas de las diferencias físicas entre ambos se han intentado explicar como adaptación a un clima frío, ya que los neandertales supieron vivir en una Europa gélida durante decenas de miles de años.
"Los neandertales eran considerados como los esquimales del Pleistoceno", explica a Público Todd Rae, un paleontólogo de la Universidad de Roehampton (Reino Unido). Las narices grandes también se habían atribuido a las bajas temperaturas, algo que no tenía mucho sentido, según Todd. "Los esquimales tienen caras y narices estrechas", señala. Para poner a prueba la teoría, Rae comparó los senos nasales de humanos modernos y neandertales. La talla de estas cavidades huecas situadas en el interior del cráneo y las fosas nasales se suponía un indicador de esa adaptación al frío, y estudios anteriores decían que los neandertales las tenían más grandes. De esa forma, sus nasos podían calentar mejor el aire frío.
El equipo de Rae ha analizado radiografías y reconstrucciones en tres dimensiones de cráneos bien conservados de neandertales que vivieron en climas fríos y los comparó con los de Homo sapiens de climas templados. Los resultados, publicados en Journal of Human Evolution, no concuerdan con la teoría de la adaptación a temperaturas bajas. "Los senos nasales de los neandertales de climas fríos resultan iguales que los de los humanos modernos europeos", explica Rae. "La nariz ancha no era una adaptación al frío", sentencia.
Otros estudios apoyan su tesis. Los senos nasales se hacen más pequeños cuanto más bajas son las temperaturas, tanto entre primates como roedores. De forma similar, los senos de los esquimales también son más pequeños que los del resto de los humanos de hoy. La moraleja es que hay que pensar en una nueva teoría para descrifrar el misterio del rostro neandertal. "Es posible que, en lugar del frío, sea una adaptación a la vida en el bosque, ya que otros rasgos neandertales, como las piernas cortas y la menor estatura, se han propuesto como tales", propone Rae.
El caso no está cerrado. "El estudio presenta unas medidas un poco pobres para generalizar", opina el investigador del CSIC Antonio Rosas. Como posible explicación apunta que aquellas caras de grandes narices, pómulos marcados y barbillas retraídas podrían deberse al azar de la evolución, conocido como deriva genética.
"Me convence totalmente la explicación del fenómeno como resultado de la deriva genética desde un antepasado común con nosotros", opina Michael Walker, profesor de antropología de la Universidad de Murcia. De hecho, las formas neandertales podrían ser mucho más comunes que las sapiens. "El rostro neandertal refleja una morfología muy arraigada en el género Homo durante el Pleistoceno medio, lo que es difícilmente compatible con la adaptación al frío", opina el experto.

Publico

2010/12/29

Un hallazgo sitúa la cuna de la humanidad en Oriente Medio

La cueva de Qesem, a algo más de un kilómetro del muro que hoy divide Israel y Palestina, pudo ser la cuna de la humanidad hace unos 300.000 años, cuando aún no existían países ni nombres que los designaran. Esa es la posibilidad, aún por confirmar, que plantean ocho dientes humanos desenterrados de este yacimiento por investigadores israelíes y analizados por un equipo de expertos españoles.
La edad de los restos, de entre 300.000 y 400.000 años, los convertiría en los fósiles de Homo sapiens más viejos que se han encontrado nunca, y unos 100.000 años anteriores a los primeros sapiens de África. Sobre estos fósiles se sustenta la tesis que aún apoya la gran mayoría de expertos de que nuestra especie surgió en el continente negro para luego conquistar el mundo.
"Mañana [por hoy], cuando se difunda el estudio, el 90% de la gente querrá sacarnos las tripas", confiesa a Público Israel Hershkovitz, primer autor del polémico estudio, publicado en el American Journal of Physical Anthropology.
Una de las posibilidades que baraja el equipo es que los habitantes de Qesem, a unos 12 kilómetros de Tel Aviv, fueran los primeros humanos con formas modernas, muy parecidas a las actuales. "Si les pusieras traje y corbata, hubiera sido casi imposible distinguirlos de un ejecutivo de hoy", asegura Hershkovitz, quien sabe que su propuesta suena para muchos a que busca pelea científica.
En 2008, Hershkovitz viajó hasta España con sus ocho dientes, que había desenterrado junto a otros arqueólogos de la Universidad de Tel Aviv en 2002. Se los ofreció a Juan Luis Arsuaga, codirector de Atapuerca, para que estudiase sus formas y averiguase quiénes fueron sus dueños. Su equipo los comparó con más de 50 restos de neandertales, sapiens antiguos y recientes y otros homínidos, incluidos los que vivieron en la sierra de Atapuerca. También los enviaron a la Universidad de Burgos para realizarles un escáner similar al que se hace en los hospitales para diagnosticar un cáncer.
No hay un veredicto final, sino tres posibilidades. O se trata de una especie nueva, o de una variante del neandertal nunca vista y casi idéntica al sapiens, o se trata de los sapiens más antiguos a los que se ha enfrentado nunca la comunidad científica. "Está bien que se proponga que los sapiens se originaron fuera de África, pero es un poco atrevido hacerlo solo con ocho dientes", advierte el investigador Eudald Carbonell, que no ha participado en el estudio pero lleva décadas trabajando con Arsuaga como codirector de Atapuerca.
Si los dientes de Qesem son genuinos, los sapiens cumplirían 100.000 años más de un plumazo. Los restos más antiguos de esta especie aún están en disputa entre dos yacimientos de Etiopía, uno de unos 160.000 años y otro de unos 200.000. Desde estos rincones del este de África sería donde surgió la especie para después expandirse y reemplazar al resto de humanos, incluidos los neandertales.
Hershkovitz prefiere justo lo contrario. La cuna de la humanidad tal y como la conocemos hoy sería Oriente Próximo hace unos 300.000 años. Desde ahí, algunos ancestros pudieron llegar a África para después dar media vuelta, en un movimiento de péndulo del que se ignora casi todo. "Las expansiones no suceden en una única dirección como propone la teoría de fuera de África", explica Hershkovitz. "Yo lo veo más como una autopista de dos carriles, uno de entrada y otro de salida", añade.

Atapuerca en Israel

Por aquella época, el árido y amurallado Israel de hoy era muy parecido a la sabana de África. Según la fauna desenterrada de Qesem, había abundantes caballos, ciervos e incluso tortugas. "Era un paisaje de pequeñas colinas muy parecido al de Atapuerca, donde vivían animales muy similares", señala Hershkovitz. Los humanos, sin embargo, eran muy diferentes. Los dientes hallados pertenecen al menos a cinco individuos. Tenían pinceladas de neandertal, pero eran mucho más similares a otros Homo sapiens que vivieron en Israel unos 200.000 años después, según el trabajo. Se trata de los fósiles de los yacimientos de Skhul y Qafzeh, considerados los primeros sapiens que salieron de África. La nueva posibilidad es que llegaran desde Qesem, a apenas 150 kilómetros y dentro del hoy amurallado Israel.
"No creo que a nadie le sorprenda mucho esta tesis", opina Enrique Baquedano, director del Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid, quien excava en Olduvai (Tanzania), donde vivió hace unos 1,9 millones de años el primer miembro del género Homo. "El registro fósil es tan fragmentario que cualquier elemento nuevo cambia todo", añade. Sin embargo recomienda cautela, pues las técnicas de datación de los fósiles de más de 70.000 años son "complicadas". "Me ha pasado obtener una edad de 300.000 años con una pieza de 70.000", advierte.
Otros piden más pruebas. "Estos dientes también resultarían muy parecidos a los de los homínidos de la Sima de los Huesos [Atapuerca] o los neandertales", opina Carbonell, quien cree que solo un cráneo salido de Qesem podría confirmar el hallazgo. Es lo que busca ahora el equipo de Hershkovitz. A falta de ello, quieren comprobar si los dientes conservan ADN que podría confirmar cuál de sus tres hipótesis es la correcta.

Homo sapiens: de África a Oriente, o al revés

1. Qesem
Los dientes de Qesem se han hallado en un nivel profundo de la cueva, cuyos estratos datan de hace entre 400.000 y 200.000 años. Los expertos calculan que tienen unos 300.000 años. Una de las posibilidades es que sean los Homo sapiens más antiguos que se han encontrado nunca, aunque sus dientes no bastan para confirmarlo.
2. Omo
Hasta la fecha, los sapiens más antiguos, aunque discutidos, son dos individuos desenterrados cerca del río Omo al suroeste de Etiopía. Descubiertos entre 1967 y 1974 , tendrían unos 200.000 años de antigüedad.
3. Etiopía
A falta de consenso sobre Omo, la presencia del Homo sapiens en África es más aceptada a partir de hace 160.000 años. Por ejemplo, se han hallado restos de esta especie y periodo en Herto Bouri (Etiopía).
4. Israel
Hasta la aparición de los dientes de Qesem, los sapiens más antiguos de Israel eran los de Skhul y Qafzeh, dos cuevas cerca de Nazaret. Aquí se han hallado cráneos que mezclan aspectos de humanos modernos y arcaicos de unos 100.000 años. Hasta ahora, eran los sapiens más antiguos fuera de África. Según el nuevo estudio, los dientes de los humanos de Qesem son muy parecidos a los de los sapiens arcaicos de Skhul y Qafzeh. De confirmarse la conexión , haría posible que las primeras poblaciones de sapiens surgidas hace 300.000 años diesen lugar después a los sapiens de las otras dos cuevas, con lo que no sería necesario el origen africano.

Publico

Los neandertales sabían cocinar

El sarro en los dientes de tres neandertales que murieron hace más de 35.000 años en Europa y Oriente Próximo acaba de desbancar una nueva hipótesis sobre su extinción. Los restos han permanecido intactos hasta que un equipo de paleoantropólogos les practicó algo parecido a una limpieza microscópica. La placa dental que se desprendió confirma ahora que la especie no sólo comía verduras y legumbres como sus primos los sapiens, sino que también sabía cocinarlos.
Algunos expertos señalaban la dieta como una de las causas que acabaron con los neandertales. Como grandes cazadores que eran, se pensaba que apenas comían otra cosa que carne de los animales grandes que capturaban. En cambio, los sapiens que llegaron de África habrían sabido explotar mejor otros recursos, como animales pequeños, frutos y vegetales. En un mundo de clima cambiante, la progresiva escasez de recursos y su especialización en la caza habría acabado con los neandertales.
"Nuestros resultados hacen menos posible que diferencias significativas en la dieta sean parte de la causa (de la extinción)", explica a Público Dolores Piperno, investigadora del Museo Smithsonian de Historia Natural de Estados Unidos y coautora del estudio, publicado hoy en PNAS.
Los datos demuestran que los neandertales comían vegetales tanto en zonas templadas como frías. El primer individuo analizado se llama Shanidar 3, por el nombre de la cueva del norte de Irak donde fue desenterrado hace unos 40 años. Si una de sus costillas, lacerada por una supuesta herida de flecha, sirvió el año pasado para argumentar un controvertido asesinato por parte de los sapiens hace unos 46.000 años, tres de sus dientes ilustran ahora su dieta. Los expertos han comparado los datos con los de dos neandertales que vivieron hace unos 36.000 años en la cueva de Spy, en Bélgica.
La placa dental de los tres individuos muestra menús diferentes. "El neandertal de Shanidar comía variedades salvajes de cebada, dátiles y legumbres", explica Amanda Henry, antropóloga del Smithsonian y primera autora del trabajo. Los neandertales de Europa preferían los tubérculos de una especie de flor acuática y unas semillas similares al sorgo.

Potaje neandertal

Los expertos analizaron el almidón de las semillas en busca de rastros de daños por cocción. Por ahora, la cebada es la única semilla cocinada que el equipo ha logrado identificar, pero hay otras. "Es posible que combinaran varios tipos de plantas en sus platos", aventura Henry.
El trabajo confirmaría que, al igual que los sapiens, los neandertales dominaban el fuego y lo usaban para hacer más digeribles las plantas.
Aún es un misterio cómo cocinaban, pues no hay pruebas de que hiciesen recipientes de barro, que por otro lado no habrían aguantado el embate del tiempo, y sólo se han hallado unas cuantas piedras para moler grano, indica Henry. Una posibilidad es la piedra caliente, que, según explica Piperno, consiste en "calentar piedras al fuego y después ponerlas en agua dentro de algún recipiente hecho de pieles de animales".
"Es un estudio muy interesante", opina Isabel Cáceres, investigadora del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución. "Sabíamos por estudios anteriores que los neandertales también comían animales pequeños, mariscos, tortugas explica, pero no teníamos una evidencia tan directa de que también consumían plantas y las sabían procesar", añade. "Ellos también estaban adaptados y sabían aprovechar todo lo que encontraban a su alrededor; algo más tuvo que pasar para que desaparecieran", concluye.

Publico

2010/12/24

"Estaban capacitados para hablar"

En mayo, un equipo internacional de científicos liderado por Svante Pääbo (Estocolmo, 1955), desveló que los neandertales se hibridaron con el Homo sapiens y que los humanos actuales que viven fuera de África conservan aún hasta un 4% de ADN neandertal. Ahora presenta a los denisovanos, un nuevo linaje humano que se cruzó con el nuestro dejando hasta un 6% de ADN en los habitantes de Melanesia.
¿Son los denisovanos una nueva especie?
Es una discusión puramente académica. En teoría, un oso pardo y uno polar son especies distintas y sin embargo pueden tener hijos fértiles. Prefiero decir que los denisovanos son un grupo hermano de los neandertales. Compartieron con ellos un ancestro hace unos 650.000 años. Los dos y los humanos modernos tuvieron un ancestro común hace 800.000 años.
¿Cómo son los tres de diferentes genéticamente?
Son tan parecidos que ponerle un número tiene poco sentido.
¿Qué porcentaje del genoma se ha secuenciado y qué posibilidad de error hay?
Se ha secuenciado un 60% de todo el genoma. La posibilidad de que haya ADN de bacterias u otros organismos en él es de menos de un 1%.
¿Podían hablar?
Al igual que los humanos de hoy y los neandertales, los denisovanos tenían las dos variantes del gen FOX P2 necesarias para articular y emitir sonidos.
¿Podrían recrearse en un laboratorio?
Algunos argumentan que podría usarse un genoma humano e introducir las mutaciones necesarias para intentar recrearlos. Aunque fuera posible no sería ético. No debería hacerse.

Publico

2010/12/22

Las familias neandertales se intercambiaban a las niñas

Cuando eran todavía niñas, las hembras neandertales eran cambiadas por su familia con otros grupos. En ellos se harían adultas y tendrían hijos. En cambio, los niños seguirían viviendo con sus padres hasta la edad adulta. Así lo indica el primer análisis genético de una familia neandertal, la formada por 12 jóvenes, niños y adultos que vivieron en la cueva asturiana de El Sidrón hace 49.000 años.
"Se intercambiaban a las hembras casaderas antes de que alcanzasen la madurez reproductora", explica a Público Antonio Rosas, investigador del CSIC y uno de los autores del análisis, que publica hoy PNAS. La práctica se conoce como patrilocalidad y es aún común, por ejemplo, entre algunas tribus de cazadores y recolectores de África.

Unidad reproductora

El trabajo aporta un árbol genealógico al que le falta una mitad. Se debe a que el equipo ha logrado analizar solo su ADN mitocondrial, la parte del legado genético que pasa exclusivamente de madres a hijos. Los resultados muestran que entre los habitantes de El Sidrón, una "unidad reproductora", como la llama Rosas, había tres linajes maternos. Mientras que los tres hombres adultos pertenecían al mismo, cada una de las tres mujeres adultas descendía de uno distinto. Esto confirma, según los autores, que las familias eran pequeñas y que las mujeres preservaban la variedad genética, esencial para la supervivencia de una especie.
Es imposible saber si era una actitud voluntaria o inconsciente, como sucede en algunos simios, según Rosas. "Yo pienso que eran formas de asociación política o social muy primitivas y elementales", comenta.
Aunque es pura especulación, el experto aventura una posibilidad de cómo sucedió. Sería durante episodios de caza masiva, en los que la familia neandertal de Asturias se encontró con otras de Francia y Alemania mientras perseguían a grandes grupos de renos. Tras juntar sus fuerzas para matar a más de cien animales de una tacada, como atestiguan ciertos yacimientos europeos, se darían los intercambios de niñas casaderas. "Es como una película que nos inventamos, pero con elementos verosímiles", advierte Rosas.
La pregunta del millón es por qué se extinguieron los neandertales y no sus primos, que dieron lugar a los humanos modernos, entre ellos los cazadores y recolectores que siguen siendo patrilocales en un 70%, según asegura el estudio.
El trabajo apoyaría a los que piensan que nuestra especie no tuvo nada que ver en la desaparición de los neandertales. "El estudio apoyaría que el bajo flujo genético y las poblaciones pequeñas aceleraron la extinción", opina Clive Finlayson, director del Museo de Gibraltar. Su equipo halló los restos de la última población neandertal conocida, que se habría refugiado de la última glaciación en la cueva de Gorham, a los pies del peñón, hace 28.000 años. Según Finlayson, "cada vez se confirma más" que el cambio del clima y el deterioro de las poblaciones acabaron con la especie antes de que llegasen los ancestros de los humanos modernos.
Otros expertos no absuelven a nuestros ancestros con las pruebas que se han reunido hasta ahora. "Los chimpancés son patrilocales y tienen una diversidad genética dos o tres veces superior a la nuestra", opina Svante Pääbo, cuyo equipo, uno de los más avanzados en el análisis de ADN antiguo, secuenció este año el genoma neandertal. Pääbo cree que el trabajo debería complementarse con ADN del cromosoma Y, legado solo de padres a hijos para ver si se confirma la hipótesis. Su conexión con la extinción es asunto aparte. "Los neandertales de Europa y los hombres de Flores en Indonesia desaparecen justo con la llegada de los humanos modernos; sería muy sorprendente que estos hechos no tuviesen nada que ver".

Publico

2010/12/21

Extrañas en una familia neandertal

Un grupo familiar formado por una docena de individuos -hombres, mujeres y niños- perdieron la vida, seguramente todos a la vez, en el norte de la península Ibérica. Los hombres estaban emparentados entre sí; las mujeres, no. Fue hace unos 49.000 años, eran neandertales y sus restos fueron a parar a la cueva asturiana de El Sidrón. El ADN, como en una investigación forense, ha desvelado ahora su parentesco y, de ahí, algunas pistas nuevas sobre el comportamiento y demografía de aquella especie europea que dominó el continente y que desapareció hace menos de 30.000 años. Los restos de aquellos individuos presentan claras marcas de canibalismo, una práctica conocida de los neandertales.
"Si ahora tomas al azar una docena de personas por la calle, es muy difícil que siete -o incluso cuatro- de ellos tengan el mismo ADN; pero si haces el muestreo en un bautizo, por ejemplo, las probabilidades de que la gente comparta material genético son muy superiores", explica Carles Lalueza-Fox, líder del equipo que ha realizado este estudio de El Sidrón y que lo presenta en la revista Proceedings (Academia Nacional de Ciencias, EE UU).
Todos los individuos de aquella familia neandertal debieron de morir a la vez, dadas la disposición y las características de los fósiles, y los investigadores han identificado, además, claras marcas de canibalismo. "Están muy fragmentados y muchos de ellos, incluso cráneos, fueron golpeados para acceder al interior", explica Lalueza-Fox, genetista del Instituto de Biología Evolucionista (CSIC-Universidad Pompeu Fabra). Lo que resulta intrigante es cómo acabó todo aquel grupo muerto y consumido al mismo tiempo. La explicación es solo una hipótesis: pudieron morir y, tras ser devorados, sus restos permanecieron fuera de la cueva hasta que algún fenómeno natural provocó el colapso del terreno y se precipitaron hasta la galería conocida como el Osario, en El Sidrón. Tal vez el grupo era más numeroso. Los fósiles (unos 1.800, de 12 individuos) se descubrieron en 1994. Eran tres adultos (dos mujeres y un hombre); tres jóvenes adultos (dos hombres y una mujer); tres adolescentes de entre 12 y 15 años y posiblemente todos masculinos, y tres juveniles o infantiles (de entre dos y nueve años). Los 12 pertenecen a tres linajes femeninos diferentes, mientras que los hombres son del mismo. Dos de los niños pueden ser hijos de una de las hembras y otro sería hijo de otra; la tercera no tiene ningún pariente genético en el grupo.
Esto encaja "con la hipótesis de que eran las hembras las que se movían de un grupo a otro", dice Antonio Rosas, paleobiólogo del CSIC. Esta incorporación femenina al grupo social del hombre es habitual en sociedades tradicionales actuales, apunta Lalueza-Fox.
En cuanto a los neandertales, "el intercambio [de mujeres] tendría lugar durante encuentros puntuales entre los diferentes grupos en lugares comunes y momentos relacionados con la caza", añade Rosas. El efecto es la disminución de la consanguinidad en una comunidad.

El Pais

2010/12/08

Un ave gigante habitó Flores junto al 'hobbit'

La cueva en la que en 2004 se hallaron los restos del hombre de Flores acaba de aportar los fósiles del que pudo ser su peor enemigo. Se trata de un pariente de las cigüeñas y los marabúes actuales que medía 1,8 metros de alto y pesaba 16 kilos. En ausencia de depredadores mayores, esta ave se alimentaba a voluntad de la extraña fauna que poblaba la isla indonesia entre 20.000 y 50.000 años atrás. Su dieta incluía ratas gigantes, dragones de Komodo juveniles y, posiblemente, la versión humana local, conocida como hobbit debido a que medía un metro en edad adulta.
"No puede descartarse que el marabú gigante comiese hobbits, lo que a su vez hace posible que estos intentasen ahuyentarlo o incluso matarlo", explica a Público Hanneke Meijer, investigadora del Museo de Historia Natural de Holanda y una de las descubridoras de los restos de la nueva especie. Es aún pura especulación, advierte la experta. Aunque los fósiles del ave se han hallado en los mismos niveles de terreno de la cueva de Liang Bua de donde salieron los primeros restos de hobbits, no hay ninguna prueba directa de que uno se comiese al otro.
La nueva especie, llamada Leptoptilos robustus, no es una aberración evolutiva, sino un nuevo ejemplo de cómo el aislamiento puede favorecer que las especies disminuyan su tamaño para mejorar la adaptación al medio, como es el caso de los hobbits o los elefantes enanos extintos hallados en la isla, o que se agiganten debido a la ausencia de competidores.
El estudio de Meijer, publicado en Zoological Journal of the Linnean Society, analiza cuatro huesos de las patas del marabú gigante hallados en Liang Bua. Apunta que el ave no volaba, pero sus ancestros, sí. Cuando estos llegaron a Flores encontraron un ecosistema muy diferente, donde abundaba la comida y los espacios a recorrer para encontrarla eran pequeños. El resultado fue un gigantón que cambió la carroña por presas vivas como dieta principal. "En ausencia de mamíferos carnívoros como el lobo o el león, el marabú gigante tomó el rol de cazador", detalla Meijer.
"La presencia del marabú gigante en la cueva apunta a que el hobbit pudo alimentarse de esta ave", opina William Jungers, un experto en la anatomía del hombre de Flores de la Universidad Stony Brook (EEUU) que no ha participado en el presente estudio.
Queda determinar cómo y por qué se extinguieron todas estas especies, de las que no hay restos a partir de hace 12.000 años. "Una erupción volcánica es una de las posibilidades, aunque la llegada del hombre pudo ser el golpe de gracia para todos ellos", opina Jungers.

Ratas enormes y elefantes enanos

1. Hombre de flores
Medía un metro, tenía brazos largos y piernas robustas y su cerebro era menos de la mitad que el del ‘Homo Sapiens'.
2. Elefante enano
Los restos del hombre de Flores, hallados en la cueva de Liang Bua, aparecieron junto a los de ‘Stegodon florensis insularis', un pariente del elefante que pesaba apenas 300 kilos.
3. Ratas y lagartos
El ‘hobbit' también convivió con especies agigantadas por el aislamiento, como ‘Papagomys armandvillei', una rata con un cuerpo de medio metro de largo. También compartió la isla con tortugas gigantes y variantes del lagarto de Komodo.

Publico

2010/11/17

Nuestros antepasados eran más violentos que nosotros

Científicos en Gran Bretaña y Canadá han concluido tras varios estudios en huesos fosilizados de antropoides que los hombres primitivos pudieron haber sido más agresivos que el ser humano actual, debido a un más alto nivel de testosterona en el cuerpo.

Investigaciones previas arrojaron que los antropoides, con el dedo anular más largo que el índice, tenían más alto nivel de testosterona, lo que les hacía más agresivos y sexuales. La tesis responde al cálculo de la proporción de longitud de los dos dedos mencionados.

La investigación sobre los huesos fosilizados del Australopithecus afarensis de hace 3 millones de años, del Ardipithecus ramidus y del Homo neanderthalensis, que existieron hace 4,4 millones de años, así como el hombre mono de hace 70.000 años, apoyan esta tesis. “Aunque necesitamos más fósiles para la ulterior investigación, esto nos ayuda a conocer la evolución del comportamiento social de nuesta era”, dijo Emma Nelson, de la Universidad de Liverpool.

Pueblo en Línea

2010/11/10

El primer gran depredador de la Tierra no era tan fiero, según nuevas investigaciones

El enorme camarón carnívoro que gobernó los mares de la Tierra hace unos 1.500 millones de años, y al que se le ha adjudicado el título de primer gran depredador de nuestro planeta, pudo haber sido realmente más manso de lo que se presenta.

  Un nuevo modelo 3-D de la partes de la boca del Anomalocaris, junto con la evidencia de que estas piezas no eran duras como los dientes, sino flexibles, muestra que el famoso depredador no podría haber quebrado las cáscaras duras de los trilobites y otros animales que habitaban los mares en esa época.

  Es más, no hay pruebas de contenido gástrico o heces fosilizadas que muestren que el Anomalocaris 'comiera nada lo suficientemente duro como para dejar una huella fosilizada'. De hecho, fue esta falta de evidencia fósil sobre preferencias dietética la que inspiró la investigación, dijo el paleontólogo James "Whitey" Hagadorn, del Museo de Naturaleza y Ciencia de Denver (EE.UU), y que presentó sus descubrimientos en la reunión anula de la Geological Society of America.

  "Se suponía que vagaba por los mares del Cámbrico engullendo trilobites y todo lo demás", dijo Hagadorn. Pero la boca en forma de espiral y los apéndices asociados, como la barba de Anomalocaris, parecen haber sido flexible de acuerdo con los restos fósiles, dijo. No están mineralizados como el exoesqueleto de los trilobites que supuestamente les sirvieron de comida.

  "Ni siquiera podía cerrar la boca", dijo Hagadorn. Y no había manera práctica de que estas partes de la boca puedieran producir la fuerza necesaria para romper una cáscara de langosta moderna, ni una cáscara de camarón, que fueron utilizadas como análogos de un caparazón de trilobites en el modelo. Anomalocaris no era un devorador de trilobites. Pero el estudio no ayuda a explicar lo que esta bestia impresionante del Cámbrico comía. "Tal vez ingería y luego escupía hacia fuera", especuló Hagadorn. Otra posibilidad es que de alguna manera rompiera el alimento que estaba comiendo en partículas muy finas antes de ingerirlo. En este momento lo único que parece cierto es que el depredador más grande conocido del Cámbrico, es más misterioso que nunca. 

Canarias7

2010/11/05

Los neandertales tenían más parejas sexuales que los humanos

Los primeros humanos eran más competitivos y promiscuos que los humanos actuales, según un nuevo estudio.
Luego de analizar dedos de fósiles de neandertales, antecesores del hombre actual, un grupo de científicos determinó que éstos superaban al actual Homo Sapiens en el número de parejas sexuales.
Los investigadores estudiaron los huesos de los dedos fosilizados de los simios y homínidos extintos para aprender más acerca de su actividad hormonal.
El estudio, en el que participaron científicos de las universidades de Liverpool, Oxford y Southampton, de Reino Unido, y Calgary, de Canadá, fue publicado en el último número de la revista Proceedings of the Royal Society.
El grupo de investigadores, encabezado por Emma Nelson de la Universidad de Liverpool (Inglaterra), analizó los dedos fosilizados de cuatro especies de homínidos.

Dedos largos

Las proporciones de los dedos de los restos fósiles de los homínidos pueden ser utilizados como indicadores de los niveles que tenían de andrógenos prenatales, un grupo de hormonas que participan del desarrollo de las características masculinas, como la agresión y la promiscuidad.
Los altos niveles de las hormonas aumentan la longitud del dedo anular en comparación con el dedo índice, lo que acorta la diferencia de esos dedos con el dedo mayor.
El equipo descubrió que la diferencia entre la longitud del dedo anular y la del índice en los neandertales y los primeros miembros de la especie humana eran más bajos que la mayoría de los seres humanos, lo que sugiere que fueron expuestos a altos niveles de andrógenos prenatales.
Emma Nelson señaló que estos datos pueden servir para estudiar el comportamiento social de los simios y homínidos extintos y compararlo con el de los humanos.
"Aunque precisamos analizar más fósiles para confirmar nuestros resultados, este método podría ser una nueva y emocionante forma de entender cómo ha evolucionado nuestro comportamiento social", agregó.

BBC Mundo

2010/11/03

Hallado un delfín fósil con cabeza en forma de globo

La pesca de arrastre suele estar en el punto de mira de los ecologistas por el daño que las redes lastradas provocan en las comunidades del lecho marino. Pero también es fuente de descubrimientos científicos, como demuestra el hallazgo de un hueso que ha permitido conocer una extraña especie de delfín que vivió entre dos y tres millones de años atrás, informa la BBC.
En 2008 un marinero holandés llamado Albert Hoekman pescó una pieza singular mientras faenaba en el mar del Norte. Se trataba de un hueso premaxilar que dos científicos del Museo de Historia Natural de Rotterdam identificaron como perteneciente a un pariente de los actuales delfines y al que llamaron Platalearostrum hoekmani, en honor al pescador. Según publican en la revista del museo, Deinsea, los investigadores han asignado la especie a la familia de los delfínidos, que incluye a los calderones (mal llamados ballenas piloto) y las orcas.
Lo más llamativo de este cetáceo que medía unos seis metros y vivió en el Plio-Pleistoceno es su cabeza. De la forma y tamaño del hueso, los paleontólogos han podido deducir que tenía una cabeza globosa, distinta de la de cualquier delfín actual.
Según los científicos, "en las últimas cuatro décadas la pesca de arrastre en el mar del Norte ha rescatado decenas de miles de fósiles". Muchos de ellos aún esperan en un cajón de algún museo a que alguien los rescate por segunda vez para desentrañar el pasado de los mares.

Publico

2010/10/27

El primer humano fuera de África

Nuestra historia parecía más o menos clara. Los primeros humanos modernos surgieron en África hace unos 150.000 años. Más tarde, hace 50.000 años, nuestros tatarabuelos salieron del continente para conquistar Asia. Y hace 40.000 años entraron en Europa, donde mucho tiempo después acabaron construyendo la Torre Eiffel. Pero ahora esta teoría se tambalea.
Un grupo de investigadores chinos, dirigido por el paleoantropólogo estadounidense Erik Trinkaus y el chino Wu Liu, ha hallado un fragmento de mandíbula y dos muelas de un individuo que vivió en el sur de China hace unos 100.000 años. Era, inequívocamente, un Homo sapiens. La comunidad científica se enfrenta ahora a los restos de un hombre moderno que han aparecido en un lugar y en una fecha en la que no deberían estar y ponen patas arriba lo asumido hasta ahora.
Según los investigadores, los Homo sapiens coexistieron en Asia con los humanos arcaicos, lo que en Europa llamamos neandertales, durante más de 50.000 años. Y, según explica Trinkaus a Público, aprovecharon el tiempo juntos. "Se cruzaron", asegura el científico, de la Universidad Washington en San Luis, que ya describió en 2003 restos de los primeros humanos modernos europeos en Rumanía.

Sexo con descendencia

La mandíbula, desenterrada en 2007 en la cueva de Zhiren -en una zona montañosa de la región de Guangxi, pegada a Vietnam-, es prácticamente como la de cualquier humano moderno, pero más robusta, como la de los neandertales. Su edad, 60.000 años más que las evidencias conocidas hasta ahora, y morfología apuntan a que los Homo sapiens salieron de África mucho antes de lo que se pensaba, protagonizando "una dispersión con asimilación o continuidad poblacional con flujo genético", según los científicos.
Traducido a un lenguaje llano, los primeros humanos modernos abandonaron África hace más de 100.000 años y en su periplo por Asia copularon con otras poblaciones arcaicas. Y, según subraya Trinkaus, adoptaron un mismo estilo de vida. "Las diferencias de comportamiento entre estos dos grupos fueron más pequeñas y más sutiles de lo que se pensaba", señala el investigador.
Los autores, no obstante, apuntan otra posibilidad en su artículo, publicado hoy en la revista PNAS: "El surgimiento de manera independiente de estos rasgos en Asia Oriental". Si se confirmara esta hipótesis, sería una revolución. El multirregionalismo, enemigo de la Teoría Fuera de África, sostiene que el Homo sapiens apareció de manera gradual en varios puntos del planeta. Para el paleobiólogo Antonio Rosas, del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), "el hallazgo es contradictorio con todo lo que conocemos hasta ahora". No obstante, pide cautela, ya que "el multirregionalismo no ha sido aceptado por la mayor parte de la comunidad científica".
"En China son partidarios del multirregionalismo e, incluso, sostienen que el Homo sapiens pudo surgir en Asia, no en África", explica la paleoantropóloga María Martinón-Torres. Esta científica, del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, en Burgos, va a colaborar este año con Wu Liu y tuvo en la mano la mandíbula de Zhiren durante una visita al Instituto de Paleoantropología de Pekín el año pasado.
"Tenemos que estar preparados para que todo cambie con las excavaciones en Asia", advierte. Los yacimientos en Europa y África "están muy trillados", según Martinón-Torres, pero nadie sabe qué se esconde en Asia.

2010/10/02

Los pingüinos prehistóricos no vestían de esmoquin

Publico

Frente al look clásico de los pingüinos actuales, cuyas plumas blancas y negras se asemejan a un esmoquin, hace 36 millones de años el plumaje de estas aves incluía el color gris y el marrón rojizo, según un estudio publicado hoy en Science. El descubrimiento se ha realizado gracias al fósil de un ejemplar hallado cerca de la reserva de Paracas (Perú).
La especie se ha bautizado con el nombre de Inkayacu paracasensis, apodado el Rey del Agua, puesto que su tamaño rondaba el metro y medio de largo, lo que lo convierte en uno de los pingüinos más grandes de la historia. Según el artículo, se trata de un ejemplar adulto, por lo que esta coloración debía de ser un rasgo característico de la especie. En la actualidad, las plumas coloreadas sólo aparecen en los individuos más jóvenes.
A pesar del gran tamaño de la especie, las estructuras que aportaban el color a su plumaje, llamadas melanosomas, eran mucho más pequeñas que las que presentan sus parientes vivos. La investigación sugiere que los cambios en estas estructuras deben de estar relacionados con factores ecológicos, ya que el tamaño de los melanosomas actuales confiere a sus plumas una mayor resistencia frente al desgaste y las fracturas.

2010/08/30

'Okupas' humanos acabaron con el oso cavernario

Publico

La competencia entre humanos y osos cavernarios por conseguir refugio hace 50.000 años empujó a estos animales a la extinción. Así lo asegura un nuevo estudio que ha analizado el misterioso declive y desaparición de estas temibles criaturas, que podían superar los dos metros de alzada.
Los expertos llevan años discutiendo qué mató a unos animales que estaban bien asentados por toda Europa. Unos creen que fue el cambio del clima y otros, la caza por parte de poblaciones humanas.
Ahora, el estudio del ADN fósil de 17 osos cavernarios acaba de dar una nueva explicación. "Los humanos se quedaron con las cuevas de estos osos y los empujaron a la extinción", explica a Público Aurora Grandal, investigadora de la Universidad de A Coruña y coautora de un estudio publicado en Molecular Biology and Evolution.
Junto a expertos de otros siete países, Grandal analizó restos fósiles de osos encontrados por toda Europa, desde los bosques de Lugo, el lugar más occidental hasta el que llegaron sus dominios, a la cueva de Denisova, en Rusia, donde este año se encontraron los restos de la Mujer X, una misteriosa especie que podría ser de una raza humana desconocida hasta ahora.
Los datos genéticos sugieren una larga historia de desencuentros entre osos y humanos. Los restos estudiados abarcan desde hace 60.000 años hasta hace 24.000. Los expertos han analizado la diversidad genética de cada oso, lo que les da una idea de cómo eran de grandes las poblaciones. Los resultados muestran un lento pero continuo declive de la diversidad, lo que significa que los ejemplares fueron perdiendo poco a poco el contacto con otros. Esto dificultó el apareamiento y los empujó a la extinción hace unos 24.000 años. Los culpables de ese descenso fueron, según el equipo, las poblaciones de sapiens y neandertales de Europa, y las costumbres del oso cavernario.

Colonización

"Hace 50.000 años llegaron a Europa nuevas poblaciones de humanos modernos", explica Grandal. Los recién llegados buscaron refugio allí donde estaba disponible. La mejor opción para pasar los días más duros del invierno eran las cuevas en las que habitaba el oso cavernario (Ursus spelaeus). El enorme animal necesitaba esos escondites para hibernar. Hasta entonces, los osos se las habían arreglado para ahuyentar a ocasionales huéspedes no deseados, pero cuando los grupos humanos crecieron, la historia cambió. "Los osos se retiraban cuando encontraban grupos de tamaño considerable", señala Grandal.
Este movimiento okupa del Pleistoceno dejó al oso sin refugios y lo llevó a la extinción. El cambio del clima no sirve para explicar la desaparición por sí solo, según Grandal, porque cuando las glaciaciones comenzaron, la diversidad genética de los osos llevaba ya miles de años en descenso. Para corroborar esta hipótesis, los expertos han cruzado sus datos con la evolución genética de los osos pardos desde hace 80.000 años. Al contrario que sus congéneres de las cavernas, estos animales son omnívoros y no necesitaban cuevas para hibernar. Su diversidad genética permanece constante hasta hoy.
Por otro lado, las pruebas de que el hombre acabase con el oso dándole caza son poco consistentes. "De todos los fósiles de oso cavernario que conocemos, sólo uno lleva la marca de una flecha", concluye Grandal.