Los investigadores han estudiado en diferentes especies la proporción entre la longitud de los dedos anular e índice, un indicador asociado a rasgos de la personalidad desde la década de 1980. Los autores sostienen que algunas hormonas sexuales masculinas, como la testosterona, afectan a la longitud de los dedos durante el desarrollo del feto en el útero. Altos niveles de estas hormonas incrementan la longitud del anular frente a la del índice y se relacionan con el desarrollo de características supuestamente masculinas, como la agresividad y la promiscuidad. El estudio, publicado hoy en la revista Proceedings B de la Royal Society de Londres, afirma que la comparación entre los dedos sugiere "una mayor incidencia de poligamia" entre los neandertales que entre los humanos modernos.
La principal autora del trabajo, Emma Nelson, antropóloga de la Universidad de Liverpool, admite que sus conclusiones son insuficientes. "Las evidencias sobre los sistemas sociales de nuestros ancestros han sido siempre ambiguas y ningún enfoque por sí solo dará una respuesta definitiva", explica a Público. Nelson, incluso, reconoce que su afirmación de que los australopitecos eran monógamos "podría ser incorrecta", ya que han estudiado el tamaño de unas falanges que podrían pertenecer a diferentes individuos.
"¿Qué somos?"
La antropóloga, no obstante, defiende el análisis de la longitud de los dedos como un enfoque más para mirar al pasado. Su equipo ha contrastado la eficacia del método, novedoso para el estudio de fósiles, en especies de primates actuales. A mayor longitud del anular, mayor promiscuidad, asegura.Otros investigadores ajenos a su estudio son más escépticos. Para el director del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social, Eudald Carbonell, no basta con la longitud de los dedos para sacar conclusiones sobre el comportamiento social de los primates. "Esta es una cuestión muy especulativa. Para poder inferir conclusiones con precisión habría que contrastar este método con otros enfoques", explica el codirector de Atapuerca. A su juicio, ni siquiera se sabe si los humanos modernos son promiscuos o monógamos. "Los estudios sobre Homo sapiens no son muy concluyentes. ¿Qué somos? ¿Somos lo que somos o lo que nos dejan ser?", se pregunta Carbonell.
Publico