La técnica supuestamente inexpugnable para garantizar la confidencialidad de una información, la criptografía cuántica, también es débil. Un grupo de hackers anunció el domingo que ha conseguido reventar la seguridad de uno de estos sistemas y hacerse con sus secretos sin dejar huella.
La criptografía cuántica se basa en el envío de una clave secreta mediante fotones desde un emisor, tradicionalmente llamado Alice, a un receptor, denominado Bob. Los fotones, las partículas que constituyen la luz, forman un mensaje en código binario al llegar en dos estados diferentes al receptor. Uno se traduce como 0 y el otro como 1. En teoría, un intruso que intentara husmear en el mensaje, llamado Eve por convención, lo descuajaringaría, por el principio de incertidumbre enunciado en 1927 por el premio Nobel de Física Werner Heisenberg, que afirma que en el mundo cuántico la simple observación de un fenómeno produce su perturbación. Eve destrozaría la clave secreta antes de que llegara desde Alice a Bob. Y Bob se daría cuenta y se lo diría a Alice.
Esta tecnología inquebrantable se inventó a mediados de la década de 1980, pero no se comercializó hasta hace unos pocos años. Ahora, por primera vez, se ha violado su seguridad con "materiales comprados en una tienda" y en un par de meses, según ha explicado en un comunicado Vadim Makarov, investigador del Grupo de Hacking Cuántico de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Noruega, responsable del ataque junto a otros centros.
El grupo de Makarov ha aprovechado una laguna en estos sistemas. Mediante una luz láser, los hackers han conseguido cegar al detector Bob. Entonces, la intrusa Eve intercepta los fotones de Alice y los reenvía a Bob en formato clásico (un pulso de luz), no cuántico, según ha detallado Makarov en la revista Nature. Eve roba la llave secreta y Bob no se entera. A comienzos de año, un grupo canadiense reventó otro sistema cuántico, pero dejando huellas detectables.
La criptografía cuántica se basa en el envío de una clave secreta mediante fotones desde un emisor, tradicionalmente llamado Alice, a un receptor, denominado Bob. Los fotones, las partículas que constituyen la luz, forman un mensaje en código binario al llegar en dos estados diferentes al receptor. Uno se traduce como 0 y el otro como 1. En teoría, un intruso que intentara husmear en el mensaje, llamado Eve por convención, lo descuajaringaría, por el principio de incertidumbre enunciado en 1927 por el premio Nobel de Física Werner Heisenberg, que afirma que en el mundo cuántico la simple observación de un fenómeno produce su perturbación. Eve destrozaría la clave secreta antes de que llegara desde Alice a Bob. Y Bob se daría cuenta y se lo diría a Alice.
Esta tecnología inquebrantable se inventó a mediados de la década de 1980, pero no se comercializó hasta hace unos pocos años. Ahora, por primera vez, se ha violado su seguridad con "materiales comprados en una tienda" y en un par de meses, según ha explicado en un comunicado Vadim Makarov, investigador del Grupo de Hacking Cuántico de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Noruega, responsable del ataque junto a otros centros.
El grupo de Makarov ha aprovechado una laguna en estos sistemas. Mediante una luz láser, los hackers han conseguido cegar al detector Bob. Entonces, la intrusa Eve intercepta los fotones de Alice y los reenvía a Bob en formato clásico (un pulso de luz), no cuántico, según ha detallado Makarov en la revista Nature. Eve roba la llave secreta y Bob no se entera. A comienzos de año, un grupo canadiense reventó otro sistema cuántico, pero dejando huellas detectables.
No hay comentarios:
Publicar un comentario