El Pais
El teléfono inteligente, colocado en el salpicadero. El conductor llega a un barrio complicado para aparcar y activa la opción de búsqueda de plazas. En la pantalla, la información de las plazas libres en esa zona. Hay doce disponibles.
Quiere más detalles, quiere ver cómo es la plaza para que le entre su gran coche. Lo ve en su teléfono, sabiendo que algún día lo verá proyectado en el propio parabrisas, como veía Tom Cruise las cosas en Minority Report, filme futurista de Spielberg. ¿Es éste el sueño húmedo del conductor harto de dar vueltas a la manzana? No: más bien es algo que está al caer. Algo que ya se está probando en Londres y Nueva York. Algo que un grupo de inquietos emprendedores está intentando sacar adelante en Madrid. Algo que forma parte de la llamada Realidad Aumentada (RA), último hit tecnológico que promete cambiar alguno de nuestros usos y, a decir de algunos, nuestro modo de vida.
La Realidad Aumentada funciona mediante dispositivos que añaden información a la información física ya existente. Amplia el mundo real mediante la aplicación a imágenes de vídeo de capas generadas por ordenador.
El señor Smith, un turista británico ficticio muy puesto en las últimas tecnologías, se sitúa frente a la Sagrada Familia de Barcelona y la enfoca con el móvil (con un iPhone o con un teléfono con el sistema Android). Sobre la imagen que capta la cámara de vídeo del móvil aparece sobreimpresionada una etiqueta flotante con información. Cuenta que empezó a ser construida en 1882, que es la obra maestra de Antoni Gaudí, etc., etc., bla, bla, bla. Pero el turista que está frente al monumento nota que le suenan las tripas, tiene hambre, así que se gira y enfoca hacia el Passatge de Simó, a ver si le aparece algún restaurante y algún hotel por si la siesta se impusiera de rotundísimo modo. La aplicación de la guía de Lonely Planet le recomienda que para dormir opte por un hotelito con encanto que sale barato y queda cerca. El señor Smith, que lleva un rato con el brazo en alto, girando sobre sí mismo con el móvil para captar la información circundante, baja el brazo para descansar. Ya sabe dónde va a comer y dónde se echará su española siesta. Ve un cartel que no logra entender: el móvil se lo traduce, enfocando el letrero con su móvil. Bien, pues toda esta secuencia es ficticia, pero todo ello se puede hacer hoy, ya, aquí, de modo real. Con un teléfono inteligente y con una serie de aplicaciones que uno se baja gratuitamente. Excepto la de Lonely Planet, que es de pago.
Un mundo así es el que nos propone la realidad aumentada. Un lugar en el que ya viven los más friquis. El resto de humanos, siempre a la zaga, empieza a oír comentar del tema o, sencillamente, no sabe de qué diablos le hablan cuando escucha eso de Realidad Aumentada.
"Es un cambio radical en la manera de representar la información sobre la realidad", dice Fernando Garrido, sociólogo experto en nuevas tecnologías, que con entusiasmo engrosa la partida de los friquis. "Ofrece posibilidades muy jugosas. Creo que estas aplicaciones tienen futuro porque son sencillas y se pueden llevar a nuestra vida cotidiana".
Foursquare es uno de los orígenes de todo este fenómeno. "Fue el que creó la demanda", manifiesta Enrique Dans, profesor de la IE Business School y analista del impacto de las nuevas tecnologías en nuestra vida. Foursquare es una plataforma que te permite pasar por delante de un restaurante y saber qué opinan tus amigos (y los no amigos) del menú que allí ofrecen. Cada vez que vas a un sitio, puntúas y añades un comentario. El que llegue detrás lo podrá leer. "Es muy vicioso y ahora Facebook lo acaba de vampirizar. Va a ser todo un fenómeno", vaticina Dans.
El turismo es sin duda uno de los sectores clave para el desarrollo de la Realidad Aumentada. Y las guías Lonely Planet han sido rápidas en posicionarse en el nuevo mercado. El pasado 5 de agosto lanzaron su aplicación de RA para viajeros británicos y estadounidenses.
En conversación telefónica desde Londres, Kelly Brough, directora de la estrategia digital de la firma viajera, afirma que se mantienen los criterios que tan buena reputación han granjeado a Lonely Planet en papel. "La información que ofrecemos es independiente", asegura la ejecutiva australiana. La aplicación de las famosas guías de viajes cuesta 4,99 dólares (3,7 euros) en la tienda de Google Android. Brough, que no facilita datos de cuántas aplicaciones se han vendido desde su lanzamiento, se muestra confiada en la línea de negocio que se abre en este campo. Y eso que uno puede conseguir información gratuita de Google con esos mismos terminales. "Google te da todo. Nosotros, la información de nuestros autores, nuestra visión del mundo, nuestro contenido recomendado". Es decir, hoteles, restaurantes, sitios que visitar, etc. La aplicación ofrece información de 25 ciudades del mundo. Entre ellas, Barcelona, única representación española.
En Google también tienen clara la apuesta por esta tecnología. "La realidad aumentada cada vez va a ser más común. La vía de entrada son los teléfonos móviles, pero la tendremos en los coches, en las teles", comenta desde Londres Javier Arias, asturiano afincado en la City que trabaja en el departamento de alianzas estratégicas del gigante web. "La Realidad Aumentada nos puede cambiar la vida porque nos ayuda a tomar mejores decisiones", dice Arias. Se trata de una tecnología, explica, que facilita el matching, es decir, casar lo que el usuario busca con lo que se le ofrece. "En ese momento, la publicidad se convierte en información. Cuanto más exacta sea la información que le mostremos, más valor tendrá para el usuario".
Tomás Barceló apunta con su iPhone al cielo. En la pantalla aparecen una serie de etiquetas flotantes que indican la información en Realidad Aumentada disponible en los alrededores. Opta por presionar en su teléfono el canal de la Empresa Municipal de Transportes para ver qué paradas de bus hay cerca. El teléfono indica que hay cincuenta en un kilómetro a la redonda. En la más cercana, informa la pantalla, el bus está a punto de llegar.
Barceló, joven emprendedor de 34 años, cuenta que la RA ofrece posibilidades en el campo del marketing. Es subdirector de guiagps.com y experto en publicidad geoposicionada, "las páginas amarillas digitales para GPS", explica gráficamente. Dice que hace ya cuatro años que la realidad aumentada está en la palma de nuestra mano, pero que aún la gente no la usa demasiado: ¿Por qué?: "Porque no son muy buenas las aplicaciones, porque se vuelcan bases de datos masivas sin filtrar, y porque no hay nadie pateándose las calles para recoger la información relevante", resume. De las 180 aplicaciones de RA que conoce, dice que merecen la pena una decena. "El negocio no está en la Realidad Aumentada", explica, "el negocio importante es el del geoposicionamiento de la gente, el negocio de dirigir a las personas a lugares, ya sean discotecas, restaurantes o museos".
La empresa holandesa Layar se dice líder mundial como plataforma de contenido de RA. Con un millón de usuarios en el mundo, cuenta con 32 empleados y ha publicado del orden de 1.200 capas (capas de información que se sobreimpresionan sobre la imagen real en la pantalla). Su portavoz cuenta que España se halla entre los diez países de mayor tráfico, en niveles similares a Francia y Alemania, aunque superada por Holanda y el Reino Unido. Entre las 120 capas dirigidas al mercado español, se encuentran algunas de rutas de tapas, bancos como Bankinter y portales inmobiliarios como idealista.com. "El concepto de realidad aumentada aún está en su infancia", afirma su portavoz. "Las posibilidades que ofrece en marketing, comercio y juegos son más que abundantes". Señala que la consultora Juniper Research proyecta ganancias de 1,5 millones de euros para el sector en 2010 y de cerca de 530 millones para 2014. Por no hablar de las posibilidades divertidas y lúdicas. Con la aplicación de Ikea, uno puede sobre impresionar un sofá sobre la imagen de su salón y ver cómo quedaría; en la de Rayban, ver cómo le sentarían unas gafas. El campo de los simuladores de vuelo y la microcirugía también se pueden ver beneficiados por esta tecnología. ¿Hasta dónde se puede aumentar la realidad? ¿Se convertirá en una realidad la realidad aumentada?
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