Un supervisor de carpintería norteamericano, John Halpin, parece haberse convertido en la primera persona expulsada de su trabajo merced al control ejercido por su empleador, el Departamento de Educación de Nueva York, a través de un GPS instalado en el teléfono que le habían suministrado. La noticia la leo en Boing Boing, “Man fired after employers track his movements on GPS phone“, aunque la tomo con ciertas precauciones dado que la fuente original es el New York Post, un medio con una fuerte tendencia al sensacionalismo. Según este diario, los registros de posicionamiento sirvieron para detectar que el empleado tenía la costumbre de terminar antes de tiempo sus jornadas de trabajo, lo que llevó a la portavoz de la empresa a afirmar que “esta persona estaba siendo pagada por no trabajar”.
Una juez ha admitido el caso y ha declarado al empleado culpable por generar reportes de tiempo falsos, aunque según el periódico, esta persona entraba frecuentemente hasta dos horas antes de su horario para supervisar determinadas tareas. Según Halpin, su empleador nunca le advirtió de que el teléfono, que le fue suministrado en el año 2005, podía servir para tenerle localizado. Sin embargo, la empresa ha podido demostrar cómo además de no tener obligación legal de hacer este tipo de advertencias a sus empleados, al teléfono lo acompañaba un pequeño folleto de once páginas, en el que se le advertía de que “incluso cuando la función de GPS está restringida, la información sobre localización puede estar disponible para el propietario del teléfono, el responsable de la flota o el administrador de la cuenta”. Según parece, la legislación sobre este tipo de avisos a los empleados no está homogeneizada en los Estados Unidos, y algunos sindicatos están empezando a presionar para que así sea.
¿Alguien sabe qué dice la legislación española con respecto de este tipo de temas?