El proyecto
quiere crear inteligencia artificial que “beneficie a la humanidad”. Ya
cuenta con 1.000 millones de dólares para hacerlo.
OpenAI es una compañía de investigación de
inteligencia artificial sin ánimo de lucro. Como su indica su propio
nombre, tiene un carácter abierto y por tanto, algo de servicio a la
sociedad.
“Nuestro objetivo es avanzar en la inteligencia artificial de forma que beneficie a la humanidad en su conjunto y no quede relegada a la necesidad de generar un retorno económico”, dice la carta de presentación de la firma.
Y como ocurre en el mundo Open Source, el principal beneficio de ser abierto es la eliminación de las obligaciones financieras, las presiones de socios para que el retorno de las inversiones llegue cuanto antes, muchas veces a cualquier precio. En el caso de OpenAI hay dos buenas intenciones más: evitar que gigantes privados monopolicen la inteligencia artificial con fines económicos y evitar que los malos se hagan con ella.
Investigar en inteligencia artificial para conseguir imitar la inteligencia humana de forma artificial es el principal reto de esta organización. Grandes de la industria ya se han interesado por la iniciativa.
En cabeza de cartel está Elon Musk, CEO de Tesla y uno de los emprendedores más conocidos de todo el planeta. También uno de los más exitosos. Musk, apoya la iniciativa junto con un puñado de nombres reconocidos en el sector –el que fuera CTO de Stripe, Greg Brockman o Sam Altman, presidente de la incubadora más influyente de startups, Y Combinator- y compañías como AWS, Infosys e YC Research.
En total han donado 1.000 millones de dólares a la causa.
El pasado mes de abril OpenAI liberó su primer lote de software, un toolkit para construir sistemas de inteligencia artificial a través de una tecnología llamada “aprendizaje reforzado” que está detrás de AlphaGo –programa de AI desarrollado por Google para su juego de mesa Go-, entre otras cosas.
Pero la inteligencia artificial aplicada a juegos es sólo el principio de lo que OpenAI puede llegar a permitir. Y es que no se trata de reinventar la tecnología, sino de reinventar la forma en la que se construye esa tecnología.
Con Watson de IBM como principal ejemplo, estamos viendo ya que esta tecnología ayuda a las máquinas a comprender el lenguaje natural, de llevar a cabo tareas y de aprender.
La inteligencia artificial es crucial para los negocios en los que Elon Musk anda metido. Es fundamental para sus coches autónomos Tesla y para SpaceX, su otra compañía, que llevará a gente en el espacio.
Es muy previsible, indica Wired en este artículo, que OpenAI no abra a la comunidad todo lo que produce. “Produciremos mucho código abierto. Pero también tenemos muchas cosas que no hemos preparado para lanzar”, declara el CTO, Brockman a la prestigiosa revista.
Algunas voces ya alertan de los peligros de abrir las claves para construir sistemas de inteligencia artificial. La poderosa tecnología puede utilizar con fines maliciosos. “Si tienes un botón que puede afectar negativamente al planeta no quieras hacerlo disponible para todos”, dice un filósofo de la universidad de Oxford en el artículo.
Por otro lado también hay quien piensa que alejar el poder de monopolio de la inteligencia artificial de empresas privadas, con fines lucrativos, es un factor positivo.
Ya veremos hacia dónde se dirigen los esfuerzos de este equipo.
“Nuestro objetivo es avanzar en la inteligencia artificial de forma que beneficie a la humanidad en su conjunto y no quede relegada a la necesidad de generar un retorno económico”, dice la carta de presentación de la firma.
Y como ocurre en el mundo Open Source, el principal beneficio de ser abierto es la eliminación de las obligaciones financieras, las presiones de socios para que el retorno de las inversiones llegue cuanto antes, muchas veces a cualquier precio. En el caso de OpenAI hay dos buenas intenciones más: evitar que gigantes privados monopolicen la inteligencia artificial con fines económicos y evitar que los malos se hagan con ella.
Investigar en inteligencia artificial para conseguir imitar la inteligencia humana de forma artificial es el principal reto de esta organización. Grandes de la industria ya se han interesado por la iniciativa.
En cabeza de cartel está Elon Musk, CEO de Tesla y uno de los emprendedores más conocidos de todo el planeta. También uno de los más exitosos. Musk, apoya la iniciativa junto con un puñado de nombres reconocidos en el sector –el que fuera CTO de Stripe, Greg Brockman o Sam Altman, presidente de la incubadora más influyente de startups, Y Combinator- y compañías como AWS, Infosys e YC Research.
En total han donado 1.000 millones de dólares a la causa.
El pasado mes de abril OpenAI liberó su primer lote de software, un toolkit para construir sistemas de inteligencia artificial a través de una tecnología llamada “aprendizaje reforzado” que está detrás de AlphaGo –programa de AI desarrollado por Google para su juego de mesa Go-, entre otras cosas.
Pero la inteligencia artificial aplicada a juegos es sólo el principio de lo que OpenAI puede llegar a permitir. Y es que no se trata de reinventar la tecnología, sino de reinventar la forma en la que se construye esa tecnología.
Con Watson de IBM como principal ejemplo, estamos viendo ya que esta tecnología ayuda a las máquinas a comprender el lenguaje natural, de llevar a cabo tareas y de aprender.
La inteligencia artificial es crucial para los negocios en los que Elon Musk anda metido. Es fundamental para sus coches autónomos Tesla y para SpaceX, su otra compañía, que llevará a gente en el espacio.
Es muy previsible, indica Wired en este artículo, que OpenAI no abra a la comunidad todo lo que produce. “Produciremos mucho código abierto. Pero también tenemos muchas cosas que no hemos preparado para lanzar”, declara el CTO, Brockman a la prestigiosa revista.
Algunas voces ya alertan de los peligros de abrir las claves para construir sistemas de inteligencia artificial. La poderosa tecnología puede utilizar con fines maliciosos. “Si tienes un botón que puede afectar negativamente al planeta no quieras hacerlo disponible para todos”, dice un filósofo de la universidad de Oxford en el artículo.
Por otro lado también hay quien piensa que alejar el poder de monopolio de la inteligencia artificial de empresas privadas, con fines lucrativos, es un factor positivo.
Ya veremos hacia dónde se dirigen los esfuerzos de este equipo.
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