Ayer, en la conferencia inicial de su encuentro anual para desarrolladores (BUILD 2015) Microsoft dio más detalles sobre Continuum, una función que debuta en Windows 10 y que había mencionado en ocasiones anteriores, y que permitiría transformar algunos smartphones futuros en computadoras convencionales.
El concepto inicial de Continuum es permitir una transición fluida entre los dos modos de uso de Windows (el orientado a las pantallas táctiles, y el del escritorio tradicional, con teclado y mouse); Continuum es el que determina -si el usuario lo desea- qué modo de interacción o vista de la aplicación se debe privilegiar. En Windows 10 Microsoft apostará por aplicaciones universales (el mismo programa para una PC de escritorio, una tableta o un teléfono) y esto abre el camino para lo que anunció ayer: algunos smartphones futuros corriendo Windows 10 para teléfonos podrán, al conectarse vía HDMI a un televisor o monitor, y vía Bluetooth a un teclado o mouse, funcionar como una PC, transformando su interfaz para aprovechar el monitor más grande.
¿Suena conocido? Sí, porque no es un concepto nuevo, aunque sí tiene el potencial para tener una mayor adopción. Palm -entre otros- estuvo a punto de presentar Foleo en 2007, un teclado y pantalla símil notebook que tomaba la información del smartphone para funcionar. Y Motorola avanzó bastante en este sentido con el modo webtop de sus Atrix en 2011: el smartphone daba vida a un teclado y una pantalla, y cambiaba su interfaz gráfica de Android a un Linux convencional, permitiendo correr las aplicaciones de Android como ventanas en este escritorio.
Ubuntu también prometió algo similar para las más recientes versiones de su distribución de Linux; aunque ya llegó a los primeros smartphones, este modo dual todavía no está disponible.
Con una propuesta más modesta, la línea PadFone de Asus lleva ya varios años ofreciendo una pantalla con una ranura especial para su smartphone con Android, que lo convierte en una tableta, y eventualmente en una notebook con un teclado desmontable.
La apuesta, aquí, es similar: llevar un smartphone en el bolsillo que funcione como tal, y al llegar al trabajo, se conecte a una base que le habilite un teclado, un monitor y el modo de interacción de Windows 10 para PC, tal como se pudo ver ayer en la demo. Para el usuario es transparente (más allá de que no servirá para cualquier tarea porque el chip del móvil no puede competir con un Core i7). Una vez terminado el trabajo, se toma el teléfono y listo.
Aunque Microsoft adelantó que no cualquier smartphone podrá hacerlo (por lo pronto, la idea es que ambas pantallas, la del teléfono y el monitor, puedan usarse al mismo tiempo), no estamos hablando de que necesite un hardware descomunal: hoy hay smartphones con 4 GB de RAM, como el Asus Zenfone 2, y procesadores para móviles muy poderosos (incluyendo los Atom de Intel, que facilitan la compatibilidad con aplicaciones tradicionales de Windows). Ni hablar que la mayoría de las pantallas "de escritorio" que usamos hoy tiene una resolución igual o menor a la de un smartphone de alta gama.
Parte de la promesa de este modo de uso que habilita Windows 10 es llevar la información y las aplicaciones en el bolsillo, y transformar cualquier pantalla disponible en una computadora completa; hay ahí un ahorro de dinero, de administración de más dispositivos, etcétera.
A la vez, conceptos como el Chromebit de Google (que no es Chromecast, la antena para reproducir contenido multimedia en la TV) plantean una opción similar: un pendrive de 99 dólares con el hardware de un smartphone, que usa Chrome OS, el sistema operativo de Google que apuesta a Internet como repositorio de datos, y que al principio prescindía de las aplicaciones pero ahora va sumando las de Android.
Y que, como el concepto de Microsoft, apuesta a transformar cualquier televisor o monitor en una computadora, y hacer más difusas las fronteras entre un teléfono, una tableta, una 2-en-1 y una computadora convencional.
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