Con frecuencia se descubren redes de espías extranjeros y Wikileaks continúa publicando documentos embarazosos.
Pero no son sólo los gobiernos quienes están en la mira de los espías. Los negocios también, y el espionaje comercial sigue tan desenfrenado como siempre.
"Es algo que ha estado ocurriendo desde tiempos inmemoriales", dice Crispin Sturrock, de la empresa de contrainteligencia White Rock Global.
"Siempre que algo tiene valor y alguien quiere saber lo que es, encuentra alguna manera de conseguirlo", dice.
"Sucede a muy gran escala y el problema está aumentando. Estadísticas presentadas en Estados Unidos muestran que las pérdidas alcanzan miles de millones de dólares", señala.
Filtraciones dañinas
Cuando la información se filtra, o se la roban, raramente la prensa se entera porque tiene que ser contenida.
"Puede ser algo relacionado con el precio de una acción y, como el mundo financiero es un enorme péndulo que oscila entre la avaricia y el miedo, no queremos que el miedo entre subrepticiamente y reduzca el precio de las acciones de alguien", dice Sturrock.
La demanda de información proviene sobre todo de otras compañías y es más frecuente en ciertas partes del mundo.
"Hemos visto un aumento drástico en países como China y Rusia", señala el especialista.
La información se busca en muchos sectores, especialmente en las nuevas empresas de alta tecnología, la actividad bancaria, el sector financiero y los productos farmacéuticos.
"Siempre tienen información valiosa de la que terceras personas quisieran apropiarse", explica Sturrock.
Con los oídos bien abiertos
A veces es necesario saber qué está pasando realmente dentro de una compañía, quizás para decidir si se continúa o no con una adquisición.
¿Pero en qué punto esa investigación legítima se convierte en espionaje ilegítimo?
"Cuando alguien cruza la línea ética para descubrir exactamente lo que está ocurriendo, por ejemplo, si se colocan micrófonos ocultos en reuniones estratégicas, salas de juntas o eventos externos", responde Sturrock.
Él señala que muchas compañías pagan fortunas en cortafuegos para prevenir el acceso de hackers a sus sistemas informáticos pero que le dedican muy poco dinero a la protección de una conversación.
"Alguien puede tener acceso a una conversación y grabarla en un teléfono celular o en una grabadora o en un sistema con micrófonos ocultos", dice.
"Esa conversación se podría llevar a cabo en la recepción de un hotel o en un restaurante, por lo que es muy fácil sentarse a una mesa próxima y escuchar a hurtadillas, que es como solíamos recopilar la información desde tiempos inmemoriales, con nuestros oídos".
Supervisando al personal
Las nuevas tecnologías han facilitado y abaratado el espionaje industrial.
Detrás de la mundana fachada de "Spycatcher" ("Cazador de espías"), una tienda londinense que vende equipos de vigilancia electrónica, los clientes hablan sobre todo en idiomas del Medio Oriente o Europa Oriental.
"La mayoría de nuestros clientes son clientes corporativos que quieren saber quién está filtrando información", dice Julia Wing.
"Quieren saber en quién pueden confiar en los lugares de trabajo, especialmente en las actuales circunstancias financieras en que tienen que proteger sus inversiones".
Otros clientes quieren velar por que un niño o un anciano esté recibiendo el cuidado adecuado.
Hubo un caso en el que "Spycatcher" insertó un dispositivo de escucha en un muñeco de peluche para poder dejarlo en una guardería, que sólo se activaba si había un sonido en la habitación.
"Uno no debe acusar a alguien sin pruebas", dice Wing, "por lo que es mejor vigilarlo discretamente por un tiempo, aunque sea apenas para tener tranquilidad mental".
A veces, hay gente que necesita grabar una conversación de negocios, solo como prueba de lo que se dijo.
De película
Instalar microfonos clandestinos es material de películas viejas en blanco y negro, aunque en la realidad, sigue siendo la manera mas popular de obtener información a escondidas.
No hay leyes en el Reino Unido que digan que no pueden instalarse micrófonos secretos en un cuarto, pero hay normas estrictas acerca de lo que puede usarse o no.
Cualquier cosa que use una frecuencia como UHF o VHF necesita una licencia.
"Nuestros instrumentos de escucha en UHF son estrictamente para clientes que viven por fuera de la Unión Europea y deben firmar una declaración", dice King.
El instrumento más común para espiar conversaciones usa una tarjeta SIM y frecuencias GSM similares a las de los teléfonos móviles normales.
"Puede hacerse una llamada y escuchar una conversación en un cuarto en el otro lado del mundo. No es diferente a hacer una llamada telefónica y después olvidar colgar para terminar la llamada", asegura.
El instrumento solo opera en una vía. Todas las demás funciones del teléfono han sido desactivadas, para que no puedan ser usadas para detonar un artefacto explosivo.
Como los módulos son tan pequeños, pueden ser colocados en lámparas de mesa, relojes, marcos de cuadros, corbatas y bolígrafos, o pueden ser hechos a la medida de acuerdo a las necesidades del cliente.
"Mientras haya espacio para una tarjeta SIM y un módulo y un micrófono, podemos hacer un instrumento de escucha".
Tecnologías similares son usadas para espionaje visual en calidad digital. Incluso una lata de refresco puede esconder una cámara dentro de una burbuja impresa a un lado del recipiente, o en unas gafas, para que pueda grabarse todo al voltear la cabeza.
La empresa también ofrece contraespionaje en forma de detectores de micrófonos, instrumentos para bloquear grabadoras y para interferir en teléfonos celulares. Todo lo que está en venta es una pieza legítima que puede usarse en algún lugar del mundo.
Lea también: Escándalo por espionaje industrial en Renault
BBC Mundo