Hace diez años que salió al mercado el iPod. Parece que este aparatito lleno de música en mp3 nos ha convertido en gente asocial, siempre con los audífonos puestos.
Suena como una visión distópica: Media humanidad conectada a un universo paralelo que la deja ajena al mundo que la rodea y a otros seres humanos.Quienes acostumbran viajar en el transporte público reconocen la escena: un vagón lleno de pasajeros con cables blancos enchufados a los oídos. Y en los autos, los niños escuchan su propia música con auriculares. En vez de jugar cartas en el autobús como en otros tiempos, los futbolistas viajan con los audífonos puestos. Muchos deportistas incluso entrenan con audífonos.
Hace tres décadas que existen los estéreos personales, pero el iPod, el reproductor de mp3 más vendido, ha superado con creces las limitaciones de sus voluminosos predecesores, como el Walkman. Desde que Apple lanzó su primer iPod en octubre del 2001, prometiendo "mil canciones en tu bolsillo", la compañía ha vendido más de 300 millones.
En el 2005, los medios recibieron con sorpresa la revelación de que el presidente George W Bush tenía un iPod. Ahora la noticia provocaría indiferencia.
Para el 2007, más de la mitad de los pobladores de ciudades occidentales estaban usando un iPod o un reproductor de mp3. El profesor Michael Bull, autor de Sound Moves: iPod culture and urban experience (La cultura del iPod y la experiencia urbana), señala que ha rebasado la rebeldía de la juventud para llegar a los niños y a los abuelos.
Droga
Leander Kahney, editor de Cultofmac.com, en San Francisco, argumenta que el iPod ha enriquecido la vida de la gente, permitiéndole escapar de la opresión cotidiana y lo compara con "una droga del ánimo". Y a pesar de los intentos de competidores como Microsoft, el producto de Apple nunca ha bajado del 70% del mercado.El inventor germano-brasileño Andreas Pavel puede ser considerado el padre espiritual de la cultura del audífono, pues inventó el primer estéreo personal en la década de 1970. Su propósito inicial era liberar a la música grabada del yugo de los equipos musicales del hogar.
Cuando probó su prototipo, experimentó algo trascendental. "Fue como un sueño. Es el placer de la música combinado con la visión de tu ambiente. Estás dándole una banda sonora a la vida, que se convierte en una película".
Hoy en día está tan generalizada la cultura de los audífonos, que se ha convertido en una especie de taquigrafía cultural, con frecuencia para una generación egoísta sin valores cívicos.
La mayor preocupación es que el iPod ha convertido a la gente en asocial. No es solamente el sonido metálico que sale de los auriculares, sino la barrera que levanta entre las personas. El columnista del Daily Telegraph Bryony Gordon afirma que los jóvenes han crecido para estar "enchufados", no para relacionarse con su medio ambiente. "Yo no le pediría direcciones a alguien con audífonos, es como si llevaran un cartel que dice ‘cerrado’", advierte Gordon.
Las entrevistas del profesor Bull con usuarios del iPod confirman esta percepción: a muchos de ellos les molesta que los interrumpan para hablarles. Y si entran a una tienda, ¿se los deben sacar para hablar con un vendedor?
Defensa
La asesora de etiqueta Liz Wyse dice que sí, que deben sacarse los dos auriculares. Pero rescata al iPod como una defensa a otra molestia pública aún peor: el teléfono celular. "Un iPod es maravilloso en el tren. Si no, estás obligado a escuchar las conversaciones en voz alta de los demás en sus celulares".El hecho es que se adapta a nuestros deseos modernos, según el profesor Bull. La gente nunca ha hablado demasiado en los trenes y ha recurrido al truco de esconderse tras un periódico. "Puede ser desolador viajar en un espacio público y la música te alegra", dice. Lo malo es que esa alegría aislante no te permite escuchar nada fuera de tu audífonos, y el ambiente se hace menos social, más frío.
Pero el iPod no es la causa del cambio del espacio público al personal, sino un reflejo de la tendencia, indica Bull. Que la gente escuche la música de su preferencia en el gimnasio no quiere decir que sea antisocial. "La presencia de gente a tu lado en la calle ya no es algo social. Nuestra intimidad es con nuestros seres queridos o gente que está ausente en chats y redes sociales".
Pavel afirma que nunca quiso aislar a la gente del mundo exterior. Su patente sugería la inclusión de un micrófono para poder escuchar lo que ocurría mientras escuchaba música. Al final, es un canje, según el inventor. A veces queremos privacidad y escapismo, otras, interacción con los demás. "Te aísla un poco, pero cuando estás en un autobús no quieres necesariamente hablar con la gente, sino apreciar la música".