Si el fútbol es una religión, como dice el trajinado dicho, entonces en Singapur, el centro Chijmes es uno de los principales sitios de adoración.
El antiguo convento es ahora un complejo de restaurantes y bares que, en las noches de fútbol durante los fines de semana, ve sus patios llenarse de aficionados. Con una helada cerveza Tiger en mano, se acomodan frente a las pantallas gigantes para ver en directo los juegos de la Liga Premier de Inglaterra.
Ningún partido es más importante que el enfrentamiento bianual entre Liverpool y Manchester United.
Aunque los encuentros tempraneros en el noroeste de Inglaterra enardezcan a los directores técnicos -como fue el caso cuando el Manchester fulminó al Liverpool 4 a 1 en marzo- esa hora es perfecta para los aficionados en esta parte del mundo.
Después de todo, qué podría ser mejor que invertir la primera parte de una noche de sábado tropical vitoreando a su equipo preferido en un bar al aire libre.
Pero, podrían presentarse problemas en este paraíso.
Mal momento
Los derechos de transmisión por televisión de los partidos de la Liga Premier se han vuelto cada vez más condiciados en Asia.
En octubre, SingTel, un proveedor de telecomunicaciones e internet, reemplazó a StarHub como "el hogar" de Torres, Reina, Rooney, Valencia y compañía en Singapur.
Según los informes, el acuerdo de tres años para los derechos llega casi a los US$300 millones.
Para los aficionados, con la Copa Mundo en el horizonte, el momento no podría ser peor. Tendrán ahora que gastar en dos cajas decodificadoras y pagos de subscripción separados para garantizar su dosis de fútbol.La sección de cartas del lector en el principal diario de Singapur, The Straits Times, estuvo llena de mensajes angustiosos de fanáticos contrariados porque ya estaban pagando US$50 al mes bajo el actual contrato.
Para su infortunio, la Liga Premier y sus clubes asociados se han dado cuenta de la cantidad de dinero que pueden extraer de esta parte del mundo.
Y mientras las utilidades de televisión son divididas entre todos los equipos, los equipos de mayor jerarquía ya están concibiendo maneras de sacarle fruto a la lealtad de los aficionados.
Tanto Liverpool como Manchester United jugaron partidos de pretemporada en Singapur durante el verano. Los hombres de rojo de Anfield (el estadio de Liverpool) llenaron de entusiasmo -y un tanto de caos- la capital tailandesa de Bangkok.
Los hinchas abarrotaron los balcones de un gran centro comercial para tener un fugaz vistazo de Xabi Alonso, Albert Riera y David Ngog durante una aparición promocional para la marca de sus botines.
Los espacios públicos del Hotel Grand Hyatt se convirtieron en ríos de rojo y blanco a medida que los aficionados se mezclaban con los funcionarios de los clubes. El tránsito se estancó durante horas al inicio y al final de un partido de exhibición en el Estadio Nacional de Rajamangala.
Patrocinio local
La devoción era evidente y el club insistió en que no estaba allí simplemente para aprovecharse de los aficionados tailandeses y hacer dinero fácil.
"Nunca tomamos ese camino", asegura el director comercial de Liverpool Ian Ayre mientras sorbía un té en el lobby del Hyatt.
"Pero no creo que haya un hincha de Liverpool en Tailandia que no entienda que alguien está pagando para que el equipo esté aquí. Si queremos tener el mejor equipo, los mejores jugadores, debemos tener las mejores utilidades. Parte de eso es lo que nos entra de las giras de pretemporada", explicó.
Ayre ha invertido la mayor parte de su tiempo de gira explorando otras maneras de aumentar la visibilidad de Liverpool en el sureste asiático, así como sus ingresos.
El desafío es generar dinero al tiempo que se mantienen satisfechos a los aficionados. Durante un viaje a Bangkok, los seguidores del equipo sintieron que el equilibrio entre lo comercial y la pasión estuvo bien.
"Esto no se siente como un ejercicio en generación de dinero", comenta Duke, presidente de la sección tailandesa del Club de Aficionados de Liverpool.
"Lo bueno de Liverpool viniendo aquí es que reconocen que Asia en un gran mercado para ellos. No están haciendo solo una parada, recogiendo dinero y adiós, están tratando de establecer una base aquí.
Reciprocidad
Pero hasta los más acérrimos hinchas tienen sus límites. A medida que la afición asiática se da cuenta de su creciente importancia para las finanzas de los clubes ingleses, se empieza a preguntar qué deberían recibir a cambio.
"Yo propongo que establezcan un centro en Asia, dado el potencial de afición", expresa John Chew, homólogo de Duke en Malasia.
"Deberían tener alguien aquí que entienda el sentimiento local. La financiación proviene de los derechos de televisión y Asia provee entre el 60 y 70% de eso. El dinero proviene de Asia, así que deberían devolverle algo a Asia", agrega.
Liverpool insiste en que sí hay reciprocidad con los aficionados asiáticos, a través de programas de entrenamiento y fundaciones de caridad. La meta, dice Ayre, es "lealtad sustentable".
Pero algunas veces eso puede resultar difícil de apreciar por parte de aficionados que tiene que pagar precios cada vez más altos para seguir a equipos que juegan a miles de kilómetros de distancia.
Es posible que las quejas en Singapur callen, pero existe un precedente de hinchas que se hartan del fútbol inglés cuando se sienten explotados.
En China, la Liga Premier logró un jugoso acuerdo con un operador de televisión paga en 2007, pero la audiencia se desplomó de decenas de millones a decenas de miles cuando los televidentes sintonizaron a cambio las transmisiones gratis de las ligas española e italiana.
Bajo presión de los principales clubes por este auto-gol, la Liga Premier intervino para asegurar que algunos de los partidos de esta temporada se transmitieran en canales abiertos.
Sin embargo, podría tomar mucho tiempo para que el fútbol inglés recupere su base de aficionados chinos que ha migrado a deportes como el baloncesto y a otras ligas europeas.
Los clubes no podrán repetir esa experiencia. Los favorables acuerdos de televisión logrados en toda Asia garantizarán los ingresos durante los próximos tres años, pero asegurarse de que los aficionados estén recibiendo valor por su inversión puede ser la clave para una financiación a largo plazo, no sólo una pesca milagrosa temporal.