La propuesta parte de Northwest Carbon, una de las mayores empresas de carbón del país y, por tanto, una de las responsables de las emisiones de dióxido de carbono australianas. Según medios locales, la compañía ha sugerido que podría asumir las cacerías desde helicópteros.
La IsoCard (Sociedad Internacional de Investigación y Desarrollo de los Camélidos) lanzó la alerta con un comunicado del 5 de julio, difundido en Francia por el Cirad, el principal centro de agronomía tropical y de regiones áridas. Los 300 principales expertos en camélidos de la IsoCard califican de "falsa" y "estúpida" la idea que está circulando en la Administración australiana. El Gobierno de Canberra, escriben, "sugiere que las emisiones de metano" contenidas en las flatulencias del "dromedario salvaje de las estepas son mayores que las del resto del ganado".
Múltiples "fallos"
Los científicos, que han mirado con lupa el documento australiano producido por el Departamento de Cambio Climático y Eficiencia Energética (DCCEE), han encontrado en él varios "fallos que merecen respuestas empíricas". Según IsoCard, los cálculos efectuados por ese departamento contienen un error de bulto: calculan la masa de emanaciones de metano de los dromedarios salvajes a partir de estudios efectuados sobre el aparato digestivo de los bueyes.Si bien el camello o el dromedario son efectivamente rumiantes como el buey, recuerdan los expertos, disponen de un aparato digestivo muy diferente. "La eficacia metabólica del dromedario es más elevada que en los bovinos". Por otra parte, insisten, "su metabolismo energético funciona como el de los animales monogástricos", poco emisores de metano. "Por lo tanto, la estimación de sus emisiones de metano efectuada por el DCCEE es muy discutible", subrayan los científicos.
La historia del dromedario en Australia es una auténtica maravilla del colonialismo del siglo XIX y de la mecanización agrícola del XX. Los animales fueron introducidos en la isla-continente a partir de 1840 para ayudar a los colonos que empezaban a establecerse en las regiones áridas o semiáridas. De hecho, el primero de esos dromedarios enrolados obligatoriamente era un español de las islas Canarias. Luego procedieron, por miles, en su mayoría de la Península Arábiga, y hasta de Pakistán, donde también existe una industria del dromedario, pese a que la naturaleza les había confiado sólo su primo asiático, el camello.
Después de ejercer sus dotes de animal del desierto en tareas como el transporte, las minas, la construcción ferroviaria, las granjas de agricultura o de ganadería, y hasta haber servido para el primer servicio postal serio en las zonas semidesérticas, cayó en desuso. Las tropas de dromedarios libres y salvajes se han reproducido a gran velocidad. Un recuento comparativo del Gobierno encontró que la población se ha multiplicado por ocho en diez años.
Consultado por Público, Bernard Faye, el especialista en camélidos del Cirad francés, calificó de "fantasiosa" esa estimación, y juzgó que el Gobierno australiano tiene "una actitud de caricatura". Canberra, dice este experto, "sólo busca designar un culpable, un chivo expiatorio fácil".
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