- Las entidades podrán inyectar 180.000 millones de dólares más
- Las Bolsas europeas se decantan por los avances tras la operación
- Wall Street abre la sesión con alzas superiores al 1%
En este plan participan la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), el Banco Central Europeo (BCE), el Banco de Japón, Banco de Canadá, Banco de Inglaterra y el Banco Nacional Suizo. El objetivo es hacer frente "a las persistente presión en los mercados en dólares a medio plazo", según ha anunciado el BCE.
Las actuaciones de la Reserva Federal estadounidense -el banco emisor de EEUU- no ha sido suficiente para bajar los tipos de interés que afectan a los préstamos en dólares que se hacen las entidades bancarias, dificultando así que puedan obtener liquidez para garantizar su funcionamiento. Por esta razón, es necesario que también participen los otros bancos emisores.
Bajo este nueva colaboración, el banco central estadounidense ha autorizado a estas entidades a incrementar la cantidad de dinero que pueden inyectar en el mercado para hacer frente a las presiones de la crisis financiera hasta un total de 247.000 millones de dólares.
La inyección extra que realizarán asciende a 180.000 millones de dólares- en torno a 124.000 millones de euros- que equivalen a la quinta parte del gasto anual del Gobierno Británico o que es tres veces mayor que la fortuna del multimillonario inversor Warren Buffet.
Tras esta ampliación, la entidad monetaria europea podrá inyectar hasta 110.000 millones de dólares -75.000 millones de euros-, mientras que el Banco de Suiza tiene permiso para aportar 27.000 millones de dólares -18.600 millones euros-; el Banco de Japón, hasta 60.000 millones de dólares -más de 40.000 millones de euros-, y el Banco de Inglaterra, 40.000 millones de dólares -27.000 millones en euros-. Por su parte, el Banco de Canadá, que ha incrementado su capacidad de inyección de liquidez hasta 10.000 millones de dólares, ha anunciado que todavía no hara uso de ese crédito.
Esta semana, tras el recrudecimiento de la crisis financiera originado por la quiebra de Lehman Brothers y sus efectos posteriores en las Bolsas y otros grandes de la banca, las entidades emisoras ya habían hecho varias inyecciones de liquidez extraordinarias para intentar calmar los mercados, aunque sus intentos no parecen haber dado los frutos deseados.
Mediante estas inyecciones de capital los bancos centrales prestan dinero a los bancos privados a través de subastas debido a que, por desconfianza, los bancos no se dan créditos entre sí, unas operaciones que son corrientes cuando el sistema funciona correctamente.
Con las colocaciones extraordinarias, las entidades centrales suplen esa falta de fondos que los bancos privados no han podido obtener de sus compañeros y, además, a un precio más barato -a un tipo de interés más bajo-.