En los años 70 desarrollo junto a Robert Kahn la estructura matriz de Internet. Comenzaba así la mayor revolución tecnológica de la Historia, ampliando hasta lo insospechado los cauces de la comunicación. En ello sigue, difundiendo por el mundo la 'religión' de Internet.
Vinton G. Cerf (New Haven, Connecticut, 1943), padre de internet, pasa unas horas en la Fundación Los Álamos, en Cieza (Murcia), una suerte de Harvard con limoneros que preside el embajador José Luis Pardos.
El Premio Príncipe de Asturias en 2002 resulta extraño en este paisaje de mansedumbre mientras confiesa que su vida es un cortocircuito incesante de aviones y aeropuertos, de hoteles y congresos, recorriendo el planeta como vicepresidente de Google y'Evangelista' de Internet.
Habla del futuro y de la Red, y de aquel día remoto de 1972 en que dibujó en la servilleta del bar de un hotel de San Francisco –junto a Robert Khan– el esquema de una visionaria intuición: cómo crear una red de redes conectando un conjunto de ordenadores para ARPA (Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada, del Departamento de Defensa de Estados Unidos).
PREGUNTA.– ¿En qué punto está la revolución de internet?
RESPUESTA.– Bueno, la revolución empezó hace 30 años. No es una cosa nueva, pero es cierto que continúa. (...) Sólo está funcionando el 1% de las aplicaciones, así que estamos realmente ante un bebé. En el momento presente hay 1.300 millones de usuarios consolidados, más o menos el 20% de la población mundial. Es una cifra impresionante, pero no nos dejemos deslumbrar, el verdadero reto es pensar en ese 80% que todavía no tienen acceso a la Red.
P.– ¿Y cuáles son las pautas para ampliar la cuota de usuarios?
R.– Pues aprovechar las posibilidades de un aparato que ya es de uso común: el teléfono móvil. En Google tenemos el objetivo de lograr que sea a través de la telefonía como se logre popularizar internet. Es decir, democratizar el uso de la Red con los móviles. Es una realidad. De hecho, podemos predecir que en pocos años serán muchas más las personas que lleguen a conectarse por vez primera a través de su teléfono que desde un ordenador.
P.– ¿Y en todo este enjambre visionario, contribuye internet a la democracia?
R.– Oh, sí. Perdón. A eso iba... Internet facilita la libertad de expresión. El mejor ejemplo lo tenemos en la proliferación de blogs, que conforman un territorio inmenso de discusión e intercambio de información constante. Pero todo esto tiene unos retos. Hay países que provocan enormes tensiones. Países, decía, que temen las posibilidades que la Red ofrece a sus habitantes para que se expresen libremente. Es más: internet es un antídoto imprescindible ya contra la censura. Y todo esto ha sucedido en los últimos 10 años. Es maravilloso.
P.– ¿Aún le sorprende internet?
R.– Todos los días. Lo mejor de no saber mucho es que uno puede seguir aprendiendo.
P.– Usted ha dicho en alguna ocasión que el futuro pasa por una conexión total de la vida a la Red...
R.– Absolutamente. No es que yo tenga poderes para ver el futuro, sino que la lógica de los avances nos lo confirman cada día. En unos años todo estará conectado a la Red, desde la ropa a los electrodomésticos. Y esto propiciará un mejor conocimiento del mundo. La conexión total de la vida podrá ser una buena herramienta incluso para buscar y compartir nuevas estrategias en la lucha contra el cambio climático, por ejemplo. Y en el desarrollo de la ecología de la información. Será una forma de potenciar la inteligencia y, por qué no, de potenciar también la seguridad.