Fuente:
El Pais.
‘PERDIDOS’ estrena en primicia sus episodios en el canal de televisión estadounidense ABC los jueves a las cinco de la madrugada, hora española. Minutos después, el capítulo ya está colgado en la Red. Acostumbrados como estamos a las posibilidades del ciberespacio, a pocos sorprende ya este fenómeno. Pero que sólo cuatro horas más tarde ya estén disponibles sus subtítulos en castellano —y, para más inri, gratis— es harina de otro costal. Alguien en algún lugar no identificado se despierta muy temprano para que otra persona a la que desconoce pueda ver y leer sus series favoritas en su idioma. Y sin ánimo de lucro. Para muchos, una especie de filántropos en la sombra. Para las entidades que luchan contra la piratería, unos delincuentes de tomo y lomo, nuevos culpables de todos los males de la industria audiovisual. Y para todos, unos absolutos desconocidos que hoy nos hemos propuesto conocer.
Este mismo periódico publicaba el pasado 23 de mayo el testimonio de Octavio Álamo, de Wikisubtitles.net. Según este canario de 26 años, la Federación para la Protección de la Propiedad Intelectual (FAP, una asociación privada sin ánimo de lucro que defiende la propiedad intelectual de las obras audiovisuales y del
software de entretenimiento) le mandó un correo en el que le “exigía cerrar” la página y le “amenazaba con emprender acciones legales”. Para la FAP, la puesta a disposición de estos guiones sin autorización de sus titulares de derechos de propiedad intelectual constituye una violación de dichos derechos. La mayoría de estos cibertraductores se defienden arguyendo que ellos no cuelgan las series, sólo la traducción de las mismas; que en ningún momento incitan a sus descargas, y que, además, lo hacen por amor al arte, sin aspirar a obtener ninguna compensación económica por ello.
Y si bien el debate está a la orden del día (ver despiece en la página siguiente), hay quienes ponen otra cuestión sobre la mesa. Hernán Casciari,
bloguero televisivo y colaborador de este suplemento, la resume en un concepto: paradoja. “Hemos llegado al punto en el que una serie de éxito,
Perdidos, pierde audiencia en cada episodio —las caídas son drásticas— y, sin embargo, crece cada día la expectación y el fanatismo de sus seguidores. De su último capítulo se descargaron sus subtítulos en español más de un millón de veces”. ¿Cómo puede hacer frente la televisión a este problema? ¿Empapelar a un anónimo veinteañero con conocimientos de idiomas y mucha voluntad es realmente la solución? “La cadena Cuatro está logrando de alguna manera esa solución con
House. Está invirtiendo muchos recursos en acortar los tiempos de emisión entre el episodio original y el doblado. A principios de mayo, el cínico doctor decía en castellano lo que había dicho en inglés a mediados de abril. Un hito sin precedentes en España, que TVE debería imitar ya mismo si no quiere seguir relegando grandes series de éxito mundial, como
Perdidos o
Mujeres desesperadas, a las madrugadas de La 2”.
Es posible que muchos cibertraductores piensen que así se ahorrarían mucho trabajo. Pero, ¿cómo saberlo? Intrigados por su anonimato, contactamos con varios de ellos. Queríamos saber cómo viven, si tienen otras ocupaciones y, teniendo en cuenta que no cobran un duro, formularles una pregunta: ¿por qué demonios lo hacen?
Mucha gente cree que Lostzilla es una empresa. “Incluso recibimos currículos de gente que se ofrece como becaria”. Pero la realidad es que son, simplemente, dos chicas: Elena y Teresa. Dos aficionadas a
Perdidos que algunos días llegan a tener “hasta 50.000 visitas” ávidas del subtítulo del último episodio de turno. Para ellas “traducir es un
hobby que se nos ha ido de las manos. Ahora tenemos cierta responsabilidad con mucha gente”. Elena es médico en un hospital de Madrid; Teresa hace vídeos para una página
web sobre economía (estudió comunicación audiovisual). Durante la entrevista, en una céntrica cafetería madrileña, una bebe Coca-Cola Zero; la otra, Coca-Cola clásica. Elena nos cuenta que vive con sus padres, que es
fan de Bruce Springsteen y de
El paciente inglés; Teresa vive en un piso compartido, es
gafapasta y lleva una camiseta de Rufus Wainwright. Nada raro, vamos. Pero, claro, Clark Kent también parecía
normal.
Las noches que emiten
Perdidos, Elena y Teresa amanecen a las cinco (normalmente lo hacen a las ocho) y se convierten en Lostzilla. Un
trabajo tan apasionante como mecánico: visionar, traducir, subtitular y colgar en Internet. Y —esto es muy importante— con suma puntualidad. “Si no, ya comienzan a freírnos a base de
e-mails”. ¿Y en qué circunstancias lo hacen? “En pijama y desayunando”, revela Teresa. “Tardamos aproximadamente una hora en traducir 10 minutos de diálogos y nos repartimos el trabajo”.
A primera vista no pegan mucho la una con la otra, y es inevitable preguntarse qué les ha llevado a asociarse en semejante proyecto. Al rato revelan afinidades determinantes: ambas son seguidoras de
Doctor en Alaska y se conocieron gracias a la pasión compartida por otra serie fundacional:
Expediente X. Pero fue tras los primeros 11 capítulos de
Perdidos cuando decidieron comenzar a traducir diálogos y crear la página. “Cuando empezamos no había tantos
webs de este estilo”, recuerda Teresa. “Este
boom empezó a raíz de
Perdidos y
Mujeres desesperadas”. Y, como casi todos los que han seguido su ejemplo, lo tienen claro: no quieren salir en ninguna foto. “Si me reconociesen mis pacientes del hospital me daría algo”, reconoce Elena. Ellas, efectivamente, tampoco cobran por subtitular. No sacan nada con esto. En cambio, opinan que las series sí. “Gracias a los foros estas series se convierten en series de culto”, asegura Elena. “Ahora mismo los
packs de capítulos en DVD se venden más que las películas, y creo que, en parte, se debe a la publicidad gratuita que les hacemos a través de Internet”.
Marga es la administradora de Asian-team.TV, portal que traduce diálogos desde hace un año y que cuenta con una media de 15.000 usuarios diarios. A sus 30 años ejerce de profesora (habla siete idiomas) en Inglaterra, y en sus ratos libres disfruta traduciendo
Bones, CSI Las Vegas y
Galáctica (la serie de ciencia-ficción del momento, estrenada en España en Sci-Fi, en la plataforma Digital +). “No pido reconocimiento público más allá de un
gracias y de la satisfacción de que los subtítulos sean los mejores posibles”, ratifica. Como las chicas de Lostzilla, a Marga no le apetece que la fotografíen. Ni siquiera con el rostro cubierto. “No somos ni terrorista ni piratas, somos gente corriente que traduce”, sentencia.
Safes y Carpe Diem también colaboran con Asian-team, pero eso es prácticamente lo único que tienen en común. Safes trabaja de informático en un pueblo de las Rías Bajas (Galicia), y de su ordenador salen los subtítulos de
Psych. Está “a punto de entrar en la crisis de los 40”, pero eso no le impide ser adicto a
Galáctica y a
Embrujadas. Aparte de considerarlo una afición, dice que traduce para no “oxidarse con el inglés” y que no le importaría dedicarse profesionalmente a ello. “Claro que también me encantaría ser medalla olímpica de natación sincronizada…”, añade. Carpe Diem, por su parte, colabora desde México. Por la mañana da “clases a
gremlins de entre seis y 12 años”, y por las tardes se dedica a su novia, a leer “desde Makarenko hasta a J. K. Rowling”, y a traducir
Daños y perjuicios, Mad men y
Anatomía de Grey. Lleva tres de sus 33 años de vida subtitulando y dice hacerlo, entre otras cosas, porque “hace que uno se olvide de los problemas”.
Altruismo, matar el tiempo, practicar inglés…, dicen buscar cualquier cosa menos dinero. Ni siquiera popularidad (todos utilizan seudónimo en el ciberespacio). Algunos porque se reconocen tímidos. Y otros, los menos, hablan de miedo a las represalias. Pero es Marga quien acierta a otorgarle una dimensión mayor a la labor: “En cierto modo cumplimos la misma función que las sociedades recreativas antiguamente. Para nosotros se trata de un intercambio cultural. Tenemos gente de toda Suramérica conectada a nuestro foro y, sin él, sin la traducción de las series y películas, toda esta gente no se hubiese conocido”. Han llegado incluso a formarse hasta parejas, asegura. “Y no sólo eso. En estos momentos un miembro del foro que vive en México DF, ciudad donde la Seguridad Social no funciona, ha encontrado a través de nuestra página a un donante de sangre para su suegro”. Vaya, que en realidad lo que se podría hacer es una serie de televisión relatando las historias que hay detrás de todos estos cibertraductores. Y subtitularla, claro.
Qué dice la ley
ANDY RAMOS GIL DE LA HAZA
La Ley de Propiedad Intelectual es clara: cualquier transformación de una obra que implique su traducción, adaptación u otra modificación de su forma requiere la autorización del autor o del titular de derechos, si estos se hubiesen cedido.
Es importante partir de la base de que los autores, por el mero hecho de plasmar en una obra su talento y esfuerzo creativo, son los únicos que pueden autorizar la explotación de su creación, ya se realice dicha utilización con o sin ánimo de lucro.
Las vulneraciones sobre los derechos de propiedad intelectual pueden ser perseguidas por los titulares de tales derechos o por entidades de gestión legalmente constituidas, y se pueden producir por dos vías: la penal y la civil. El procedimiento penal exige la concurrencia de ánimo de lucro y de perjuicio de terceros, mientras que el civil requiere únicamente la existencia de la infracción, sin que haya que demostrar la causación de un daño o el fin lucrativo del infractor. En este sentido, se ha extendido la falsa leyenda de que es posible explotar cualquier obra siempre y cuando sea sin ánimo de lucro (por ejemplo, subir a una página web sin publicidad miles de canciones); nada más lejos de la realidad.
Es admirable la labor de toda una comunidad que, de forma altruista, traduce los guiones de una serie de televisión para aquellos que no pueden disfrutarla en su versión original; aunque no hay que olvidar que dicha actividad tiene una repercusión jurídica importante que, en el supuesto de no existir ánimo de lucro, como es el caso de Wikisutitles.net, podría llevar a que el infractor tuviese que abonar a los titulares de los derechos una indemnización igual al beneficio que éstos hubiesen obtenido de no existir dicha utilización ilícita, o igual a la abonada en caso de haber autorizado dicha explotación.Sin duda, sería deseable que los titulares de derechos articulasen mecanismos para que los ciudadanos pudiesen hacer usos razonables de sus obras, pero mientras que esto no ocurra, cualquier explotación requerirá la autorización de todos los titulares de derechos de la obra.
Andy Ramos Gil de la Haza es director del Departamentode Propiedad Intelectual Bardají & Honrado, Abogados.