Durante semanas se han sucedido las filtraciones sobre sus características técnicas y su aspecto visual sin que hubiese confirmación oficial, y ahora por fin Nvidia ha dado el paso de presentar las dos primeras tarjetas gráficas basadas en Kepler.
¿Su misión? Superar el éxito alcanzado por la arquitectura anterior de la compañía (Fermi) y plantar cara a Advanced Micro Devices, que acaba de completar su cartera de GPUs Radeon con el lanzamiento de las HD 7800 Series.
Tanto
GeForce GTX 680 como
GeForce 600M han sido fabricadas pensando en
equipos de escritorio y la nueva categoría de ordenadores patrocinada por Intel, bautizada como
ultrabooks y que se encuentra a medio camino entre los PCs tradicionales y las modernas tabletas.
“A los gamers les encantará el rendimiento de GTX 680, así como el hecho de que no requiere ruidosos ventiladores o exóticas fuentes de energía”,
asegura el vicepresidente senior de ingeniería gráfica de Nvidia, Brian Kelleher. “Y los usuarios de ultrabook amarán la familia GT 600M por su rendimiento y eficiencia energética”.
De hecho, según Kelleher, “la arquitectura de Kepler se erige como el mayor logro técnico de Nvidia hasta la fecha”. No en vano es fruto de un proceso de fabricación de
28 nanómetros, mientras que las GPUs Fermi habían sido producidas en 40 nanómetros. Además, se calcula que
GTX 680 es un 300% más veloz con DirectX 11 y un 43% más rápida con juegos de última generación. Otra ventaja es que consume hasta un 28% menos de energía al tiempo que multiplica por dos las capacidades de rendimiento por vatio de la GTX 580, gracias a la tecnología SMX.
Esta GPU integra un total de 1.536 núcleos CUDA, alcanza una frecuencia de reloj en su núcleo de 1 Ghz y está emparejada con 2GB de memoria GDDR-5 y un bus de 256-bit.
Por su parte, la familia
600M es capaz de alarga al vida de la batería con una técnica inteligente de encendido de la GPU exclusivamente en momentos en los que es necesario, y potencia la estabilidad a través del soporte de drivers Verde para portátiles.