¿Está usted planificando las vacaciones de verano? ¿Quiere viajar a Cuba, República Dominicana, México o la costa este de EEUU? Saber si un huracán va a llegar a estas zonas evitaría grandes disgustos a millones de turistas, puesto que la temporada en el Atlántico se extiende del 1 de junio al 30 de noviembre, abarcando por completo julio y agosto. El número e intensidad de los huracanes registra su punto más alto durante
la segunda quincena de agosto y la primera de septiembre.
Las previsiones meteorológicas todavía no son capaces de determinar por dónde y cuándo van a pasar los huracanes con tanta antelación, pero sí establecen un pronóstico general de la temporada. Uno de los científicos más escuchados es William Gray,
el gurú de los huracanes de la Universidad de Colorado, quien desde 1984 anuncia el comportamiento de los ciclones tropicales, basándose en la observación continua de estos fenómenos de la naturaleza durante los últimos 30 años.
Las previsiones publicadas por Gray y su discípulo Phil Klotzbach el pasado 6 de abril, establecen que esta temporada será "considerablemente más activa que
la media de los últimos 50 años", al formarse 16 tormentas tropicales, de las cuales nueve llegarán a categoría de huracán y cinco a gran huracán. Por otro lado, la probabilidad de que un gran huracán (categoría 3, 4 o 5) alcance la costa de EEUU es del 72%, mientras que queda definida para el Caribe en un 61%.
Rutas insospechadas
De esta forma, las cifras de este año quedarían muy por encima de la media del periodo 1950-2000, cuando se ha observado una media de diez tormentas tropicales, seis huracanes y dos grandes huracanes. Gray también utiliza en sus previsiones el índice ACE (siglas en inglés de Energía Acumulada por los Ciclones), que especifica la cantidad de días en los que se registrarán vientos fuertes. Con este sistema se mide más acertadamente el poder destructivo de todos los ciclones tropicales de una temporada. Para este año 2010, el índice ACE será de 160 días, cuando la media de
los últimos 50 años no sobrepasa las 69 jornadas.
Es imposible saber qué rutas van a seguir los huracanes y la intensidad que va a tener cada uno de ellos, pero sí es posible consultar qué probabilidad de impacto existe en función de la zona en la que nos encontremos.
William Gray ha puesto a disposición de todos los internautas la página web http://www.e-transit.org/hurricane, con datos de probabilidad para 205 condados de EEUU, desde Texas hasta Maine, así como para 32 países o islas del Caribe y de Centroamérica.
Según Phil Klotzbach,
"las temperaturas anormalmente altas del agua del Atlántico tropical y las neutras del Pacífico contribuirán a la elevada actividad de esta temporada". Una de las claves es el fenómeno de La Niña, el enfriamiento de las aguas superficiales del océano Pacífico tropical que se ha producido hasta la entrada de la primavera. Aunque se ha debilitado mucho durante los últimos meses y está a punto de entrar en unas condiciones neutras, todavía es capaz de alterar el clima de una gran parte del planeta y aumentar la intensidad y la frecuencia de los huracanes sobre el Atlántico.
Balance de 2010
La presencia de La Niña provoca un mayor número de huracanes en el Atlántico, mientras que el fenómeno opuesto, El Niño, reduce su número, tal y como demuestran las cifras recogidas durante el último siglo. Además, el número de huracanes en la cuenca del Atlán-tico depende de la Oscilación Multidecadal del Atlántico (AMO, en inglés), periodos de pocas décadas en los que se repiten temporadas muy activas con periodos de cifras mucho más escasas.
Desde 1995 a 2008 se observó un periodo positivo de la AMO, mostrando un número notablemente mayor de huracanes respecto al periodo 1970-1994. Indudablemente, también es un factor intensificador la temperatura del agua del mar en las latitudes tropicales del Atlántico, así como los vientos dominantes de las capas medias de la atmósfera. Todos estos factores determinan la intensidad de la temporada de huracanes, aunque los factores más determinantes son la presencia de La Niña y una AMO positiva.
El próximo 1 de junio, William Gray publicará una previsión actualizada, e incluso una revisión más el 3 de agosto. A partir de esa fecha, permitirá consultar pronósticos a dos semanas vista de los posibles huracanes que se formen y
su trayectoria futura en el Atlántico.
El balance final de la temporada de huracanes en 2010 a nivel mundial ha arrojado datos históricos, puesto que nunca se habían formado tan pocos fenómenos de este tipo. Sumando los datos de la cuenca del Atlántico, el Pacífico, India y el hemisferio sur,
se han contabilizado 67 tormentas tropicales, la cifra más baja desde 1970, cuando se inició la observación a través de los satélites. La media de los últimos 40 años especifica que acostumbran a computar 92 tormentas tropicales.
Aún así, una actividad por debajo de lo normal no ha sido la constante en todas las cuencas oceánicas del mundo. Destaca el Atlántico, donde la temporada pasada fue la tercera más activa desde 1851, después de 2005 y 1933. En 2010 se formaron en esta zona 19 tormentas tropicales, 12 huracanes y cinco grandes huracanes. Sorprendentemente,
se han producido muy pocos daños y tan sólo una tormenta tropical,
Bonnie, ha impactado con la costa de EEUU. Normalmente, el 33% de los ciclones tropicales llega a la costa de aquel país.
En el caso de la cuenca del Pacífico, la temporada ha sido calmada, puesto que desde la década de los sesenta no se producía tan poca actividad. Únicamente ha habido una excepción: el supertifón
Megi, el octavo ciclón tropical más intenso de la historia. Se llegó a registrar una presión atmosférica de sólo 885 milibares (mb) el 18 de octubre de 2010, creando vientos superiores a los 300 km/h y provocando 69 muertos en Taiwán y Filipinas, así como daños materiales
por valor de 700 millones de dólares.
Ningún ciclón tropical llegó a Japón el pasado año 2010, algo que no ocurría desde 1998. Para los nipones ha sido casi una trágica ironía rematar un año de bonanza meteorológica con la devastación del reciente terremoto y tsunami.
Los científicos creen que detrás de la poca actividad en el Pacífico está también el fenómeno de La Niña. Por un lado, porque envía aguas más frías a la superficie del océano y, por otro, porque desplaza
la zona de formación de los ciclones hacia el Noroeste, cerca de la costa de China. Consecuentemente, los ciclones permanecen un menor tiempo sobre el océano porque encuentran tierra con mayor facilidad. Esto implica que no pueden recorrer grandes distancias ni permanecer mucho tiempo sobre el mar, reduciéndose la posibilidad de intensificarse.
Igor' y Tomas', fuera de la lista
El Comité de Huracanes de La Organización Meteorológica Mundial (OMM) decidió el mes pasado retirar dos nombres de la lista que se utilizó en 2010 para nombrar los ciclones tropicales, debido a la cantidad de muertos y
daños materiales que provocaron.
Por un lado, el primer nombre eliminado fue el de
Igor, un huracán que en septiembre alcanzó las costas de Newfound-land, en Canadá, con categoría 4. Los vientos superiores a los 250 km/h provocaron tres víctimas mortales, convirtiendo a
Igor en
el huracán más dañino en aquel país en 75 años, con un coste económico de 200 millones de dólares.
El segundo nombre eliminado de la lista ha sido el de
Tomas, un huracán de categoría 2 que se desplazó por el mar Caribe a principios del mes de noviembre. Fue especialmente trágico en la pequeña isla de Santa Lucía, donde
dejó 14 fallecidos y daños materiales por un coste de 500 millones de dólares. Además, las lluvias asociadas a
Tomas provocaron inundaciones y deslizamientos de tierra en Haití que dejaron un grave balance final de 35 muertos.
Para mantener la misma letra inicial, los nombres de
Igor y Tomas serán sustituidos por Ian y Tobias, respectivamente, en una lista que se volverá a utilizar en 2016. La OMM utiliza seis listas predeterminadas de nombres ordenados alfabéticamente, que alternan apelativos masculinos y femeninos. Este año 2011, la primera tormenta tropical que se forme en el Atlántico adquirirá el nombre de
Arlene, seguida de
Bred y
Cindy.
Huracán, tifón o ciclón, depende de dónde
Un ciclón tropical es, sencillamente, un ciclón (un centro de bajas presiones, lo contrario de un anticiclón) que tiene su origen en latitudes tropicales. En función de la velocidad que alcancen los vientos en su interior, adquiere nombres determinados, tal y como establece la escala de Saffir-Simpson. Si el viento no supera los 63 km/h, se trata de una depresión tropical. Si sobrepasa esa velocidad se convierte en una tormenta tropical y, si registra vientos superiores a los 118 km/h, se transforma en un huracán. El mismo fenómeno meteorológico se denomina tifón en el este del continente asiático o simplemente ciclón en el océano Índico.
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