Mi hijo Tom, creo que como todos los chicos de hoy en día, es un fanático de los videojuegos. Ya les he contado como me convenció de comprar una PS3, y es cierto que muchas veces me quedo súper entusiasmado con los juegos que tiene. Pero, incluso a pesar de pertenecer al mundo tech, no deja de sorprenderme cómo han evolucionado estos juegos. Sólo han pasado treinta años desde su aparición y ya parece una eternidad. Y los cambios no refieren sólo a las consolas o géneros de los juegos sino a sus formas de interacción, al juego mismo. Por ejemplo: ya no se juega contra el juego sino contra los demás. Y en esto Internet ha tenido una influencia fenomenal.
La historia de los videojuegos es más que interesante. Se considera que el primer videojuego fue inventado por William Nighinbottham en 1958, bajo el nombre de “Tenis para dos”, y comercializado en 1972 por Atari como “Pong” que fué mi primer video juego. Recuerdo en Pinamar de chico cuando los Pong invadieron los salones de juegos hasta entonces solo poblados por los Flippers. Este juego se trataba de un arcade que reproducía una partida de tenis de mesa. Luego, en los mismos años, surgió el primer juego de ordenador: “Space War”. Este juego, creado por Steve Russell en el seno del MIT, se extendió como la pólvora por las universidades y creció rápidamente a la manera del software libre, pero nunca se comercializó. En parte por voluntad de Russell y en parte porque ese momento las computadoras (como la PDP-1) eran exclusivas a grupos muy restringidos (principalmente departamentos de gobierno y universidades) y aún estaban lejos de ser un bien de consumo masivo. El tercer gran paso de la historia de los videojuegos fue dado por Ralph Baer, inventor de las consolas domésticas de videojuegos. Él creó la primera consola de videojuegos (conocida popularmente como “the brown box); una caja de vinilo imitando a madera que se conectaba al televisor y venía con dos joysticks y un pequeño rifle óptico para los juegos de caza del tipo de "Fox and Hounds".
Pero la (re) evolución que me interesa tratar hoy es la que comenzó unos años después, en 1975, cuando Atari saca “Indi800”, el primer juego en color que permitía que jugasen simultáneamente 8 jugadores. Es aquí cuando comienza el juego multijugador, que - en combinación la aparición del 3D, la expansión de Internet y la tecnología WiFi – evoluciona en lo que hoy conocemos como el multijuego en línea o, en inglés, “massively multiplayer online game” (MMOG). Un juego MMOG es un juego de computador que es capaz de soportar cientos o miles de jugadores simultáneos en línea. Esto permite la competencia en gran escala entre los jugadores, permitiendo a su vez interacciones entre los personajes, dando la posibilidad de crear núcleos sociales dentro del juego. En general, sus características son las siguientes:
• Se juega en Internet. De nada sirve instalar el juego en el ordenador si no se tiene conexión a la Red porque la información relevante se almacena en los servidores de la empresa que produce el videojuego.
• En general funciona por suscripción. Además de comprar el juego para instalarlo en el ordenador, hay que pagar una cuota mensual para poder permanecer en el juego.
• Es multijugador. No se puede jugar contra el ordenador ni determinar quién juega cada partida con el usuario. El jugador no es el centro de la historia, ni siquiera hay protagonistas. Como en el mundo real, la popularidad o relevancia de un jugador depende de su habilidad para hacerse un nombre en la comunidad de jugadores. Todo el mundo empieza de cero.
• Es masivo. Está diseñado para acoger a miles de personas al mismo tiempo en un mundo virtual, de manera que todos los personajes coexisten y se relacionan en tiempo real.
• Es persistente. El mundo en el que se desarrolla el juego es independiente del jugador, tiene su propia historia y no desaparece ni se detiene cuando el usuario se desconecta. Por ese motivo tiene una vida comparativamente mucho más larga que los videojuegos tradicionales, que suelen durar menos de un año, aun siendo éxitos comerciales. En realidad, nunca se acaba; la productora lo termina cuando el número de suscriptores no justifica el gasto de mantener los servidores.
• El objetivo no es ganar, sino existir y mejorar. A lo largo del juego se ganan niveles de experiencia que permiten al usuario acceder a nuevos territorios, portar nuevas armas o codearse con jugadores de más nivel. Los MMPOG están llenos de zonas VIPS (reservadas a personalidades relevantes). Para llegar a ellas hay que trabajar muy duro y tener buenos contactos.
Tal es el éxito de este tipo de juegos que, según un informe de Screen Digest, su valor de mercado en 2006 fue de mil millones de dólares. En Occidente, el mercado de juegos por suscripción tuvo un valor de 576 millones en Estados Unidos, mientras que el europeo alcanzó los 300. Pero se prevé que para 2011, este mercado en particular alcance los 1.500 millones, con un notorio crecimiento del consumo europeo. “World of Warcraft”, por otra parte, fue identificado por el juego más popular, en tanto acapara el 54% del mercado de juegos por suscripción (lo que equivale a una ganancia de 471 millones de dólares); siendo su competidor más cercano es “Runescape”, desarrollado por Jagex.
Dentro de los MMOG se encuentran los MMORPG. Éstos son videojuegos que heredan la tradición de los “Multi User Dungeon” o juegos online no gráficos, de las aventuras conversacionales —como Adventure — y de los juegos de rol de lápiz y papel —como el clásico “Dungeons & Dragons” —, todos ellos nacidos en la década 1970. “Second Life”, por ejemplo, es un exitoso MMORPG.
Según dice su creador, Philip Roseadle (Linden Lab) con quien pasé unos dias el año pasado, Second Life, más que un videojuego, es un país(es) en el que cualquiera puede hacerse ciudadano, gratis. Basta con registrarse en su página web, descargar e instalar el programa. Con esto, y una buena tarjeta gráfica, se puede entrar en un mundo donde casi todo es posible, desde convertirse en un yeti peludo de tres metros de altura, hasta construir una réplica del Partenón y utilizarlo para dar una fiesta con música en vivo. Esto ha llevado incluso a más de un personaje de la vida real a querer participar en este mundo virtual. En España, por ejemplo, el grupo de rock Esmussein, la candidata del PSOE en Oviedo Paloma Sainz y el partido político catalán Ciutadans han tenido sendas incursiones en línea. Incluso a llegado “Second Life” a tal punto que ya han sucedido episodios vandálicos de tinte político. Tras las manifestaciones que tuvieron lugar los días pasados en Second Life, las sedes del PSOE y el PP han aparecido incendiadas, ardiendo en un acto de "kale borroka" virtual. En Francia tanto Sego como Sarko tenían islas en Second Life.
El éxito de “Second Life” es impresionante. Se calcula que hay más de 4.500.000 "residentes" y que hay 10 millones de personas que pagan cuotas mensuales para jugar a través de la Red, y otros muchos que se conectan esporádicamente. Second Life tiene, además, una floreciente economía virtual que mueve medio millón dólares reales cada semana. La clave está en la propiedad privada: los ciudadanos de Second Life pueden comprar, poseer y vender terrenos, casas y todo tipo de objetos y servicios virtuales. Linden Lab cobra a los jugadores registrados de Second Life 9,95 dólares al mes por una cuenta 'premium'. A cambio, tienen derecho a comprar y poseer terrenos y objetos. Sólo por suscribirse, reciben una suma inicial de 1.250 'dólares Linden', y otros 500 adicionales cada semana, se conecten o no. Los 'dólares Linden' (L$) son la moneda oficial en Second Life. El cambio está a 300 L$ por un dólar americano. Comprar un terreno de 512 m2 virtuales cuesta al cambio unos pocos dólares, además de una pequeña cuota mensual por su uso. Para los más pudientes, una isla entera sale por 375.000 L$, unos 1.250 dólares. Bastantes amigos mios incluyendo Loic Le Meur tienen islas en Second Life y algunos foneros han sugerido que Fon tenga una.
El punto es que la expansión de Internet ha sido un factor crucial en la expansión de los videojuegos multijuego. Básicamente, porque permitió que los grupos de participantes se ampliaran a distintos lugares y regiones del mundo. Y, posteriormente, a los teléfonos celulares y dispositivos portátiles. Hoy, gracias a la revolución de la tecnología móvil y los dispositivos portátiles, ha surgido inclusive una nueva generación de multijuegos: los location based games (como “Swordfish”). Usando información real, estos juegos combinan comunicaciones móviles con posicionamiento o localización física. Es decir: permiten ubicar personajes virtuales en entornos reales.
La llegada del juego online a las consolas (como Xbox Live) ha permitido también que el mundo de los videojuegos crezca a un nivel extraordinario y que mueva presupuestos similares e incluso superiores a los de otros sectores de entretenimiento con mucho más tiempo de rodaje, como la música o el cine. En Europa, el consumo de videojuegos supone hoy el 40% del total del ocio audiovisual, situándose por delante de la taquilla de cine, la música grabada y las películas de vídeo. Asimismo, los medios de comunicación no son una excepción y cada vez dedican más espacio a este sector en alza. Según datos de la Asociación Española de Distribuidores y Editores de Software de Entretenimiento (aDeSe) -, en España, unos 8,8 millones de españoles declaran jugar habitualmente a videojuegos en sus distintas plataformas: PC, consola, online o dispositivos móviles. Y se calcula que el mercado de videojuegos facturó en 2003 un total de 800 millones de euros, superando a otros tipos de entretenimiento como el cine, las películas de video o la música grabada.
Fuente:
Blog de Martin Varsasky.