Esta semana, IBM cumple 100 años. Un repaso a su historia es, también, un repaso a los cambios tecnológicos del siglo. Su apellido se asocia popularmente a las grandes máquinas, esos supercomputadores que ganan a los campeones de ajedrez, y a la era del PC, ahora en declive según insignes gurús. Pero IBM ha sido muchas más cosas y anticipándose a un futuro donde se premia la sabiduría en los procesos y no solo la fuerza bruta que suministra la informática, la empresa ha reorientado anticipadamente su oferta. En 2010, los servicios de tecnología y consultoría supusieron el 56,4% de los ingresos; los programas, el 22,5% y el negocio de las máquinas... el 18%.
Antonio Zufiria, presidente ejecutivo de IBM en España, Portugal, Grecia e Israel, considera que los enormes cambios que ha protagonizado IBM en estos 100 años reflejan un proyecto claro: vincular el avance tecnológico al progreso de la humanidad. Para Zufiria, el mejor invento de IBM -que tiene 76.000 patentes en su portafolio- es sostener la cultura de progreso.
En la última década, la imagen de una compañía dedicada a las máquinas ha evolucionado hacia una compañía dedicada también a los servicios y al
software empresarial. Vendió su unidad de ordenadores domésticos a Lenovo y, entre otros movimientos, compró la consultora Price Waterhouse Coopers Consulting. "Este cambio es una respuesta a la globalización y al reto que deben enfrentar empresas en sectores maduros, donde una parte de la oferta son ya servicios estandarizados. La transformación de IBM obedece a la apuesta de construir una empresa basada en oferta de valor. De ahí que se seleccionen inversiones orientadas a crear la diferencia". Para Zufiria, los clientes buscan soluciones integrales y transformadoras. Entre 2000 y 2010, IBM compró 116 empresas. "IBM dominaba los conocimientos técnicos y adquisiciones como las de Price Waterhouse nos permitían disponer de conocimiento sobre los procesos de negocio y dar esta respuesta global". Este mismo principio lo aplica al mercado de la gestión empresarial. "El reto ya no está en las herramientas de almacenamiento de datos. Se sitúa en los procesos analíticos alrededor de dichos datos, que permiten a una empresa conocer su situación y tomar decisiones en tiempo real". En este terreno, IBM ha invertido 14.000 millones de dólares (7.800 millones de euros) en crear un portafolio completo de soluciones de análisis predictivo gracias a la adquisición en cinco años de 24 compañías especializadas
IBM, en este contexto de economía globalizada, se ha organizado por su parte, también, globalmente. "No se trata de deslocalizar. Se trata de buscar dónde existe la mejor mezcla de talento y coste. En IBM, una determinada tarea se hace desde un único lugar y para todo el mundo. Por ejemplo, en China reside el servicio de compras. En India, donde hay excelentes ingenieros, se centraliza el desarrollo de programas de telecomunicaciones. Los servicios web están radicados en Brasil. En España, se atiende a la administración y cobros en la zona europea porque podíamos ofrecer un servicio multicultural que atiende en los idiomas nativos del cliente...".
IBM ha hecho una apuesta millonaria por el
software libre, de código abierto. "IBM dedica el 6% de sus ingresos a investigación y desarrollo". Por ello, explica Zufiria, la empresa no busca una oferta redundante, que ya existe y se estandariza. "En 2007, abrió 500 patentes. No se trató de un acto desinteresado, sino que trataba de impulsar la estandarización, por ejemplo, de determinados sistemas operativos o elementos de
software, de modo que se acelere la transición a otras capas superiores del
software en los que IBM puede aportar mayor valor".
En España, su primer gran cliente fue Telefónica. Otras grandes marcas domésticas se asocian a esa historia. El Corte Inglés fue la primera empresa en emplear los terminales de la casa en el punto de venta (1977) y La Caixa fue pionera (1984) en la introducción del
pecé en las oficinas abiertas al público. La digitalización del
Archivo de Indias (1991) figura en la cronología local de la compañía. Pero el proyecto más llamativo ha sido el superordenador Mare Nostrum, que en 2006 llegó a ser el sexto más potente del mundo. Mateo Valero, director del Centro de Supercomputación de Barcelona, recuerda que "Mare Nostrum fue un avance muy grande en la manera de hacer supercomputación. Estaba basado en Linux y con tecnología estándar. IBM había empezado en 1999, y colaboramos desde entonces con IBM. Y seguimos haciéndolo".
Indudablemente, en 100 años da también tiempo para arrepentirse de algunas conductas. Thomas J. Watson, el fundador de IBM, aceptó en 1937 la medalla que Hitler concedía a los extranjeros dignos del Tercer Reich. Algunos historiadores aseguran que su tecnología estuvo detrás de la administración de los campos nazis. Pero IBM había perdido en 1941 el control de sus operaciones en Alemania... y Watson devolvió la medalla.
Una de las grandes incógnitas de esa historia es qué habría pasado con IBM y, sobre todo, con Microsoft, si en 1981, IBM hubiera mantenido su propio sistema operativo en su pionero
pecé (3.825 dólares) y no lo hubiera abandonado a favor del MS-Dos de Microsoft. El fabricante dio a esta joven empresa de apenas seis años la entrada en el mundo del ordenador personal compatible que ella había abierto.
El Pais