Los coches de Google que fotografiaban el mundo para poderlo ver desde nuestra casa con Street View recogieron datos privados de infinidad de usuarios que tenían sus redes wifi abiertas. «Un error», reconoció ayer a ABC Alma Whitten, directora de Privacidad de la multinacional. En el «caso Buzz» les demandaron por integrar esta red social en Gmail sin autorización del usuario; la querella se resolvió con una donación de 8,5 millones de dólares a organizaciones dirigidas a preservar la privacidad. El reciente nombramiento de Whitten lanza varios mensajes: que ahora se toman en serio el problema y que cada nuevo proyecto deberá pasar un riguroso examen, también por analistas independientes. Entre tanto, le queda trabajo: la destrucción de la información privada recogida (en España, el caso está en los tribunales) y confirmar que no han utilizado ni analizado esos datos (así lo afirman).
-¿Privacidad e internet son dos conceptos como el agua y el aceite?
-No, son compatibles, pero debemos buscar las soluciones adecuadas para que ambos convivan. La velocidad de los avances tecnológicos nos obliga a estar permanentemente alerta. La privacidad es una necesidad del ser humano, que debe controlar cómo le ven, cómo le tratan, cómo se presenta a sí mismo.
-Hasta el «caso Street View» y su nombramiento, ¿Google había dedicado suficientes esfuerzos a este problema?
-Gente de diversos departamentos (jurídico, de seguridad, reglamentación y comunicación) lleva años trabajando en el asunto de la privacidad. Con Street View nos dimos cuenta de que necesitábamos mejorar en la detección y resolución de los problemas.
-¿Está en marcha el proceso de borrado de esos datos?
-Desde el principio tuvimos claro que había que eliminarlos lo más rápidamente posible; no los queremos ni los vamos a utilizar para nada. Los retrasos se deben a que hay procesos jurídicos abiertos y estamos obligados a mantener la información bajo nuestro
control mientras las autoridades no digan lo contrario. Depende, en cualquier caso, de cada país. La agencia de protección de datos irlandesa, por ejemplo, entendió que Google había cometido un error y dictaminó que la solución era borrar los datos. En España hay un procedimiento abierto y aún no se ha dictaminado cómo resolver el problema. En Alemania ni siquiera habíamos lanzado el producto; nos exigieron que cumpliéramos los requisitos de privacidad establecidos por su legislación, y así lo hicimos. Cualquiera puede eliminar su casa del sistema.
-¿Cuántos alemanes han pedido «desaparecer» de Street View?
-Recibimos 244.237 peticiones de un total de 8.458.084 hogares (un 2,89 por 100). Dos de cada tres llegaron a través de nuestra herramienta «online», que está disponible en todos los países. Una vez que el usuario se identifica como propietario de la casa, puede tramitar su «borrado».
-¿Percibe que el debate sobre la privacidad es más intenso en Europa que en Estados Unidos?
-A pesar de las diferencias culturales creo que la preocupación es igual en todas partes.
-La UE quiere elaborar normas más estrictas. La percepción de los políticos es que las empresas de internet no están haciendo todo lo necesario para proteger nuestra privacidad.
-El hecho de que esté trabajando en Londres me da la oportunidad de conocer los mecanismos jurídicos europeos. Como ingeniera sé que puedo abordar la cuestión desde el punto de vista técnico, pero sería más fácil ajustar la tecnología a los principios jurídicos si la normativa estuviera clara. Hasta ahora no lo está.
-Otro asunto que preocupa en España es el de la publicidad personalizada con los datos que circulan en internet sobre nuestros gustos.
-No vamos a vender ni transferir información a terceras personas sin el consentimiento expreso del usuario. Nuestro buscador Chrome tampoco almacena datos personales.
-Street View, Buzz... ¿Han hecho
examen de conciencia?
-Sí, probablemente son nuestros principales errores y hemos aprendido la lección. En el caso de Street View queremos recalcar las cosas positivas y colaborar con las autoridades para que se utilice con plena seguridad. Con respecto a Buzz hicimos pruebas positivas puertas adentro, pero no pensamos en el efecto que tendría al usarlo en todo el mundo.