¿Podría el futuro económico de Bélgica pender de un hilo debido a que ha estado sin gobierno por más de 250 días?
Por un lado, el estancamiento político no parece estar haciendo ningún daño en el país.
Los impuestos están siendo recaudados, los contenedores de basura están siendo vaciados y las escuelas permanecen abiertas.
Las cifras del Banco Central muestran que la confianza del consumidor en el país es fuerte, alcanzando un nivel visto por última vez en febrero de 2007.
¿Significa entonces que estar sin un gobierno realmente importa? Tal vez no en los asuntos del día a día, ya que el Estado sigue funcionando, pero sí importa en otras cosas.
La deuda
Tome en consideración el enorme nivel de endeudamiento público de Bélgica. Actualmente éste se sitúa en alrededor del 100% de la producción económica anual del país.
Se trata del tercer nivel más alto en la Unión Europea (UE) y ha dado lugar a algunas comparaciones muy preocupantes con países como España y Portugal, e incluso con la República de Irlanda y Grecia.
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Esas comparaciones son vergonzosas para Bélgica, entre otras cosas, porque los demás países afectados de la UE al menos han comenzado a poner orden en sus casas.
El rey belga pidió al gobierno provisional que busque recortar gastos.
Pero el economista Carsten Brzeski, de la entidad financiera ING Bank en Bruselas, señala la gravedad de la situación.
"No hay salida. Si usted tiene una deuda pública del 100% del Producto Interno Bruto (PIB) y una población envejecida tiene que hacer algo. No se puede aplazar la adopción de medidas radicales por siempre", agregó.
Sin embargo, sin un gobierno nacional fuerte es difícil ver que el país introduzca recortes al gasto reales y dolorosos así como la introducción de impuestos más altos, necesarios para reducir seriamente el nivel de deuda.
La brecha del idioma
Los partidos políticos de Bélgica han estado tratando de formar un gobierno desde las elecciones el 13 de junio de 2010.
Pero la perspectiva de formar el tipo de gobierno fuerte, que es necesario para impulsar reformas difíciles es cada vez más improbable.
Actualmente, Bélgica está dividida casi en su totalidad por barreras lingüísticas entre el rico norte de habla flamenca y el sur más pobre de habla francesa.
Cada área tiene sus propios parlamentos regionales y también parlamentos de cada grupo de idiomas.
El resultado ha sido la muerte de los partidos políticos nacionales y batallas sin fin sobre el idioma.
Linkebeek es un pequeño pueblo en las afueras de la Bruselas bilingüe.
Originalmente de habla flamenca y aún parte de la provincia de Flandes, ahora ha sido poblado por gente de habla francesa proveniente del centro de la capital, que busca de una mejor calidad de vida. Pero quieren hablar francés.
El alcalde de la ciudad, Damien Thiery, indicó que esta situación está causando problemas reales.
"Estamos obligados a hablar en flamenco en todas nuestras reuniones oficiales. Y si hablamos una palabra en francés entonces, las reuniones del ayuntamiento quedan oficialmente canceladas por las autoridades flamencas", indicó.
Eso podría sonar como una farsa, pero está en el centro del problema.
En Bélgica, la división lingüística está tan firmemente arraigada que las comunidades francófona y flamenca no tienen casi nada que ver entre sí y se niegan a llegar a un compromiso, a hacer concesiones.
El autor y
blogger Marcel Sel teme que el país esté condenado al fracaso.
"Yo lo comparo con el Titanic. Las últimas elecciones fueron el golpe como cuando el Titanic chocó con un iceberg. Después de eso no hay nada que usted pueda hacer para mejorar la situación... el barco se hundirá de todos modos", expresó.
Mark Reynebeau, columnista político del periódico flamenco
De Standaard, indicó que la división de la nación de acuerdo a las diferencias lingüísticas es demasiado complicada para convertirse en una realidad.
"Creo que es casi imposible, aunque sólo sea por razones prácticas", aseguró.
"Bélgica está tan entrelazada, sobre todo en Bruselas, en el centro, que es prácticamente imposible dividirla desde un punto de vista técnico", dijo Reynebeau.
Los habitantes de lenguas francesa y flamenca reclaman a Bruselas como propia, así que podría ser imposible ponerse de acuerdo en cómo dividir al país.
El problema es que también parece prácticamente imposible llegar a un acuerdo sobre la manera de formar un gobierno nacional.
BBC Mundo