Fuente:
BBC Mundo.
Un equipo internacional de científicos presentó el que dicen es el fósil más antiguo y mejor conservado de un ancestro directo de la especie humana.
Se trata de una hembra de la especia Ardipithecus ramidus, que vivió hace 4,4 millones de años en lo que hoy es Etiopía.
Tal como señalan los investigadores en la revista Science, aunque no se tratara de nuestro antepasado directo, el hallazgo ofrece información muy valiosa sobre una fase crucial en la evolución humana: el momento en el que nos separamos de la rama común que compartimos con los monos.
El descubrimiento, dicen los investigadores, muestra como nunca antes la biología de esa primera etapa de la evolución humana.
Ardi, como ha sido apodada, fue descubierta en 1994 en la región de Afar, en Etiopía, pero tomó 17 años llevar a cabo los análisis del hallazgo.
Hasta ahora, la etapa más antigua conocida de la evolución humana era la de Australopithecus, el bípedo de cerebro pequeño que vivió hace entre 4 y 1 millón de años.
Más vieja
El más famoso de los australopitecos es Lucy, un fósil de 3,2 millones de años descubierto en 1974 a unos 70 kilómetros de donde fue encontrada Ardi.
Cuando Lucy fue hallada la comunidad internacional pensó que los homínidos más antiguos tendrían una anatomía similar a la de los chimpancés, pero Ardi, que es casi un millón de años más antigua que Lucy, no apoya esa teoría.
Éste no es un fósil ordinario. No es un chimpancé ni es un humano. Pero nos muestra lo que los humanos solíamos ser
Prof. Tim White
Tras recuperar varios huesos importantes, incluido el cráneo con dientes, brazos, manos, pelvis, piernas y pies, los investigadores lograron calcular su peso y altura, y creen que Ardi caminó en dos patas sobre el suelo, aunque trepaba a los árboles y pasaba mucho tiempo en ellos.
Se piensa también que Ardi era omnívora y lo más sorprendente, dicen, es que las proporciones de sus extremidades no eran similares a las de chimpancés o gorilas, sino a las de simios ahora extintos.
"En el Ardipithecus tenemos una forma no especializada que no logró evolucionar mucho en dirección del Australopithecus", dice el profesor Tim White, de la Universidad de California, Berkeley, y uno de los principales investigadores.
"Así que cuando la vemos de la cabeza a los pies, lo que observamos es una criatura mosaico, es decir, alguien que no es chimpancé, pero tampoco es humano. Es un Ardipithecus".
Los investigadores creen que estos homínidos vivían en bosques y, a pesar de que trepaban árboles, no pasaban mucho tiempo columpiándose en sus ramas ni tampoco caminaban ayudándose en los nudillos como lo hacen los chimpancés.
Ni humano ni chimpancé
En general, dicen los autores, el hallazgo revela que los homínidos y los simios africanos siguieron caminos evolutivos diferentes, por lo cual ya no debemos considerar a los chimpancés como "representantes" de nuestro antepasado común.
"Darwin fue muy astuto en este aspecto", dice el profesor White.
"Dijo que debíamos ser muy cuidadosos. Que la única forma de saber realmente cómo era nuestro antepasado común sería encontrándolo".
"Bien, en 4,4 millones de años logramos encontrar algo muy parecido. Y, tal como pensaba Darwin, la evolución del linaje de los simios y el linaje de los humanos ha estado ocurriendo de manera independiente desde que esas dos líneas se dividieron, desde que existía ese ancestro común que compartimos".
El investigador agrega que el estudio de Ardi, en el participaron 47 científicos de 10 países de todo el mundo, fue muy meticuloso.
"Nos tomó muchos, pero muchos años limpiar los huesos en el Museo Nacional de Etiopía y después restaurar el esqueleto en sus dimensiones y forma original", dice el profesor White.
"Y después lo estudiamos y lo comparamos con todos los otros fósiles que se conocen de África y otras partes".
"Éste no es un fósil ordinario. No es un chimpancé ni es un humano. Pero nos muestra lo que los humanos solíamos ser", afirma el científico.