Tienes un mail como herencia: ¿se puede acceder a las casillas de correo electrónico de un familiar fallecido?
Salvando las distancias, el reparto de una herencia vendría a ser como el pan y queso del fútbol en el potrero. Siempre está el que se queda con los mejores jugadores –los mejores bienes-. Las discusiones a partir de los él ya me había dicho que quería jugar con nosotros –lo que sería él me prometió que esto iba a quedar para mí- terminan dilatando el partido –la sucesión- y nunca nadie queda del todo conforme. Y ahora, como si fuera poco, la tecnología se encarga de agregar un nuevo jugador, es decir, un nuevo conflicto: ¿a quién pertenecen nuestras cuentas de correo electrónico cuando morimos?
"La Ley 25.326 de protección de datos personales, también llamada ley de hábeas data, es la que regula esa situación. Los familiares directos son quienes están legitimados para acceder a esos datos en caso de muerte. Pueden hacer una presentación judicial con documentación que acredite la relación para poder conocer las claves de acceso a la cuentas de la persona fallecida", explica Daniel Monastersky, abogado especializado en derecho de las nuevas tecnologías.
La vía judicial es el único camino viable. Las compañías que brindan las casillas de mail se amparan en su política de derecho a la privacidad y no entregan la información hasta que son notificadas por la autoridad. Por caso, uno de los anexos de los términos y condiciones para crear una cuenta en Yahoo! dice que la empresa revelará información sólo en el caso de tener que responder a un requerimiento de la Justicia. Pero un clic en "aceptar" ¿significa que uno comulga con esos términos? "Nunca, en Argentina, se dijo que un clic refrenda un contrato, que lo hace válido", sostiene Pablo Palazzi, abogado especialista en datos personales que, el año pasado, inició una acción que culminó en la primera condena en el país por envío de spam.
Otro interrogante es saber qué sucede cuando el ejercicio del derecho que, según la ley, le corresponde "a los sucesores universales" del fallecido, se promueve tiempo después del que las empresas consideran suficiente –tres meses en su mayoría- para dejar inactiva una cuenta. Para Palazzi, esto puede ser contraproducente. "Pensá que hoy en tu casilla podés tener las claves de acceso a un home banking, no sólo recuerdos o papeles de tu oficina. Entonces ahí puede haber otras ramificaciones, cuestiones patrimoniales, si la persona que murió tenía cuentas en el exterior que entran en la sucesión".
Hasta el momento, el caso más conocido de un familiar que reclamó el acceso a una cuenta de correo se dio en Estados Unidos. Sucedió con los padres de un marine muerto en Irak, quienes querían penetrar la casilla de mail de su hijo para "imprimirlos y guardarlos en un álbum para nuestros descendientes, sus hermanos y hermanas". Sólo cuando la Corte del Estado de Michigan lo exigió, Yahoo! accedió a liberar los datos. También está el caso de Julie Talcott Fuller, la hija de un poeta de San Francisco que quiso informar a los lectores de su padre que él había muerto, pero no tenía las sus claves de usuario. La empresa proveedora le negó los datos basándose, otra vez, en los derechos de confidencialidad.