"¡Oh, Santo Dios! ¡Cuánto tiempo y constancia se necesitan para ir descubriendo los arcanos de la naturaleza!"
La frase es de 1780, cuando su autor, José Celestino Mutis, llevaba ya casi dos décadas intentando descubrir los secretos de la naturaleza en la selva de lo que es hoy territorio colombiano.
Mutis es celebrado como uno de los primeros naturalistas de América y era conocido hasta ahora fundamentalmente como un gran botánico.
Pero un nuevo libro revela otra gran pasión del hombre que llegó muy joven, deslumbrado, a tierras americanas: el estudio de las hormigas.
Según documentos que han sido escasamente divulgados durante siglos Mutis fue un pionero en mirmecología, como se denomina al estudio de las hormigas.
Y estos estudios cobran vida en el libro "Reino de hormigas. José Celestino Mutis y el amanecer de la historia natural en el Nuevo Mundo".
El libro, que hasta ahora sólo se ha publicado en inglés, es fruto de la colaboración de sus dos autores, el investigador español José María Gómez Durán y el biólogo estadounidense Edward O. Wilson.
Saltos de alegría
Mutis era ya un doctor de prestigio cuando en 1760, con 28 años, decidió irse a América como médico del recién nombrado virrey del Nuevo Reino de Granada.
Al poco tiempo de llegar recibió una carta del naturalista sueco Lineo, fundador del sistema utilizado hoy en forma universal para clasificar plantas y animales.
Lineo le pidió a Mutis que le enviara plantas del Nuevo Mundo y le encomendó una memoria sobre las hormigas americanas.
"Allí empieza esta curiosísima aventura de Mutis, quien comienza a recoger hormigas en el Río Magdalena", dijo a BBC Mundo Gómez Duran.
"Mutis debió quedar absolutamente fascinado cuando llegó a América. Todo era nuevo, con decir que cuando le enviaba cajas de plantas a Lineo, éste daba saltos de alegría", según documentos de la época.
En sus múltiples aventuras, Mutis llegó al Cerro del Sapo, en el actual departamento colombiano de Tolima, "donde estuvo seis años y según él mismo fueron sus años más felices".
Las temibles legionarias
Las hormigas de los trópicos tienen una importancia extraordinaria, con una biomasa superior a la de los vertebrados. Esto significa que si se pusieran en una balanza todos los vertebrados de la selva y las hormigas, estas pesarían más.
Y en época de Mutis las hormigas no sólo eran omnipresentes sino a veces temidas y una de las especies más famosas era la de las llamadas legionarias.
"Se les llamaba hormigas de visita en el siglo XVIII porque en los poblados, cuando llegaban esas files de cientos de miles de hormigas, la gente se salía y dejaba la casa abierta, las legionarias se llevaban todo tipo de insecto, incluso asustaban a las ratas", explica Gómez Durán.
Y cuando las hormigas se iban, volvían a entrar los habitantes.
Mutis resolvió uno de los grandes enigmas sobre las legionarias, que a diferencia de la mayoría de las especies, no tienen un nido en el suelo o en un árbol.
"Son hormigas nómadas y Mutis descubrió que cuando reposan crean entre ellas mismas una masa, una bola de hormigas vivas. En el centro de la masa que se agarra, por ejemplo, de un tronco caído, es donde están las larvas", cuenta Gómez Durán.
La imperiosa necesidad de alimentar las larvas es lo que lleva a las grandes avanzadas de estas hormigas "que se llevan por medio todo lo que encuentran".
Discípulos fusilados
El nuevo libro hace realidad un sueño incumplido del propio Mutis, quien habría enviado dos veces a Europa estudios que se perdieron en la larga travesía por mar.
Es de alguna manera, "el libro que a Mutis le hubiera gustado escribir", señala Gómez Durán.
Otro de los grandes proyectos de Mutis fue documentar la flora del entonces virreinato de Nueva Granada mediante la Expedición Botánica, una misión científica subvencionada por la Corona española.
Mutis se había rodeado de discípulos nacidos en lo que es hoy Colombia y Ecuador. Falleció en 1808 a los 76 años y durante los movimientos de independencia a comienzos del siglo XIX varios de sus discípulos fueron fusilados.
Según el investigador español, el legado de la Expedición Botánica llego a Madrid en 105 cajones que fueron abiertos en presencia del rey.
Pero estos quedaron luego en el olvido por prácticamente un siglo y medio, "hasta que el extraordinario historiador colombiano Guillermo Hernández de Alba, ya a mediados del siglo XX, comienza la transcripción de los diarios en el Jardín Botánico de Madrid", cuenta.
El legado de Mutis
José Celestino Mutis fue, para Gómez Durán, "una persona de gran honestidad intelectual, que abarcó muchisimos temas, dejando un interés por la ciencia que se difundió en forma maravillosa en la Colombia del siglo XVIII".
Mutis nunca llegó a recibir el reconocimiento de las academias de ciencia europeas de su época, pero según Gómez Durán, hubiera estado encantado de ver ahora su nombre asociado al de un científico tan prestigioso como Edward Wilson.
Tal vez uno de los grandes legados de Mutis sea el de mostrar que la ciencia, ante todo, es un empeño de extraordinaria pasión. En las palabras de Edward Wilson, "sigue viva la memoria de Mutis como un científico pionero, que luchó prácticamente solo, jamás vencido por las enormes dificultades en descifrar las maravillas su entorno, que lo deslumbraban".
BBC Mundo