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2009/12/30

ADN contra fraude, un juego de niños

Fuente: Publico.

Dos estudiantes de un instituto de enseñanza secundaria de Nueva York han destapado hasta 11 productos alimentarios que no contienen lo que dice su etiqueta. De paso, han descubierto una posible nueva especie de cucaracha que vivía en las calles de la ciudad sin que nadie supiera de su existencia. Investigadores de la Universidad Rockefeller y del Museo Americano de Historia Natural accedieron a donar su tiempo y material para que los jóvenes les enviaran muestras de comida, polvo, insectos y cualquier otra cosa que pudieran encontrar en los apartamentos y calles de la Gran Manzana. Las muestras fueron analizadas con una reciente tecnología que extrae el código de barras genético de una especie a partir de un solo gen. Creada en 2003, esta herramienta ha originado el proyecto internacional Barcode of Life (Código de Barras de la Vida), que pretende crear un catálogo con todas las especies del planeta.

En Nueva York, el lector del código de barras genético se usó para rastrear más de 200 muestras de plumas, comida para perros, latas de anchoas y hasta excrementos de caballo recogidos en Central Park. Detectó 95 especies diferentes, aunque algunas de ellas no deberían estar ahí.

El análisis de los alimentos desveló que, de los 66 productos estudiados, 11 eran fraudulentos. El DNI genético de un queso de cabra reveló que el producto estaba hecho con leche de vaca. El selecto caviar de esturión resultó ser de un pez espátula del río Misisipi, y la aleta de tiburón era perca del Nilo. Hasta una comida gourmet para perros supuestamente hecha con venado desveló ser simple carne de vaca.

"No sabemos cómo ocurre, pero la mayoría de las veces se sustituye un producto caro por otro más barato, lo que indica que se saca provecho de ello", comenta Matt Cost, uno de los dos estudiantes que recogieron las muestras.

Pescado que engaña

El año pasado, un proyecto similar sacudió a los restaurantes de Manhattan. El análisis detectó que hasta un cuarto de los productos no se correspondían con lo que sus vendedores decían que era. Lo que se vendía como atún era tilapia, un pescado mucho más barato. En otros casos, los productos contenían trazas de especies amenazadas.

"Hasta entonces nadie había analizado el ADN del pescado que venden los restaurantes locales", comenta Mark Stoeckle, el investigador de la Universidad Rockefeller que ha coordinado el proyecto. El trabajo causó cierto revuelo mediático y demostró lo difícil que es para un consumidor saber si su vendedor habitual le engaña. Según Stoeckle, la única manera de averiguarlo es un test genético.

"Este estudio demuestra a las autoridades lo fácil que es comprobar el origen de un producto, desenmascarar fraudes y proteger la salud de los consumidores", dice Stoeckle, quien añade que el Departamento de Agricultura de EEUU estudia usar los códigos de barras para analizar pescado y que en Australia ya se usa esta técnica para vigilar que los productos importados no contengan especies invasoras.

"El análisis del código de barras va a tener muchas aplicaciones en el análisis de alimentos y otros controles", explica Paul Hebert, investigador de la Universidad de Guelph en Canadá y padre del código de barras de ADN. "También se usará en técnicas forenses y conservación de especies protegidas", detalla.

La tecnología permite analizar un producto y saber en un día si cumple con la normativa vigente, explica la investigadora del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, Annie Machordom. Detalla que ya hay en el mercado test genéticos capaces de detectar la marca de muchas especies, desde el pollo hasta el ser humano.

Otra de las utilidades del código de barras es detectar nuevas especies allí donde se encuentren. En Nueva York, los estudiantes hallaron una cucaracha cuyo código de barras parece indicar que es una especie desconocida hasta ahora. Aunque es pronto para cantar victoria, el ADN del insecto varía mucho respecto al de la cucaracha americana que abunda en Nueva

Especies invasoras

Los estudiantes también hallaron un ciempiés doméstico cuyo lugar de origen está en Europa, así como una mosca que se considera una especie invasora y cuyos restos se encontraron en una caja de pasas empaquetada en Texas.

Los estudiantes enviaron sus 217 muestras al museo para ser analizadas. Allí se secuencia el gen que contiene el código de barras, con lo que se obtiene una palabra formada por unas 650 letras de ADN. La secuencia se puede introducir en el buscador del proyecto Código de Barras de la Vida, que lo compara con el de otras 65.000 especies.

Este proyecto nació en Canadá en 2003, donde Hebert descubrió que una porción del gen CO1 funciona como un identificador casi infalible. La secuencia está presente en todas las células animales y muestra variaciones relacionadas con su recorrido evolutivo. Desde entonces, el proyecto ha ido acaparando códigos a una velocidad vertiginosa. Si en 2007 su base de datos atesoraba 31.000 especies, ahora tiene más del doble, gracias en parte a la colaboración de 170 instituciones científicas en más de 50 países, incluida España. Su objetivo es alcanzar el medio millón en cinco años. "Espero que tengamos el código de todas las especies conocidas en 2025, lo que supondría unos cinco millones de códigos", explica Hebert.

Este DNI genético permite obtener los códigos de barras de muchos animales de la misma especie para ver cómo varían. Después se puede comparar con el de otras especies y averiguar su parentesco en el árbol de la evolución, explica Machordom. "Con esta técnica puedes medir la riqueza biológica que hay en un mililitro de agua de mar", señala.

Su equipo ha usado el código de barras para estudiar fauna marina. La técnica les ha ayudado a identificar hasta 20 especies nuevas de crustáceos en las aguas del océano Pacífico. "Siempre que profundizas en un lugar determinado, encuentras cosas nuevas en las que no se había reparado", comenta la investigadora.

Los defensores del código de barras señalan que es un rápido y eficiente complemento para la forma tradicional de describir especies, que se basa en características morfológicas. Por ahora se han descrito un millón y medio, lo que supone sólo el 10% del total, según algunos cálculos.

Sólo unas horas

Al estar basado sólo en un gen, el código de barras puede obtenerse en unas siete horas, explica Machordom. Su precio baja constantemente. Ahora ronda los cuatro euros y el objetivo es que cueste menos de uno, añade Stoeckle. Según los estudios de Hebert, el método es fiable en el 98% de los casos, lo que divide a la comunidad científica entre partidarios de la nueva herramienta y críticos que prefieren el sistema tradicional.

Hebert señaló en uno de sus estudios que pronto habrá un lector de códigos de barras del tamaño de un móvil. El aparato podría extraer el ADN, analizarlo e identificar una especie en cuestión de minutos. Explica que en cinco años llegarán los primeros modelos y que en 2020 serán totalmente portátiles.

Stoeckle opina que el aparato aún tardará unos años en hacerse realidad, pero añade que el gran paso no será tener lista la tecnología, sino que haya demanda suficiente por parte del mercado para que sea rentable desarrollarla.

Por ahora, los análisis de ADN se llevan a cabo en un laboratorio, aunque Stoeckle quiere cambiarlo con su próximo proyecto con estudiantes. Esta vez se analizará ADN de plantas, especialmente las que se procesan y envasan para consumo humano. Los estudiantes ya no tendrán que enviar las muestras al museo, pues Stoeckle quiere usar los aparatos de secuenciación en el mismo lugar en el que se tomen las muestras. "Estos proyectos son muy interesantes porque permiten a los estudiantes usar el ADN como una linterna que ilumina lo que hay a su alrededor", concluye.

Cinco ejemplos de ‘gato por liebre’ genético

Falso caviar
El caviar es un alimento muy cotizado, pero sólo aquel que procede de las huevas de esturión es considerado auténtico. Todo lo demás son sucedáneos o huevas de otros pescados a las que se da color negro para que parezca caviar. El estudio desveló que el de un comercio estaba hecho con una especie de EEUU, el pez espátula del río Misisipi.

Misma familia, distinta especie
Los estudiantes recogieron muestras a la venta de una especie de pez rojo muy cotizada en gastronomía, el huachinango (‘Lutjanus campechanus’). Encontraron peces etiquetados con este nombre cuyo ADN correspondía en realidad a otra especie diferente de la misma familia, el pargo malabárico (‘Lutjanus malabaricus’).

Sopa de aleta de perca
El análisis de las muestras recogidas por los estudiantes también cubrió productos secos y envasados hechos con carne de tiburón. En este caso, lo que se vendía bajo la denominación de tiburón seco, cuya aleta se utiliza para preparar una sopa que es una delicia de la gastronomía china, era en realidad perca del Nilo, un pez muy común.

Delicias de vaca
Los fraudes en el contenido de los alimentos no se limitan a aquellos destinados a consumo humano. Los estudiantes analizaron unas galletas ‘gourmet’ para perros que en teoría estaban fabricadas con carne de ciervo. Sin embargo, los análisis revelaron que la supuesta delicia de cérvido era en realidad un filete común de vaca.

Pez gato incorrecto
El último ejemplo de los fraudes hallados por el estudio está relacionado con filetes de pez gato congelados. Según el etiquetado del producto, los filetes debían de ser de pez gato amarillo (‘Pelteobagrus fulvidraco’). Sin embargo, el pescado utilizado era de otra especie diferente, ya que se trataba de pez gato andador (‘Clarias batrachus’).

2009/12/16

Científicos españoles descubren por qué se duplica el ADN en las neuronas

Fuente: ADN.

Un grupo de científicos españoles ha descubierto el mecanismo por el cual se duplica el ADN en algunas neuronas, un proceso que está relacionado con algunas patologías neurodegenerativas como el Alzheimer.

Los investigadores han descrito ese proceso, que origina las llamadas neuronas "tetraploides", unas células nerviosas con doble cantidad de ADN en su núcleo y por lo tanto de mayor tamaño.

Los resultados de esta investigación se han publicado en el último número de la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias de EEUU, ha informado hoy el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Hasta ahora, la presencia de ese tipo de neuronas de mayor tamaño estaba asociada a errores en el proceso de desarrollo del sistema nervioso.

Un estudio revela que existe un mecanismo molecular programado para la generación de este tipo de células, y aporta nuevos datos sobre el desarrollo del sistema nervioso y sobre el origen de las patologías neurodegenerativas.

La investigación ha sido dirigida por el investigador del CSIC José María Frade, del Instituto Cajal en Madrid, quien ha colaborado con el grupo del científico Antonio de la Hera, del Instituto de Medicina Molecular (un centro mixto del CSIC y la Universidad de Alcalá de Henares).

Según ha explicado Frade, hasta ahora se había asumido que los cambios en la cantidad de ADN en las neuronas se debían a errores sucedidos durante la proliferación de los precursores neuronales, "pero nuestra investigación prueba que existe un programa molecular diseñado para generar neuronas tetraploides que podría participar en procesos degenerativos".

Ha recordado además que la aparición de este tipo de neuronas está relacionado con la enfermedad de Alzheimer.

Los investigadores, ha precisado el CSIC, analizaron el proceso de desarrollo de la retina y observaron que un porcentaje sustancial de las neuronas que originan el nervio óptico sufren, cuando aun son embrionarias, duplicación de ADN en su núcleo.

Muchas de esas neuronas sobreviven en el individuo adulto, al tener bloqueada su división celular, y conforman una población de neuronas de gran tamaño que alcanza una región específica del cerebro.

"A tenor de los resultados de la investigación, es posible que los mecanismos observados durante el desarrollo embrionario puedan tener lugar también en el cerebro adulto, y no sólo durante el crecimiento del sistema nervioso", ha señalado José María Frade.

Así, las neuronas tetraploides serían la consecuencia de la reactivación del ciclo celular en neuronas, un proceso que ha sido observado por múltiples grupos de investigación en todo el mundo y que está asociado a la degeneración cerebral.

2009/10/14

El altruismo no está en el ADN

Fuente: Publico.

Desde el punto de vista de la teoría evolutiva, la aparición del altruismo no tiene una justificación sencilla. ¿Qué sentido biológico tiene el sacrificio de un soldado o de un cooperante? ¿Por qué favorecieron la evolución comportamientos que benefician a individuos con los que no se tiene relación y que suponen un coste muy importante para quien los practica? Ahora, científicos de las universidades estadounidenses de California en Davis y Michigan afirman en un artículo publicado en PNAS que la selección actúa sobre la cultura con una intensidad mucho mayor que sobre los genes.

Con una estructura social suficientemente rígida y poco intercambio con otras poblaciones, los individuos de una sociedad podrían llegar a ser mucho más parecidos genéticamente entre sí que con miembros de otros grupos. Si esta separación genética es lo bastante grande, la teoría evolutiva predice que el sacrificio individual por el grupo puede tener los mismos incentivos que el sacrificio por los parientes cercanos y se explicaría así cómo apareció el altruismo en los genes.

Pero esta posibilidad es controvertida porque no está claro que la variación entre grupos en las sociedades humanas del pasado haya llegado a tener la importancia necesaria como para desempeñar un papel en la evolución.

La hipótesis alternativa, que apoya el artículo de PNAS, es que la propensión a ayudar al prójimo a cambio de nada pudo surgir fruto de la selección cultural. Desde que los humanos fueron capaces de desarrollar una cultura posiblemente hace 250.000 años, el comportamiento de los miembros de distintos grupos comenzó a diferenciarse debido a la acumulación de cambios culturales. La selección cultural funciona de la misma forma que la genética: los grupos con comportamientos más eficaces para la supervivencia transmiten su cultura a más sociedades.

Sin embargo, la variación cultural tiene algunas ventajas sobre la genética. Una de ellas es que para ser efectiva no requiere una competición violenta entre grupos o la extinción de sociedades. Los individuos de una sociedad derrotada (y sus genes) pueden integrarse en la vencedora. En este caso, la selección cultural habría sido muy importante sin que se hubiese producido una fuerte selección genética.

Rasgo muy humano

Utilizando una ecuación que describe las condiciones necesarias para que progrese el altruismo (ecuación Price), los autores compararon las diferencias genéticas y culturales entre grupos sociales vecinos y observaron la mayor influencia de la cultura en la aparición de un rasgo que, entre los vertebrados, es casi exclusiva de los humanos.

La influencia de los rasgos genéticos también se vería incrementada gracias a los mecanismos de selección social. La exclusión de los matrimonios, el destierro o la pena de muerte servirían para penalizar en la herencia biológica los comportamientos antisociales. De esta manera, los individuos de sociedades altruistas, con más capacidad para reclutar ejércitos o colaborar en grandes proyectos, verían también reflejado en su genoma la inclinación a colaborar con los demás sin esperar nada a cambio.

2009/10/07

IBM desvela el "transistor ADN"

Fuente: El Pais.

Los investigadores de IBM están desarrollando un chip para leer la secuenciación de ADN. La ventaja es que es más rápido y más barato, según la información facilitada por el gigante informático.

Si tiene éxito, el sistemabarataría la lectura del ADN de 1.000 a 100 dólares. Baste recordar que la primera secuenciación del mapa genético humano, realizado en 2003 costó 3.000 millones de dólares y trece años de trabajos. El "transistor ADN", comole empieza a llamarIBM, ayudaría a leer el genoma humano más fácil y rápidamente, lo que mejoraría avances en el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades, y ayudaría a determinar la predisposición de una persona a contraer ciertas enfermedades.

El equipo de científicos de IBM está formado por especialistas en nanofabricación, microelectrónica, medicina y biología. "Las tecnologías que hacen de la lectura del ADN rápida, barata y ampliamente disponible tienen el potencial para revolucionar la investigación biomédica y anuncia la era de la medicina personalizada", manifestó Gustavo Stolovitzky, del equipo de investigación de IBM. "En última instancia, podría mejorar la calidad de la atención médica mediante la identificación de los pacientes con la mejor reacción a un medicamento en particular, y los que están en mayor riesgo de reacciones adversas".

2009/08/17

IBM se inspira en el ADN para fabricar los microchips del futuro

Fuente: Yahoo!

International Business Machines está fijándose en las piezas de nuestro cuerpo - el ADN - para crear la estructura de los microchips de próxima generación. Seguir leyendo el arículo

A medida que los fabricantes de procesadores compiten para desarrollar chips cada vez más pequeños a precios más bajos, los diseñadores están tratando por todas formas de reducir costes.

Las nanoestructuras artificiales de ADN, o "origami de ADN" pueden proporcionar una estructura barata sobre la que construir minúsculos microprocesadores, según un artículo publicado el domingo en la revista Nature Nanotechnology.

Los microprocesadores se utilizan en ordenadores, teléfonos móviles y otros aparatos electrónicos.

"Esta es la primera demostración del uso de moléculas biológicas para ayudar con el procesamiento en la industria de semiconductores", dijo el responsable de investigación de IBM Spike Narayan en una entrevista con Reuters.

"Básicamente, esto nos está diciendo que estructuras biológicas como el ADN ofrecen realmente tipos de prototipos muy reproducibles y repetitivos que realmente podemos utilizar en procesos de semiconductores", declaró.

La investigación fue una obra conjunta de científicos del Centro de Investigación de Almaden de IBM y el Instituto de Tecnología de California.

Ahora mismo, cuanto más pequeño es el procesador más caro es el equipo. Narayan dijo que si el proceso de "origami de ADN" se adapta al nivel de producción, podrían realizarse grandes ahorros en el proceso de fabricación.

Sin embargo, los nuevos procesos podrían tardar en llegar al menos 10 años. Narayan dijo que aunque el "origami de ADN" podría permitir a los fabricantes de procesadores crear estructuras que son mucho más pequeñas de lo posible con herramientas convencionales, la técnica sigue necesitando años de experimentación y prueba.

2009/07/13

"Gracias a mi descubrimiento, tenemos más series tipo CSI"

Fuente: Publico.

A Kary Mullis (Lenoir, Carolina del Norte, EEUU, 1944) le encanta contar que ideó la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) —un método que permite obtener miles de copias de un ADN y que hoy se emplea en todos los laboratorios de biología molecular— mientras conducía desde Emeryville, donde trabajaba como químico en la empresa Cetus Corporation, a su cabaña de fin de semana en Mendocino (California).

Atribuir prácticamente a la casualidad un hallazgo que años más tarde, en 1993, le supuso la concesión del Nobel de Química no es sino un rasgo peculiar más de un científico que está muy lejos del tópico del microscopio y la bata blanca, y que se atrevió a decir en su discurso de aceptación del galardón sueco que estudió ciencia porque no valía para escritor. Si se hubiese decantado por la literatura, la inexistencia de la PCR habría retrasado la lectura del genoma humano, y dificultado las pruebas de paternidad y la identificación de cadáveres. El químico inauguró recientemente en Madrid la conferencia 360º en Oncología.

Ha comentado en diversas ocasiones que descubrió la PCR prácticamente por casualidad. Algo de trabajo habría detrás...

Claro. Es cierto que lo descubrí por accidente, pero porque estaba pensando en el trabajo. Uno siempre tiene que estar preparado para que, en el momento en que se le pase algo así por la cabeza, reconocerlo.

La idea se le ocurrió un viernes y hasta el lunes no pudo comprobar nada en su laboratorio. ¿Cómo lo aguantó?

Es divertido, porque yo era consciente de que había descubierto algo que iba a cambiar radicalmente las cosas, aunque no sabía cómo. De hecho, le dije a mi mujer, con la que viajaba: "¿Sabes? Esto podría darme el Premio Nobel". Ella se rió, claro.

Una vez que ya había madurado la idea, intentó publicarla en la revista Science, pero le rechazaron el estudio...

Me lo devolvieron tanto Science como Nature. De hecho, el rechazo de esta última fue casi el más gracioso porque en la carta que me enviaron, que aún conservo, aducían que el tema "no era de interés para el grueso de nuestros lectores". Ahora, en cualquier ejemplar de Nature, cada cinco páginas se puede leer un estudio basado en la PCR. De todas formas, lo que me ocurrió es lo normal cuando se trata de algo realmente innovador; si es rápidamente aceptado, probablemente no cambiará el curso de la ciencia. Las revistas no reconocen las cosas realmente impactantes.

¿Dónde publicó entonces por primera vez su trabajo con la PCR?

Yo estaba frustrado porque las grandes revistas me habían rechazado. Un amigo mío, Ray Wu, era editor de la revista Methods in Enzymology y me comentó que no tendría ningún problema en publicar mi estudio, para que luego pudiera establecer que el hallazgo era mío. Así lo hice y estoy contento, pero Methods in Enzymology no es el tipo de revista donde se publica esta clase de hallazgos. Eso sí, cuando meses después se publicó el primer trabajo sobre PCR en Science, yo sólo fui un firmante entre siete y mi jefe figuraba como autor principal.

Hablando de propiedad, su empresa le compensó con 10.000 dólares por haber descubierto la PCR. Ellos la vendieron luego por mucho más. ¿Cómo se sintió?

Cetus se la vendió a Roche por 300 millones de dólares. En realidad, me hubiera conformado con que les hubieran dado 301 y ese millón me lo hubieran ingresado a mí [ríe]. Seguro que a Roche no le hubiera importado. Ahora en serio, aunque no me beneficié económicamente, sí lo hice de otra forma, ya que conseguí que fuera más fácil que la gente se interesara por mis trabajos posteriores.

La PCR ha sido de utilidad en multitud de campos distintos. ¿Cuál de todos le parece más interesante?

Bueno, para mí la parte más curiosa es la utilidad para ver las secuencias de ADN de distintos animales y poder compararlas. Esto nos ha dado la posibilidad de hacer una especie de árbol de la vida, ver de dónde viene cada especie. Yo siempre he estado interesado en la evolución y la PCR nos permite saber con certeza cosas que ya sospechábamos. Sin embargo, hay quien piensa que la variante de más interés es la forense, su uso para determinar cómo y en qué circunstancias fallecen las personas. Yo siempre digo que gracias a mi descubrimiento, tenemos más series tipo CSI en la televisión; no sé si eso es bueno o no.

Usted vino a Madrid a participar en una conferencia sobre oncología. ¿Cuál es su opinión sobre la PCR en el diagnóstico y tratamiento del cáncer?

Bueno, yo creo que, paradójicamente, cuanto más sabemos sobre el cáncer (algo a lo que contribuye la PCR), más frustrante es trabajar en este campo. Cuanto más se avanza, es más complicado. Durante un tiempo, pensamos que teníamos 30.000 genes y que el resto de las piezas de ADN no servía, y ahora vemos que algunas de esas partes son vitales para el desarrollo del cáncer. Para poder acabar con esta enfermedad, hay que conocerla, pero todavía estamos muy lejos.

Usted preside en la actualidad Altermune, una compañía que investiga la inmunidad químicamente programable para lograr que el organismo acabe con los patógenos. Esta es precisamente una de las vías que se están explorando contra el cáncer. ¿Piensa aplicar sus conocimientos en este campo?

Trabajar con organismos externos es mucho más fácil, porque conocemos su estructura. El problema del cáncer es que es parte de ti. Nosotros ya hemos desarrollado un sistema para movilizar de forma instantánea a las defensas para neutralizar patógenos, como el responsable del ántrax. Y hemos tenido éxito.

Estando usted en España, es inevitable recordar el incidente que protagonizó en 2004 en Toledo, cuando afirmó en una conferencia sobre el sida que el VIH no causaba la enfermedad. ¿Sigue manteniendo esta idea?

Sí. Expresé mi opinión en un artículo en la revista Genetica y la mantengo. Creo que se cometió un error al principio al identificar al VIH como el retrovirus causante de la enfermedad, cuando son todos los miembros de este género de virus los que están detrás. Los científicos no han querido revisar sus trabajos iniciales y por eso no se ha conseguido curar esta enfermedad. No digo que se lograra si se hiciera, pero en cualquier caso no se ha hecho y se está tirando el dinero por no hacerlo.

2009/03/14

Uno de los fundadores de Google se lanza al estudio genético del Parkinson

Fuente: El Mundo.

Con dinero y con su propio ADN. Así pretende contribuir Sergey Brin, uno de los fundadores de Google, a mejorar el conocimiento sobre las causas de la enfermedad de Parkinson. En colaboración con una empresa dedicada a los análisis genéticos, en la que participa su propia esposa, el multimillonario empresario pretende reunir a más de 10.000 participantes con esta patología neurodegenerativa para desentrañar las raíces del mal.

Desde que su propio análisis genético reveló el pasado mes de septiembre que Brin es portador de una mutación genética que eleva sus probabilidades de sufrir la enfermedad en el futuro, como ya le ocurrió a su madre, el cofundador de Google se ha mostrado muy interesado por esta cuestión.

Por eso, ha elegido la compañía que dirige su esposa, Anne Wojcicki, para poner en marcha uno de los estudios genéticos más amplios sobre esta materia. '23andMe', bautizada así en honor a los 23 pares de cromosomas que componen el organismo humano, se dedica en la actualidad a realizar análisis genéticos a sus clientes para valorar su predisposición a padecer ciertas patologías en el futuro, en función de la existencia o no de ciertas mutaciones y de sus antecedentes familiares. Google ha invertido hasta la fecha casi cuatro millones de dólares (unos tres millones de euros) en esta empresa.

En el trabajo que Google y '23andMe' van a comenzar a partir de ahora, en lugar de cobrar los casi 400 dólares que cuestan estos análisis, los voluntarios que deseen colaborar sólo deberán abonar 25 dólares. A cambio, recibirán el mismo kit de ADN para enviar a la sede de la compañía una pequeña muestra de saliva. Brin correrá con todos los gastos de la investigación de su propio bolsillo (no ha precisado ninguna cantidad concreta) y además participará como voluntario en el grupo control de personas sanas.

10.000 voluntarios reclutados 'on line'

En total, se pretende reclutar a través de Internet a 10.000 personas con la enfermedad de Parkinson, cuyo ADN servirá para tratar de localizar nuevas mutaciones y alteraciones genéticas que permitan conocer el porqué de esta patología. A pesar de los temores que existe en torno a la confidencialidad de los datos genéticos, '23andMe' ya ha señalado que no venderá los datos individuales de los participantes, cuyos datos personales se eliminarán completamente.

Nada dicen, sin embargo, de la posibilidad de comerciar con las conclusiones que se obtengan, y que podrían ser de gran utilidad para alguna compañía farmacéutica interesada en desarrollar algún compuesto contra el Parkinson. Ésta es una de las principales pegas que han surgido alrededor de esta iniciativa, aunque no es la única. Sarah Murray, directora de genética en el Instituto Scripps de San Diego (EEUU), recuerda que los participantes sólo rellenarán un cuestionario sobre su salud a través de la Red, sin ser examinados por ningún médico. "Eso puede empeorar la calidad de los datos", ha señalado en declaraciones a 'The New York Times'.

Tampoco se ha mostrado entusiasmado Kari Stefansson, competidor directo de '23andMe' al frente de otra compañía de análisis genéticos, DeCode Genetics. "La única cosa destacable es que hay un señor muy rico que va a pagar el trabajo", ha bromeado. Eric Lander, especialista en genómica de la Universidad de Cambridge (en EEUU), por su parte, ha señalado que este tipo de "comunidad on line, auto-organizada para participar en un estudio" le parece una cosa "muy propia de Google".

"Tengo un 50% de probabilidades de sufrir Parkinson en el futuro", ha señalado Sergey Brin en alguna entrevista reciente; "pero también le doy a la medicina un 50% de posibilidades de ser capaz de tratarlo". Él y su esposa han anunciado que también analizarán el ADN de su hijo, nacido el pasado mes de noviembre, en busca de posibles mutaciones favorables al Parkinson.

2009/01/17

Examen de ADN confirmó que un bebé blanco es hijo de padres negros

Fuente: INFOBAE.

Había nacido en noviembre y, para asombro de sus padres brasileños, tenía piel blanca y ojos azules. Un análisis genético ratificó la paternidad

Ahora ya no hay más dudas. Gabriel, de apenas dos meses de vida, es hijo de Alexsandra Santos de Oliveira, de 34 años. El fin del misterio fue confirmado por un examen de ADN requerido por la madre del niño, cuyo resultado fue divulgado ayer, informó la cadena O Globo.

La polémica en torno al parentesco de Alexsandra y Gabriel comenzó cuando nació el bebé, el 23 de noviembre en Brasil. Los padres de Gabriel son negros, pero el niño tiene la piel blanca y ojos azules.

Las diferencias físicas colocaron a Alexsandra y a su marido, Alexandre Assunção Maciel, también de 34 años, en un dilema: ellos comenzaron a sospechar que el niño no era su hijo, y que podría haber ocurrido un cambio de bebés en la maternidad del Hospital Estatal Azevedo Lima, en Niterói.

En el inicio de enero, las autoridades del hospital decidieron realizar un examen genético a los padres del menor, en el Instituto de Biología Roberto Alcântara Gomes. El resultado confirmó que el pequeño Gabriel es su hijo, situación que alegró sobremanera a Alexsandra, su marido y los otros siete hijos de la pareja.

"El drama acabó. Ahora tenemos la certeza de que Gabriel es nuestro hijo. Vamos a olvidar todo lo que pasamos y criar a nuestro más reciente heredero", declaró entusiasmado Alexandre.

2008/12/19

Biohackers: reventar y reinventar la biología desde los garajes

Fuente: Publico.es.
Cuando la prensa adorna los avances en ingeniería genética con referencias a replicantes o al doctor Moreau, los científicos sonríen, dudando incluso de la misma validez del término ingenieril, más mediático que científico. “No se parece a ninguna forma de ingeniería”, dice el científico Drew Endy, uno de los grandes nombres en el actual caldo de cultivo de la biología sintética.
Replicantes y doctor Moreau son muestras de que el concepto de vida artificial o tuneada no es novedoso, pero sí su realidad técnica actual y el cariz rompedor que está adoptando su cara sociológica. La biología sintética ha hibridado con una media naranja, la informática, para alumbrar uno de los fenómenos más curiosos e interesantes de los últimos años: los biohackers, biotecnólogos con el sueño prometeico de robar a la naturaleza el secreto de la vida y a los centros de investigación el poder para manejarla, crear organismos hasta en un garaje y que todo ello sea abierto, compartido y público; vida 2.0.
Todo comenzó con una humilde bacteria, el ser vivo al que más deben miles de científicos, y ello gracias a dos propiedades. Una, las bacterias pueden cambiarse genes grabados en un cassette –según el lenguaje de la época–, una cadena circular de ADN llamada plásmido. Dos, las bacterias trocean el ADN de sus parásitos utilizando unas tijeras moleculares llamadas enzimas de restricción, que cortan por una línea de puntos formada por secuencias específicas de ADN.
Plásmidos y enzimas de restricción son la caja de herramientas básicas de la biotecnología, que permiten poner, quitar, cambiar o guardar genes. Después llegarían las librerías de genes y las máquinas sintetizadoras de ADN, pero la bacteria intestinal Escherichia coli continúa siendo el obrero biológico imprescindible.

Máquinas vivas

Con estas técnicas, la biología pasó de descubrir a inventar, produciendo desde tomates transgénicos a vacunas. Pero la biología sintética no se conforma con tunear los elementos naturales. No quiere inventar, sino crear; romper el código natural y recrearlo, el primer escalón del biohacker.
En este empeño surge un nombre, el del magnate de la ciencia J. Craig Venter. En 2003, Venter construyó el primer genoma sintético de un virus. En 2008 ha culminado un logro más ambicioso, un cromosoma artificial de una bacteria. Ha prometido que en 2009 conseguirá animar una célula zombi con este ADN de laboratorio para crear el primer robot celular, abriendo la puerta a organismos 100% diseñados para producir combustibles o devorar contaminantes.
Pero ejemplos como el de Venter muestran que, lejos de la ingeniería, la biología sintética aún es puramente artesanal. Tom Knight, un veterano de la erupción tecnológica del Silicon Valley reconvertido a la genética en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, quiere reemplazar esta alquimia por una tecnología que permita a los biohackers armar sus creaciones como quien une bloques de código para confeccionar un programa informático.
Knight impulsó el concepto de BioBricks (bioladrillos), piezas estandarizadas de ADN que producen proteínas concretas y que se combinan entre sí como en un juego de construcción para customizar una bacteria capaz de emitir luz o detectar arsénico en el agua. Knight anticipa una revolución: “Es la tecnología que va a dirigir el nuevo siglo”. Y todo según la filosofía 2.0, de libre acceso y en código abierto.
El registro de partes, una base de datos on-line que recopila los BioBricks ya disponibles, crece continuamente gracias a la competición anual en la que participan estudiantes de todo el mundo, aportando sus propios ladrillos al dominio público. El iGEM (siglas en inglés de Concurso Internacional de Máquinas de Ingeniería Genética), dirigido por el colaborador de Knight y ex programador de internet Randy Rettberg, ha reunido en su sexta edición a 84 equipos de 21 países.
Durante los tres meses de verano, trabajaron para construir una máquina biológica funcional ensamblando ladrillos básicos. Para Rettberg, la pregunta es: “¿Pueden construirse sistemas biológicos simples con piezas estándar intercambiables, y operar en células vivas?”

Bacterias calientes

Juli Peretó, genetista evolutivo del Instituto Cavanilles de Biodiversidad en Valencia, codirige el único equipo español que ha participado en el iGEM, este año por tercera vez. El grupo, integrado por alumnos de biología, biotecnología e ingeniería, trasplantó a la bacteria E. coli una proteína de la levadura llamada termogenina, que rompe la cadena de producción de energía celular, dispersando el trabajo de esta maquinaria en forma de calor. “En la grasa de los recién nacidos esto ayuda a mantener la temperatura corporal”, explica Peretó. “El proyecto tenía dos componentes, uno informático para crear los modelos, y otro experimental”, señala.
El investigador concluye que la experiencia ha sido “muy satisfactoria, con resultados incluso publicables, ya que detectamos efectos en la temperatura de los cultivos de bacterias”. Pero más allá del fin educativo del proyecto, que amalgama a estudiantes y directores de varias disciplinas, Peretó subraya la contribución del concurso a la biología sintética. “A corto plazo veremos avances interesantes en circuitos a pequeña escala”. ¿Y en el futuro? “Cualquier cosa que se nos ocurra es posible”, dice.
Lo anterior puede sonar inquietante si lo que imaginan algunos no busca precisamente el beneficio de la humanidad. Y más aún si ocurre fuera de la relativa mansedumbre de los centros de investigación, como pretende la corriente más audaz de los biohackers, aquellos que quieren sacar la biología sintética de la academia y llevarla al garaje, como en su día hicieron los Gates, Wozniak o Jobs con la tecnología informática.
Una cabeza visible de este movimiento es Mac Cowell, antiguo miembro del iGEM que un día descubrió algo: “Ya no estaba aprendiendo cosas nuevas”. Así que vendió su coche y creó DIYbio.org (DIY son las siglas en inglés de Hágalo usted mismo), una red nacida con la intención de hackear los métodos que emplean los grandes laboratorios para crear seres vivos y piezas desde casa.
Según refleja el blog de DIYbio, los biohackers extremos aún están muy lejos de reemplazar los caros equipos y materiales de los laboratorios por equivalentes caseros. Pero según Antonio Lafuente, del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC, la informática y el abaratamiento de los instrumentos “han mitigado las dos principales barreras (cultural y económica) que impedían a los ciudadanos montar su propio laboratorio y comenzar a experimentar con seres vivos”.
Muchos no dudan de que ocurrirá, y alertan sobre los riesgos de las criaturas que nazcan en los garajes. El experto en bioseguridad Markus Schmidt es tajante: el momento para el debate es ahora. De lo contrario, advierte, “no podremos regresar y cerrar la caja de Pandora”.