Titulo original:
Paranoias.
Hoy pude asistir a un pase de prensa de la tercera parte de Piratas del Caribe. Ver las pelis así me ha parecido siempre todo un privilegio: a veces, como en este caso, la proyección es en las oficinas de la propia distribuidora, que suele tener para la ocasión una salita particular.
A lo que voy. De un tiempo a esta parte, los controles que nos hacen a los periodistas, para según qué película, son cada vez más exhaustivos. No controles antidopping, que entonces la cosa sí que sería grave, sino para asegurarse de que no podemos grabar la película de ningún modo imaginable. Las órdenes para ello vienen de lugares muy elevados, de modo que nada tengo que decir de las chicas (en este caso) que tratan con la prensa… Pero sí que tiene tela.
Para empezar, recuerdo demasiado tarde que los móviles hay que dejárselos en casa. Ante la entrada de la sala, dos tipos fornidos y de negro, aunque extremadamente amables, junto a tres azapatas, aparte de las dos chicas de prensa, funcionan como filtro para los incautos. Resulta que yo llevaba hoy una mochilita con los objetos que uno se lleva para viajar en tren y en el metro para llegar a la oficina entretenido, y otros que te vas dejando ahí por pereza. Por suerte, no saqué hoy ninguna de las consolas portátiles de casa… Uno de los berrracos comenzó a hurgar en mi mochila y a extraer todos los objetos con suma (y desconcertada) atención. A los que aparecen en esta foto…
…hay que añadir el periódico del día. Ese móvil que veis ahí tiene más años que la Tana y, desde luego, no incluye cámara. Je, ni siquiera funciona, pero el pobre también se tuvo que quedar fuera.
Mientras efectuaban el registro de mi mochila tuve que vaciar los objetos de metal de mis bolsillos para pasar por un detector de metales. Por si al arco detector se le había pasado algo, me pasaron un detector portátil por todo el cuerpo. Lástima que no lo hicieran las azafatas. Pero lo mejor no ha llegado todavía.
Apenas comenzó la película, uno de los mencionados prendas de la entrada se deslizó por el lateral de la sala en lo que él creía que era un movimiento invisible para observarnos con detenimiento. Imagina ver una peli con un tío a menos de un metro de ti mirándote a la cara. Lo hizo varias veces durante la proyección. Y, durante un rato, se puso ante los ojos un aparatito a través del cual pasaba revista a las apenas diez filas de la sala. Parecía un detector de infrarrojos, o de calor, como los del Tom Clancy. Como premio por haber soportado más presión que en un aeropuerto de los Estates, nos regalaron este bonito cuadernito y estos tattoos para malos malotes.
La peli no merecía tanto sacrificio, ni de una parte ni de otra, pues no olvidemos que
guariras,
azafatas y
representantes llevaban escenificando ese paripé
todo el día. Y lo que les queda todavía. La lucha
contra la piratería es muy dura. Aunque la peli seguro que ya se puede encontrar en la red.
Fuente:
Freeki.