Además de la popularización del símbolo de la paz y del movimiento hippie, la década de 1960 trajo otra revolución, algo menos conocida: la revolución verde. Este término hace alusión al desarrollo de la agricultura en la que se utiliza masivamente fertilizantes, pesticidas y herbicidas, y a la evolución de las técnicas de producción, que llegaron a multiplicar por cuatro el rendimiento de las cosechas en tan sólo dos décadas. No obstante, el crecimiento intensivo de la producción no ha sido la panacea, puesto que cada vez son más los estudios que ponen de manifiesto los beneficios de cultivar según los métodos de antaño, lo que en la actualidad se conoce como agricultura ecológica.
Los últimos en intentar demostrar los beneficios de las cosechas tradicionales sobre las más evolucionadas han sido unos investigadores de la Universidad Estatal de Washington (EEUU). El equipo ha publicado esta semana un artículo en PLoS ONE en el que compara 31 propiedades asociadas al cultivo de fresas en California, donde se produce el 90% de las fresas del país.
Los investigadores dirigidos por el especialista en Agroecología John Reganold tomaron muestras de tres variedades de fresas cultivadas en 13 cosechas tradicionales y en otras 13 cosechas ecológicas.
Según sus resultados, las variedades ecológicas presentan mejores propiedades antioxidantes y menos concentración de agua. Además, en una de las tres variedades, la cosecha orgánica resultó más dulce y de mejor sabor y apariencia, aunque en las otras dos no se detectaron diferencias.
Pero las ventajas de la agricultura ecológica no sólo se desprenden de sus productos, sino que el propio suelo de cultivo también resultó ser de mejor calidad. Según el artículo, los suelos de cultivos ecológicos tienen niveles más altos de fijación de carbono y más concentración de nitrógeno, micronutrientes y diversidad genética. "Se pueden obtener productos de alta calidad y saludables sin tener que recurrir a un arsenal de pesticidas", asegura Reganold.
La agricultura ecológica actual destierra el uso de cualquier compuesto químico, una práctica que podría resultar perjudicial ante el control de plagas. No obstante, otro artículo publicado en julio en Nature asegura que este tipo de cosechas estimula el control natural de plagas. Esta hipótesis se basa en que, al no utilizar pesticidas, los cultivos ecológicos mantienen tanto a las especies enemigas de las cosechas como a sus depredadores. Por tanto, es el propio ciclo natural el que mantiene con vida los cultivos. Las cosechas tradicionales analizadas por los investigadores llegaron a acaparar hasta un 80% de invasores de una misma especie. Mientras, la heterogeneidad de los cultivos ecológicos hizo que la máxima representación de una misma especie invasora alcanzara tan sólo un 38%.
España, líder europeo
Las 1,6 millones de hectáreas dedicadas a agricultura ecológica en España en 2009 la sitúan como el primer productor de la Unión Europea por segundo año consecutivo, según datos del Ministerio de Medio Ambiente (MARM), y el sexto a nivel mundial. Este tipo de agricultura representa el 5,26% de las cosechas totales del país, lo que supone un aumento de un 21,64% respecto a 2008. Según explican fuentes del MARM a Público, esta actividad "responde perfectamente a las demandas crecientes en cuanto a calidad alimentaria".No obstante, a pesar de las bondades de este tipo de prácticas, "no es viable que el 100% de la agricultura se desarrolle de forma ecológica", aseguran desde el MARM.
Un estudio de la Universidad de Leeds (Reino Unido), publicado en Ecology Letters, asegura que para producir la misma cantidad de comida mediante técnicas ecológicas, es necesario duplicar la cantidad de superficie respecto a la agricultura tradicional. "Este es un lujo que no nos podemos permitir bajo las crecientes demandas alimentarias de la población", asegura el responsable de la investigación, Tim Benton. Por lo tanto, el reto está en alcanzar el equilibro entre el cultivo respetuoso con el medio ambiente y la producción de los alimentos necesarios para abastecer la demanda de la población mundial.