Quién sabe si dentro de 10.000 años aún coleará algún ser humano en este planeta. Pero si fuera así, ese lejanísimo descendiente tendrá asegurado al menos
un legado testimonial de sus antepasados: podrá acudir ante
un reloj para celebrar la entrada del año nuevo, como antes hicieron generaciones y generaciones durante milenios, e incluso podrá brindar al son de una melodía de campanadas nunca antes escuchada. El lugar será
una cueva remota bajo una montaña de caliza cerca de Van Horn, al oeste de Texas (EEUU) y hoy
propiedad de Jeff Bezos, el fundador de la librería online Amazon. Allí, un plan tan extravagante que casi camina a contracorriente está construyendo el 10,000 Year Clock (Reloj de 10.000 Años).
No se trata de un torpe aparato eléctrico que se quede parpadeando al primer corte de luz. El artefacto será
un monumento del tiempo para el tiempo, capaz, según sus creadores, de
"dar la hora correcta durante los próximos 10.000 años" con sólo un "mantenimiento ocasional", con "tecnología de la edad del bronce" y cuyo funcionamiento deberá comprenderse con una simple "inspección cuidadosa", si para entonces no quedase nadie para explicarlo.
El Reloj de 10.000 Años es el proyecto de una entidad cuyos miembros comparten una visión de permanencia y responsabilidad a largo plazo; lo llaman "
The long now", "el largo ahora". Una mirada que se rebela contra el
tempo de la sociedad del siglo XXI con su vertiginoso cortoplacismo, su
usar y tirar, y su maniática adoración del
tiempo real. El modelo en el que se inspira el padre de la idea, Danny Hillis, es el círculo megalítico de Stonehenge. Su visión fue la de un reloj que hiciera
tic una vez cada año, bong una vez cada siglo y cucú una vez cada milenio. Será "la computadora más lenta del mundo", en palabras de Kevin Kelly, cofundador de la revista
Wired y uno de los impulsores del proyecto en su calidad de secretario del comité directivo de la Fundación The Long Now.
Ingeniero informático formado en el MIT e incansable emprendedor tecnológico, Hillis fantaseaba en 1993 con la idea de un reloj milenario, que llevó a las páginas de
Wired dos años después. La quimera de Hillis aglutinó a algunos viejos compañeros que compartían su enfoque, entre ellos el antiguo componente de Roxy Music Brian Eno, el intelectual y biólogo Stewart Brand, el fundador de Lotus Corporation Mitch Kapor y la empresaria e hija del físico Freeman Dyson, Esther Dyson. La Fundación The Long Now nació en 01996 (la notación adoptada por ellos, dicen, para evitar un futuro "efecto 10.000").
El hito se emplazó a 10.000 años por ser aproximadamente el mismo tiempo que la historia de la civilización humana ya ha dejado atrás. "Esto asume que estamos a la mitad del viaje, una declaración implícita de optimismo", escribía Kelly. El nombre de la fundación lo acuñó Eno, recordando que al instalarse en la frenética Nueva York comenzó a echar de menos el "largo ahora" de su vida en Gran Bretaña.
Calibración por el Sol
La primera tarea fue construir un prototipo del reloj, un modelo de unos dos metros y medio que se completó el 31 de diciembre de 01999, a tiempo para el cambio de milenio. La máquina, hoy expuesta en el Museo de la Ciencia de Londres, contenía ya muchas de las soluciones inventadas por Hillis y otros colaboradores de la fundación. El prototipo ponía en práctica el principio de la computadora mecánica binaria y un arsenal de soluciones imaginativas para sortear los obstáculos asociados a la durabilidad, el tamaño y el funcionamiento continuo.
El reloj definitivo, del que ya se están fabricando piezas,
tendrá una altura total de unos 60 metros y estará construido en acero inoxidable tipo 316, resistente a la corrosión, con partes móviles en piedra o cerámica de alta tecnología para que giren sin trabas incluso con lentitud extrema y sin necesidad de lubricantes. La hora se corregirá sola gracias a un sincronizador que calibrará el reloj por la posición del Sol al mediodía. El carillón musical, basado en un algoritmo de Hillis y programado por Eno, es capaz de repicar aleatoriamente en 3,5 millones de secuencias distintas, de forma que su melodía será única cada vez. Las agujas marcarán la hora (sólo cuando alguien lo accione), el día, año y siglo, y el planetario y la esfera astronómica mostrarán las fases lunares y la posición de estrellas y planetas. Un péndulo de titanio y pesas de piedra del tamaño de un utilitario mantendrán el reloj andando gracias a la energía que suministrará la diferencia térmica entre el día y la noche, pero contará también con un sistema de cuerda manual que sus creadores esperan sea accionado por los voluntarios visitantes, en línea con el lema de la fundación: "fomentar la responsabilidad a largo plazo".
La fundación ha anunciado ahora el comienzo de las obras en el emplazamiento del reloj, un rancho propiedad de Jeff Bezos, que hace seis años se unió al proyecto y firma la carta de presentación en
la web 10000yearclock.net. En el vientre de la montaña, una cámara arañada a la roca hará de caja para el reloj y
lo conservará seco, oscuro, estanco y a temperatura estable.
La visión no terminará ahí. La fundación confía en extender el ejemplo a otros lugares, comenzando por otro enclave en Nevada. Será sólo el principio de algo mucho más grande y largoplacista; tanto, escribía Kelly, como la pregunta que hace años lanzó el virólogo responsable de la vacuna de la polio, Jonas Salk: "¿Estamos siendo buenos antepasados?".
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