En su cuarto año consecutivo de crisis, con un déficit presupuestario de US$3.200 millones, una tasa de desempleo que roza el 17% y una ola de violencia vinculada al comercio de drogas ilegales, la receta del gobierno es similar a la de varios países europeos: un plan de austeridad.
"Estábamos gastando US$1,45 por cada dólar que producíamos así que básicamente estábamos usando una tarjeta de crédito y sobrepasamos el límite", le dice a la BBC Carlos García, presidente del Banco Gubernamental de Fomento, el hombre encargado de imponer la agenda económica del gobierno de Luis Fortuño.
"Teníamos que actuar agresiva y enérgicamente en poco tiempo (...) El momento histórico no deja muchas alternativas así que estamos tratando de que todos en Puerto Rico participen en esta revolución que llamamos La Reconstrucción".
Una reconstrucción que ya le ha costado el puesto a decenas de miles de personas en el sector público, aumentado los impuestos y que ahora tiene en la mira las pensiones pues, según García, han sido señaladas por las agencias internacionales de medición de riesgos como uno de los problemas claves de la economía del archipiélago caribeño.
Ideológica
No todos concuerdan con que no había otro camino para lidiar con lo que todos reconocen como problema. Sergio Marxuach, del Centro para la Nueva Economía, en San Juan, señala que ante la crisis, "Fortuño decidió balancear los libros primero y eso fue una decisión ideológica, una decisión política"."Para ser justos, la labor que han hecho enderezar las cuentas es decente, controlando la situación fiscal, pero no he visto mucho del otro lado de la ecuación, en términos de que se haya hecho algo para el crecimiento a largo plazo de la economía portorriqueña", le dijo a la BBC Marxuach.
Acertada o no, los efectos de esa política gubernamental se está haciendo sentir y sus consecuencias se hacen patentes en la juventud del país.
Dado que, por ser ciudadanos estadounidenses, pueden ir a trabajar a Estados Unidos, la mayoría de los jóvenes que tienen posibilidades salen de la isla.
Pero hay quienes se quedan, como la líder estudiantil Regina Rodríguez, que pretende trabajar por su sueño y forjar un mejor Puerto Rico. Algunos se alistan al ejército estadounidense, como ha hecho Wilfredo Bachur. Y otros no encuentran más salida que el tráfico de drogas, esa es la historia de Héctor.