Buscar

Mostrando entradas con la etiqueta marfil. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta marfil. Mostrar todas las entradas

2010/03/15

El marfil divide África

Fuente: Publico.

En un bando, Kenia, con el respaldo de países como Congo, Ghana, Liberia, Sierra Leona, Mali y Ruanda. Al otro, Tanzania y Zambia. Los primeros, parapetados en la fortaleza del actual veto al comercio de marfil, vigente desde 1989. En este baluarte, los segundos pretenden abrir una brecha que les permita colocar sus stocks de colmillos en el mercado legal. El teatro de operaciones es la conferencia del CITES en Doha, pero el conflicto podría cobrarse a las poblaciones de elefantes africanos como víctimas colaterales.
Los países reunidos en Qatar deberán decidir si acceden a la petición de Tanzania y Zambia. De concederse, sería la tercera exención parcial desde el veto, tras las dos autorizaciones de venta en 1999 y 2008 que beneficiaron en total a cuatro países: Namibia, Zimbabue, Botsuana y Suráfrica. Los destinatarios del marfil subastado fueron China y Japón, principales demandantes de este material. Las naciones favorecidas por las exenciones alegaban que la salida de los stocks saturaría la demanda de marfil, apaciguando el furtivismo, y que los beneficios irían destinados a la conservación, argumentos que el CITES compró.
Pero si la historia sirve como lección, los datos cantan que tanto la caza furtiva como el tráfico y el precio del marfil se dispararon con ambas aprobaciones, como destacaba ayer un artículo de opinión publicado en Science que esgrime razones poderosas para que el CITES no tropiece otra vez.
Los 27 firmantes, que incluyen elefantólogos de prestigio como Cynthia Moss, Joyce Poole o Iain Douglas-Hamilton, presentan datos que echan por tierra el argumentario del levantamiento parcial. Desde el veto, las capturas de alijos ilegales han roto marcas en 2002, 2006 y 2009. "Cada año desaparece más de un 8% de la población de elefantes a manos de los furtivos", explica a Público Samuel Wasser, de la Universidad de Washington (EEUU) y autor principal del artículo. En 30 años el número de paquidermos se ha reducido a un tercio. Ya queda menos de medio millón.

Centros de tráfico ilegal

El dolo es más flagrante al examinar los países peticionarios: Tanzania y Zambia son, según los análisis de ADN, centros de origen y tránsito de gran parte del marfil decomisado. Sus proporciones de mortalidad de paquidermos por caza ilegal son, respectivamente, del 63% y el 88%. Los científicos señalan además que ambos países comparten elefantes con sus vecinos, que no han sido consultados. "¡Los animales no entienden de fronteras!", protesta a este diario Katarzyna Nowak, de la Universidad de Princeton (EEUU) y coautora del artículo.
La indignación de los científicos se ha traducido en críticas feroces al CITES. Su secretario general, Willem Wijnstekers, se quejaba en un comunicado de que el debate ha "degenerado en injustificados ataques contra la objetividad de este secretariado". Nowak explica que el panel del CITES consta de sólo cuatro miembros con un único biólogo, y sus conclusiones no se someten a la comunidad científica. Wasser reclama la participación de "investigadores independientes sin intereses creados". "Económicos", añade.
La decisión está en manos de los 175 países miembros, pero muchos no llevan los deberes hechos. "Hay cambio de cromos", dice Nowak, y aclara: "23 países africanos contrarios a la venta amenazan con rechazar el veto al atún rojo impulsado por la UE si esta apoya a Tanzania y Zambia".

2009/12/07

Subasta de marfil, mazazo a los elefantes

Fuente: Publico.

Hace 20 años, 12 toneladas de colmillos de elefante ardían en una enorme pira sobre el suelo del Parque Nacional de Nairobi, en Kenia. La operación requirió de un experto en efectos especiales para lograr el impacto visual deseado, para lo que el especialista dispuso los colmillos en una pirámide de seis metros en cuyo interior camufló cantidades ingentes de sustancia inflamable.

Hoy, un círculo de piedra en el parque aún alberga los pedazos de carbón que un día fueron las defensas de 2.000 elefantes, una ínfima representación de los abatidos por el plomo de los furtivos en los cuatro años anteriores; la pirámide, que en la calle se habría vendido por tres millones de dólares, reunía sólo las migajas que los furtivos habían despreciado.

Aunque la maniobra fue un golpe de imagen para el entonces presidente keniano, Daniel arap Moi, el cerebro gris del espectáculo era Richard Leakey, paleoantropólogo, político y conservacionista. A pesar de su declarada enemistad con Moi, Leakey había aceptado ese mismo año el cargo de director del Servicio de Parques de Kenia (KWS), un movimiento desesperado del presidente para luchar contra el furtivismo que Leakey convirtió en cruzada con la orden de disparar antes de preguntar.

Tres meses después del show, la Convención sobre el Comercio de Especies Amenazadas (CITES) aprobaba un veto global al comercio de marfil, una esperada respuesta al acoso de los furtivos que en 10 años había reducido a la mitad la población africana de paquidermos, de 1,2 millones a 600.000, según datos del Fondo Internacional para el Bienestar Animal (IFAW). La prohibición ofreció un respiro a los elefantes. En Kenia el número de ejemplares se ha duplicado en los dos decenios de prohibición, de 16.000 a 32.000, según el KWS.

El veto hace aguas

Pero los tiempos de bonanza para los mayores herbívoros terrestres vivos han acabado. Al menos, esta es la alerta que han lanzado diversos grupos ecologistas. En el blog de la ONG Wildlife Direct que hoy dirige, Leakey avisa: "Veremos un bajón drástico en la población de elefantes si el furtivismo campa a sus anchas".

¿Qué ha cambiado desde 1989? Para los ecologistas, el quid está en dos momentos críticos. El primero fue en 1999: en respuesta a la presión de Botsuana, Namibia y Zimbabue, CITES autorizó una subasta de los stocks acumulados por estos tres países surafricanos, que reclamaban una excepción como premio a la buena gestión de sus poblaciones de elefantes. Un total de 50 toneladas de marfil se vendió a compradores de Japón.

La situación se repitió de nuevo en 2008. Pese a que los conservacionistas lo calificaron como un grave error, CITES abrió de nuevo la trampilla a los tres países, a los que se sumó Suráfrica. En esta ocasión, 107 toneladas se despacharon a China y Japón con fines ornamentales.

CITES esperaba así saturar la demanda de marfil y enfriar los precios para desalentar a los traficantes. Los ecologistas alertaban de lo contrario: la subasta revitalizaría la demanda y mostraría a los furtivos los jugosos beneficios que dejaban escapar. Otro factor de amenaza es el despegue económico de China, un país que, según un reciente informe del Sistema Informativo de Comercio de Elefantes (ETIS), dependiente de CITES, es hoy "el principal actor en el tráfico ilegal de marfil". Leakey advierte: "Ya hay decenas de millones de chinos con dinero para comprar marfil".

Los datos confirman la predicción de los ecologistas. El informe del ETIS registra que este año el volumen de marfil decomisado, unos 15.000 kilos, excede el doble del de 2008. La pasada semana, la mayor operación contra la caza furtiva en África Oriental incautó 568 kilos sólo en Kenia. El portavoz del KWS, Patrick Omondi, señaló a AFP que "ha aumentado el furtivismo, y uno de los factores es la venta". El precio del oro blanco en el mercado negro se ha quintuplicado en cinco años hasta los 1.000 dólares el kilo. Más de 100 elefantes mueren cada día en África a manos de los furtivos, según IFAW. El último reducto de estos animales que quedaba en Sierra Leona fue masacrado hace una semana.

Con tan negras perspectivas, los elefantes se juegan su futuro en la reunión de CITES que se celebrará el próximo marzo en Qatar. Allí deberá decidirse si se autoriza la nueva subasta que, según la ONG Pro Wildlife, han solicitado Tanzania, Zambia y Mozambique. La presión de estas naciones se enfrentará a los defensores a ultranza de un veto sin fisuras: Kenya, Congo, Ghana, Liberia, Malí, Sierra Leona y Togo.