Tenemos un parecido asombroso y estamos relacionados genéticamente. Pertenecemos al mismo árbol familiar y procedemos de los mismos «abuelos». Entonces, ¿por qué el cerebro de los seres humanos es capaz de desarrollar la habilidad innata para el lenguaje y el de los chimpancés no? Científicos de la Universidad de California (EE.UU.) creen que la diferencia radica en un solo gen. El estudio, publicado en la revista Nature, no solo podría explicar los motivos por los que el lenguaje es exclusivo del hombre, sino también encontrar una solución farmacológica a graves trastornos humanos caracterizados por la interrupción del habla, como el autismo y la esquizofrenia.
Los investigadores sospechan que buena parte de la respuesta al misterio radica en el gen llamado FOXP2, cuya composición en aminoácidos «cambió al mismo tiempo que los humanos modernos comenzaron a utilizar el lenguaje», explica el doctor Daniel Geschwind, profesor invitado del King's College de Londres. El caso es que, según el especialista, la investigación demuestra que el FOXP2 «no solo es distinto, sino que funciona de manera diferente en humanos y chimpancés».
Sólo dos cambiosEl equipo de Geschwind diseccionó el cerebro de un chimpancé para comprobar cómo funciona este gen y lo comparó con células y tejidos humanos. Los científicos se centraron en la expresión génica, el proceso mediante el cual la secuencia de ADN de un gen se convierte en proteínas celulares. Para su sorpresa, encontraron que la forma de actuar el gen es diferente en cada especie, como si se tratara de un interruptor que enciende o apaga diferentes componentes según actúe en el cerebro humano o en el del chimpancé. Lo curioso es que tanta diferencia depende sólo de dos pequeños cambios en los aminoácidos específicos que se encuentran en la variante humana.
«Estos cambios genéticos pueden darnos las pistas de cómo nuestros cerebros desarrollaron su capacidad para el lenguaje», explica una de los autores del estudio, Genevieve Konopka. «Hemos identificado un nuevo conjunto de herramientas de cómo el habla humana podría ser regulada a nivel molecular». El descubrimiento ayudará a comprender cómo hemos adquirido habilidades cognitivas superiores como la percepción, la intuición o el razonamiento. Esta vía de estudio también arrojará luz sobre cómo el autismo o la esquizofrenia perturba la capacidad del cerebro para procesar el lenguaje.