En 2020
estará listo, como estándar de conexión a Internet para dispositivos móviles, el 5G, superador del 4G que está disponible en la Argentina desde diciembre último (
y que ya tiene casi 3 millones de usuarios en el país).
Entre medio, sin embargo, habrá una alternativa anunciada por estos
días: una tecnología intermedia, que algunos llaman 4,5G (LTE Advanced
Pro, en su descripción técnica), que ofrecerá conexiones promedio de 20
megabits por segundo, una forma de medir la cantidad de información que
se puede descargar de Internet, y lo rápido que baja una página Web, un
archivo, se carga un video por streaming, etcétera. El promedio mundial y
nacional ronda los 12 megabits.
Lo
del 4G o 5G parece un (mal) juego de palabras pero refiere, en rigor,
al nombre de fantasía con el que se distinguen a las diferentes
tecnologías que se usan para dar conectividad a los teléfonos celulares y
otros dispositivos móviles, es decir para dar (del hoy lento 2G en
adelante) telefonía móvil y acceso a Internet en forma inalámbrica.
Del 3G en adelante
La
versión más conocida (y odiada) es la del 3G, que en nuestro país está
siendo complementado (antes que reemplazado) por el 4G, que comenzó a
operar en diciembre de 2014. Y que permite un acceso a Internet más
veloz que el acceso de banda ancha fija que solemos tener en nuestras
casas Las llamadas y los mensajes de texto siguen cursando sobre 3G o
2G. Idealmente, el 4G ofrece una capacidad unas diez veces mayor que el
3G. En nuestro país, además, el 4G sortea uno de los escollos
tradicionales (aunque no el único) para dar un mejor servicio:
la Argentina pasó de ser uno de los países con menos espectro disponible para redes móviles en la región,
con 170 MHz para el 2G/3G, a tener disponibles 380 MHz con la llegada
del 4G. Hay una relación directa entre las frecuencias disponibles y la
capacidad de la red: más frecuencias equivalen a la posibilidad de tener
más usuarios conectados.
Luego, el 4,5G
Superando el 4G llega
el 4,5G presentado en estos días: LTE Advanced Pro
(para distinguirlo del 4G, que es LTE y LTE Advanced), una tecnología
optimizada para la Internet de las Cosas, es decir, para procesar la
información que, a futuro, transmitirán millones de dispositivos
conectados en forma permanente a la red, que se sumarán a los teléfonos,
tabletas, notebooks, relojes inteligentes, etcétera: autos conectados,
sensores para ciudades inteligentes y mucho más.
Esta
nueva tecnología ofrece una latencia menor de 10 milisegundos (todo un
logro para redes móviles), un ancho de banda un 30% mayor al del 4G,
mejor convivencia e interacción con Wi-Fi, diferenciación entre antenas
externas y las que están bajo techo, y la posibilidad de usar la
infraestructura existente para habilitar esta nueva tecnología. Este mes
comenzarán las primeras pruebas en Brasil.
5G en 2020
Aunque
las pruebas comenzarán unos años antes, para 2020, con los Juegos
Olímpicos de Tokio, esperan que se inaugure comercialmente el muy veloz
5G, que no tendrá un impacto tan notorio en el uso convencional de un
smartphone (el mensajito de Whatsapp no llegará visiblemente más
rápido), pero sí afectará a servicios con un uso muy intensivo de la
capacidad de la red, como el streaming de video de alta definición, la
telemedicina, que podrá aprovechar una de las mayores promesas del 5G,
la reducción de la latencia (el retraso en la transferencia de los
datos), clave para las cirugías a distancia, o el control remoto de
vehículo, donde cualquier demora, por mínima que sea, puede ser
catastrófica.
La Unión Internacional de Telecomunicaciones calcula
que para 2020 habrá 25.000 millones de dispositivos conectados a
Internet, sumando las computadoras que tiene casa usuario
(convencionales o de bolsillo) con las conexiones entre máquinas (la
llamada Internet de las cosas). Esto implica que se multiplicará por
cien, según este organismo, la cantidad de dispositivos conectados por
kilómetro cuadrado, y el volumen de tráfico resultante.