Desde 2003, una de las preguntas recurrentes en torno a los dispositivos de Apple, era sobre al peculiar conector para recargarlos o enchufarlos a otros aparatos. El , un formato propietario de la compañía de la manzana, siempre fue un extraño entre los diferentes formatos de USB
que se han impuesto en el mercado. Han tenido que pasar nueve años para
que Apple haya decidido modificar tan importante agujero en sus
dispositivos. Y el relevo no será el estándar USB, sino de nuevo un formato propio: Lightning.
Este conector, digital, más resistente, reversible (no hay que conectarlo en una posición concreta) y un 80% más pequeño, llegará integrado en los nuevos iPhone y iPod. Pero no en las versiones actuales de dichos dispositivos o en los diferentes modelos de iPad. Durante un tiempo, los usuarios de la manzana con dispositivos nuevos y antiguos tendrán que convivir con ambos formatos.
Dicho de otra manera, quien compre un nuevo iPhone y tenga un iPad antiguo tendrá dos opciones. Una será duplicar los cables: llevar dos cargadores encima y renovar los necesarios para que sus nuevos dispositivos conecten con los antiguos accesorios.
La segunda opción es más económica o, mejor dicho, menos cara. Pero implica un gasto: comprar un adaptador, que por supuesto se vende en la tienda de Apple en dos versiones: sin cable, por 29 euros, o con cable, por 39 euros. Será, además, la única vía para que, por ejemplo, unos altavoces para los antiguos modelos sean compatibles con los nuevos. Es decir, si el dispositivo Apple va directamente conectado al accesorio, el adaptador será imperativo.
En cualquier caso, nada evitará que el consumidor de productos de Apple tenga que pasar por caja y engrosar las arcas de la compañía tras el cambio de conector. Alguien malpensado pensará que todo es precisamente para abultar las cuentas. Quien no lo sea creerá que el nuevo Lightning mejora al antiguo Dock. Tratándose de Apple, partidarios y detractores estarán equilibrados en la balanza.
Este conector, digital, más resistente, reversible (no hay que conectarlo en una posición concreta) y un 80% más pequeño, llegará integrado en los nuevos iPhone y iPod. Pero no en las versiones actuales de dichos dispositivos o en los diferentes modelos de iPad. Durante un tiempo, los usuarios de la manzana con dispositivos nuevos y antiguos tendrán que convivir con ambos formatos.
Dicho de otra manera, quien compre un nuevo iPhone y tenga un iPad antiguo tendrá dos opciones. Una será duplicar los cables: llevar dos cargadores encima y renovar los necesarios para que sus nuevos dispositivos conecten con los antiguos accesorios.
La segunda opción es más económica o, mejor dicho, menos cara. Pero implica un gasto: comprar un adaptador, que por supuesto se vende en la tienda de Apple en dos versiones: sin cable, por 29 euros, o con cable, por 39 euros. Será, además, la única vía para que, por ejemplo, unos altavoces para los antiguos modelos sean compatibles con los nuevos. Es decir, si el dispositivo Apple va directamente conectado al accesorio, el adaptador será imperativo.
En cualquier caso, nada evitará que el consumidor de productos de Apple tenga que pasar por caja y engrosar las arcas de la compañía tras el cambio de conector. Alguien malpensado pensará que todo es precisamente para abultar las cuentas. Quien no lo sea creerá que el nuevo Lightning mejora al antiguo Dock. Tratándose de Apple, partidarios y detractores estarán equilibrados en la balanza.
