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2011/01/14

Descubren al tatarabuelo del Tiranosaurio Rex en Argentina

Pequeño, de unos 5 kilos de peso y poco más de 1,2 metros de alto, rápido y carnívoro, el Eodromaeus o "corredor del alba" vivió hace 230 millones de años en Argentina. Los científicos que acaban de descubrir este dinosaurio creen que podría ser el antecesor del voraz Tiranosaurio Rex.
Un grupo de paleontólogos halló los primeros restos de esta criatura en 1996, en el Valle de la Luna, en el nororeste de Argentina, como explican en un artículo publicado en la revista Science. Por fin, 14 años después, han conseguido recomponerlos.
El animal pertenece al Triásico tardío y, según explican los investigadores, es uno de los dinosaurios más antiguos hallado hasta ahora, cuya evolución en la familia de los terópodos, es probable que culminase en temibles depredadores como el Tiranosaurio Rex y el Velocirraptor.
Su nombre: "corredor el alba", señaló el experto en Ciencia de la BBC, Neil Bowdler, hace referencia a que la aparición de este espécimen se sitúa en "el alba de la aparición de los dinosaurios".

"Muy cerca del origen"

"Está muy cerca del origen de los dinosaurios" explicó el responsable del equipo de científicos que llevó a cabo el descubrimiento, Paul Sereno, de la Universidad de Chicago.
"Era un animal de dos patas y pequeño. Era ágil, lo sabemos por el pequeño tamaño de sus extremidades, y tenía manos con capacidad de agarrar cosas con garras muy poderosas", dijo Sereno.
"Fue un depredador, lo sabemos por sus manos, pero especialmente por sus dientes curvos y largos. Era un carnívoro especializado y en muchos aspectos es un animal muy cercano al primer carnívoro, el primero en la línea de los terópodos que eventualmente evolucionaría y adquiriría tamaños tan enormes como el del Tiranosaurio Rex", indicó el experto.
Los huesos fosilizados del Eodromaeus aparecieron en unas rocas próximas a los Andes. La mayoría estaban recubiertos de incrustaciones de hierro y ha sido necesario un minucioso trabajo para recomponerlos en moldes y reconstruir el esqueleto completo.
Como explicó Bowdler, en la época en la que vivió esta criatura, los dinosaurios no eran ni por asomo los seres dominantes. "En ese entonces, criaturas que se asemejaban a cocodrilos podían tragárselos de un bocado", señaló.
Sin embargo, añadió, "una casualidad, tal vez una catástrofe ambiental, dicen los investigadores, allanó el camino para que animales como éste y sus descendientes tomaran el control".

BBC Mundo

2009/11/11

El tiranosaurio tenía la sangre caliente

Fuente: Publico.

Los grandes dinosaurios que se movían sobre dos patas como el tiranosaurio rex tenían la sangre caliente al igual que los mamíferos, y no fría como los reptiles. Así lo indica un nuevo estudio realizado con 14 especies extintas, que añade un nuevo capítulo a uno de los debates más largos y complejos de la paleontología.

La discusión sobre si los dinosaurios tenían o no la sangre caliente es fundamental para entender si eran ágiles y rápidos como los retrató la película Parque Jurásico, o si eran animales lentos e incapaces de un esfuerzo físico continuado debido a su dependencia de la temperatura exterior.

El nuevo estudio, que publica hoy PLoS ONE, señala que el T-rex, el velocirraptor y otros grandes cazadores extintos no hubieran podido correr o siquiera andar si hubieran tenido la sangre fría. "La endotermia [sangre caliente] les permitió ser más activos, especialmente en climas fríos", explica a Público John Hutchinson, del Royal Veterinary College (Reino Unido) y autor principal del estudio. Esto supondría que los dinosaurios tenían unas capacidades físicas semejantes a las de los mamíferos, lo que les permitió convivir con ellos durante millones de años.

El estudio ha reconstruido la cantidad de energía que necesitaban 14 especies de dinosaurios bípedos para andar y correr a una velocidad moderada, y los ha comparado con las capacidades aeróbicas de animales de sangre fría (ectotermos) actuales.

Rápido metabolismo

Los resultados indican que sólo los dinosaurios de menos de 20 kilos, como el Archaeopteryx o el Microraptor, podrían haber vivido con sangre fría. Sus parientes más grandes como el T-rex, que pesaba unas seis toneladas, o el Allosaurus, con unas dos, necesitaban un metabolismo rápido alimentado por sangre cálida para poder moverse.

El abanico de especies estudiado indica que la sangre caliente apareció en los primeros dinosaurios más pronto de lo que se pensaba, tal vez hace unos 240 millones de años, explica Hutchinson. Estos animales habrían legado esa característica a sus parientes actuales, las aves.

"Es una nueva prueba de que los dinosaurios eran reptiles muy especiales", opina Luis Alcalá, presidente de la Fundación Dinópolis. El experto detalla que, aunque ambas opciones siguen abiertas, cada vez son más las pruebas de que muchos dinosaurios tenían la sangre caliente y eran, por tanto, más parecidos de lo que se creía a las aves de hoy, los vertebrados con un consumo de energía más eficiente. Habría que confirmar estos resultados en los dinosaurios cuadrúpedos, que eran los más pesados, concluye.

El estudio

Se ha calculado la energía que necesitaban 14 dinosaurios bípedos para andar y correr, y se ha comparado con los límites físicos de animales de sangre fría actuales.

Los dinosaurios más pesados, ‘Gorgosaurus’, ‘Dilophosaurus’, ‘Plateosaurus’, ‘Allosaurus’ y el tiranosaurio, no hubieran podido ni siquiera andar, de tener la sangre fría.

Ninguno habría podido correr con la sangre fría.

Concluyen que los dinosaurios bípedos de más de 20 kilos necesitaban tener la sangre caliente para poder vivir.

2009/09/21

Frankenstein Rex

Fuente: Publico.

Hace 16 años, el paleontólogo de la Universidad del Estado de Montana (EEUU) Jack Horner ayudó a Steven Spielberg a construir su Parque Jurásico. Los dinosaurios revivieron con mucha dignidad tras 65 millones de años de entierro, pero a Horner, que lleva toda su carrera reconstruyendo aquel mundo, no le bastó. Ahora quiere que regresen de verdad. O casi.

El plan de resurrección es distinto del de los paleontólogos de Spielberg. Entonces, los científicos rescataban de entre los muertos a tiranosaurios y velocirraptores a partir de material genético conservado en ámbar. El nuevo proyecto no requerirá restos de ADN ajados por el paso de millones de años. Tratará de obtener el manual de instrucciones para construir un dinosaurio de unos seres que lo han guardado en su interior desde antes del Jurásico: los pollos.

Los dinosaurios y los pollos (y el resto de las aves) tienen un esqueleto muy parecido. Las pequeñas diferencias entre los dos tipos de animal sólo serían variaciones sobre un diseño anatómico básico. Eso significaría, según Horner, que los cambios no se deben a que su paquete de genes es diferente, sino a que estos genes se expresan de manera distinta. El plan de Horner consistiría en comprender cómo esos genes dejaron de producir dientes, brazos o colas para convencerles con argumentos bioquímicos de que recuerden su comportamiento del pasado, dejen de producir tanto pollo y produzcan más dinosaurio.

Problemas económicos

El reto del paleontólogo de Montana, en el que contará con la colaboración de Hans Larsson, de la cátedra de macroevolución de la Universidad McGill de Montreal (Canadá), parece ciencia-ficción. Y es posible que lo sea. Por el momento, Horner reconoció esta semana a Público que "desafortunadamente, a causa de la crisis económica", está "teniendo problemas para reunirel dinero necesario para continuar con el proyecto". "Por eso, por el momento, va a estar parado durante un par de meses mientras intento conseguir alguna financiación", añadió. El científico ha calculado que la producción de su criatura no costaría más de "un par de millones de dólares". Pese a las dificultades, Horner no pierde el optimismo: "Aún creo que tendremos un dino-pollo en los próximos cinco o diez años".

Si se pudiese crear un pollosaurio, sería posible hacer crecer miembros amputados

Ante la creación de su Frankenstein aviar, los científicos cuentan con algunos indicios que muestran que tienen posibilidades de éxito. Hace casi dos siglos, Etienne Geoffroy Saint-Hillaire, uno de los padres de la anatomía comparada, observó que, durante su desarrollo, los loros tienen diminutas protuberancias en el pico parecidas a dientes. El científico atribuyó este peculiar rasgo a una herencia silenciada de formas primitivas. La idea no tuvo demasiado eco hasta hace tres años, cuando el investigador de la Universidad de Wisconsin (EEUU) Matthew Harris estudió pollos mutantes que desarrollaban los tejidos de los que surgen los dientes. Pese a desconocer cómo funciona la mutación, Harris fue capaz de crear un virus que imita las señales moleculares que provoca y logró que especímenes normales desarrollasen dientes. Este estudio muestra que las aves conservan el potencial para tener dentaduras y es un paso para comprender cómo algunas estructuras desaparecen durante la evolución.

El trabajo del investigador de Wisconsin será un apoyo en la producción del pollosaurio, pero es un paso aún diminuto en el camino que quieren recorrer Horner y Larsson. Para que su logro sea algo más que un truco de embriólogo-prestidigitador, tendrán que aprender mucho más sobre lo sucedido hace más de 70 millones de años, cuando los dientes desaparecieron de los picos de los ancestros de las gallinas. Y esa es sólo una parte. Después tendrían que recuperar estructuras como la cola, o sustituir las plumas por escamas.

Por el momento, Larsson se ha centrado en el desarrollo de la cola y ha logrado pequeños avances aplicando ácido retinoico un componente que estimula la secreción de una proteína importante para promover el crecimiento durante el desarrollo a los embriones de pollo. Pero el sistema es mucho más complejo de lo que se pensaba, y no existe una investigación previa que explique cómo crecen las colas. El investigador canadiense tendrá que empezar a hacer investigación básica por su cuenta para resolver ese enigma.

El experimento

Cuando se comprendan los mecanismos para cada uno de los órganos -hay otros grupos en el mundo que estudian los dientes o las extremidades-, Larsson tiene en mente un plan que explicó a la revista Discovery. "El experimento que imagino consiste en un embrión en desarrollo dentro de un huevo con varios puntos de inyección y varios tipos de molécula para manipular con mucha precisión la regulación de los genes", describió. "Seremos capaces de inyectar distintas moléculas en distintas partes del embrión en distintos momentos de su desarrollo. Si hacemos eso, si el momento y el lugar son correctos, seremos capaces de manipular muchos tipos diferentes de morfologías: plumas, alas, dientes, colas", agregó Larsson.

La reacción de los científicos ante el anuncio de Horner es de escepticismo generalizado. "Pero no como algo negativo, es un trabajo atrevido en el buen sentido", matiza el paleontólogo Luis Alcalá, director de la Fundación Dinópolis de Teruel. "En principio, parece complicado que lo consigan. En España tenemos el ejemplo del bucardo, un animal extinguido hace muy poco tiempo [el último murió en 2000] que se ha intentado recuperar y no se ha conseguido [en 2003 se creó un clon que murió a los 10 minutos]", apunta. "Sin embargo, en la historia de la ciencia se ha visto muchas veces que algo que parece imposible en un momento no lo es 100 años después", remacha.

Interesante pero casi imposible

Menos diplomático que Alcalá es el profesor de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) Alfonso Martínez-Arias. "No digo que no vayan a lograr cosas interesantes, mi escepticismo está en que esta gente se pone unos objetivos que son un poco absurdos", afirma. El investigador, que lleva "más de 20 años jugando con los mecanismos que generan los animales", cree que este tipo de proyectos son una manera de darse publicidad y obtener dinero "generando falsas expectativas en la gente". "Si fuesen capaces de reprogramar así un pájaro, sería posible hacer crecer los brazos de gente que los ha perdido o acabar con el hambre en el mundo porque podrían convertir pájaros en cerdos", afirma. "Ellos quieren reprogramar un pájaro cuando aún no sabemos cómo se programa", agrega. "Es como [el científico estadounidense] Craig Venter, que dice que va a crear vida en el laboratorio, pero aún no sabemos cómo funciona la célula, necesaria para que su organismo funcione".

"Me apuesto lo que quieran a que en cinco años no tienen el pollosaurio. Quizá saquen aberraciones, un ave con algunos rasgos de dinosaurio... Sería interesante, por ejemplo, ver si logran que le crezcan escamas, pero no lograrán un dinosaurio", asevera Martínez-Arias. "Cuanto más lo pienso, más difícil me parece, aunque sería interesante poder cambiar el pavo de Navidad por un Archaeopteryx [una especie a medio camino entre las aves y los dinosaurios] ", bromea.

Las críticas de sus colegas no parecen amedrentar a Horner. "Los científicos que juegan según las reglas de otros no tienen muchas posibilidades de realizar descubrimientos", ha declarado. Y pese a la dimensión de los retos que tiene por delante, en How to build a dinosaur (Cómo construir un dinosaurio), el libro en el que el paleontólogo presentó al mundo su provocativo proyecto, ya soñaba con llevar a su criatura al programa de la influyente presentadora estadounidense Oprah Winfrey. "[El pollosaurio] sería muy útil para convencer a la gente de que de este tipo de experimentos podemos aprender mucho sobre biología, desarrollo y evolución", asegura.

El canadiense Larsson, menos atrevido que su colega, matiza que, aunque la investigación podría concluir con la reproducción de animales desaparecidos hace millones de años, no tiene planes de llegar hasta ese extremo por razones éticas y prácticas. Su objetivo, en el que coincidecon Horner, es ofrecer una "ilustración de la evolución". "Si puedo demostrar claramente que el potencial para el desarrollo anatómico de los dinosaurios existe en los pájaros, entonces esto prueba que las aves descienden directamente de los dinosaurios", cuenta.

Además de poner a prueba los mecanismos de la evolución, a muy largo plazo, si el proyecto planteado por Horner pudiera hacerse realidad, las capacidades necesarias para construir un dinosaurio a partir de un pollo permitirían hacer caminar a los paralíticos o curar los defectos genéticos. Como dice Martínez-Arias y sugiere el sentido común, este sueño no se cumplirá en la próxima década y costará mucho más de dos millones de dólares. La propuesta de Horner puede ser una manera de atraer la atención del público y de las fuentes de financiación hacia un reto apasionante, pero el medio puede plantear tantos dilemas éticos como el alumbramiento del pollosaurio. Entretanto, si la crisis lo permite, Horner podrá soñar con una criatura en la que se mezclarán rasgos de animales separados por millones de años de evolución, mucho más pavorosa, quizá, que los dinosaurios que ayudó a resucitar a Steven Spielberg.

2009/09/18

El T-rex desciende de una miniatura

Fuente: Publico.

De seguir vivo, el ancestro del tiranosaurio rex no daría tanto miedo. Un nuevo fósil encontrado en China demuestra que el depredador prehistórico por antonomasia desciende de una versión en miniatura que vivió unos 60 millones de años antes. El nuevo dinosaurio, Raptorex kriegsteini, pesaba 65 kilos y le llegaría a la barbilla a un hombre de mediana estatura, lo que le hacía unas 100 veces más pequeño que su descendiente. Sin embargo, ya tenía todas las trazas físicas del depredador: poderosas mandíbulas, dientes afilados y una enorme diferencia entre sus brazos delanteros atrofiados y unas robustas patas traseras. El nuevo espécimen, descrito hoy en Science, demuestra que los tiranosaurios no ganaron sus feroces rasgos a medida que su tamaño fue aumentando, sino que sus líneas ya estaban bien definidas en animales mucho más pequeños.

Una vez que el R. kriegsteini apareció sobre la Tierra, lo único que tuvo que hacer es crecer durante millones de años hasta alcanzar los más de 13 metros de longitud y siete toneladas de peso del tiranosaurio. Esto contradice lo que se pensaba hasta ahora: que los rasgos del tiranosaurio aparecieron a medida que aumentó su tamaño.

"El estudio prueba que los rasgos diferenciales del T-rex no estaban ligados a su gigantismo", explica Luis Alcalá, director de la Fundación Dinópolis. "Es una sorpresa", añade el experto.

El cuerpo casi completo del R. kriegsteini fue hallado por aficionados en el noreste de China, cerca de la frontera con Mongolia. El equipo del investigador Paul Sereno de la Universidad de Chicago (EEUU) que lo ha descrito recibió el fósil del coleccionista privado Henry Kriegstein, de ahí el nombre de la especie.

Los investigadores encontraron en el fósil una morfología muy parecida a la de su descendiente, que fue el depredador más poderoso de Norteamérica hace unos 68 millones de años. De hecho, el R. kriegsteini se parecía más a su sucesor que a otras especies coetáneas. Tenía una fuerte musculatura en su ancha mandíbula, incisivos afilados, patas delanteras cortísimas y unas potentes extremidades traseras. Además, sus órganos olfativos estaban muy desarrollados, al igual que los del T-rex, y las proporciones de ambos animales eran similares, con una cabeza grande que medía algo menos que la mitad del tronco. Todo esto indica que el T-rex en miniatura también era un feroz carnívoro, aunque sólo medía tres metros de largo y pesaba menos que muchos humanos.

Según Alcalá, este dinosaurio u otro similar se extendió por Asia, Europa y América. Cuando el océano Atlántico separó estos dos últimos continentes, la evolución siguió un curso diferente en cada orilla, produciendo grandes carnívoros parecidos, pero de distintas familias. En América surgió el T-rex; en Europa, el carcarodontosaurio; y en Suramérica, el gigantosaurio.

Aunque esta es la primera vez que se describe un proceso evolutivo a partir de una miniatura casi exacta de un pariente lejano, los autores argumentan que tal vez haya fósiles que confirmen lo mismo en las otras especies de grandes carnívoros.