La ex presidenta filipina Corazón Aquino, la secretaria de Estado de EE UU, Hillary Clinton, y la cantante Madonna figuran en la lista de las 25 mujeres más poderosas del siglo pasado publicada este viernes por la revista Time y que lidera la primera estadounidense que obtuvo el Nobel de la Paz, Jane Addams.
La publicación estadounidense ha seleccionado a distintas mujeres de todos los ámbitos que, a su juicio, han dejado una impronta imborrable en los últimos cien años y entre las que también figuran nombres tan conocidos como la Madre Teresa de Calcuta (1910-1997) o las líderes políticas Margaret Thatcher y Angela Merkel.
Addams (1860-1935) se situó en lo más alto de la lista por su labor en defensa del sufragio femenino y los derechos laborales de las mujeres, según la publicación, que situó tras ella a Aquino (1933-2009) y a la bióloga Rachel Carson (1907-1964).
Sobre Aquino se destaca que fue la primera mujer en gobernar Filipinas y su trabajo por derrotar con medios pacíficos a la dictadura de Ferdinand Marcos, mientras que sobre Carson los responsables del listado aseguran que sin ella no existiría hoy el movimiento ecologista.
Las siguen en este orden la diseñadora francesa Coco Chanel (1883-1971), la cocinera británica Julia Child (1912-2004), la ex primera dama estadounidense Hillary Clinton y la científica Marie Curie (1867-1934).
Las primeras diez posiciones las completan la popular cantante Aretha Franklin, la política india Indira Gandhi (1917-1984) y Estée Lauder (1908-2004), creadora de la conocida firma cosmética que lleva su nombre.
En el puesto once se situó Madonna, la "reina del pop", a quien Time asegura que "todos los artistas pop de las últimas tres décadas deben agradecer parte de su éxito" y a la que siguen en el listado la conocida antropóloga Margaret Mead (1901-1978) y la política israelí Golda Meir (1898-1978).
La canciller alemana Angela Merkel se situó en el puesto 14 después de haberse convertido en la primera mujer que ocupa su puesto en Alemania y la siguen Sandra Day O'Connor, la primera estadounidense en acceder al Tribunal Supremo de su país, y Rosa Parks (1913-2005), icono de la lucha contra la segregación.
Continúan la lista Jiang Qing (1914-1991), ex actriz china y última esposa de Mao Zedong, y Eleanor Roosevelt (1884-1962), esposa del presidente Franklin D. Roosevelt, así como las activistas Margaret Sanger (1879-1966), precursora de la planificación familiar, y Gloria Steinem, icono del movimiento feminista.
Los últimos cinco puestos los completan la millonaria empresaria Martha Stewart, la Madre Teresa de Calcuta, la ex primera ministra británica Margaret Thatcher, la comunicadora Oprah Winfrey y la escritora inglesa Virginia Woolf (1882-1941).
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2010/11/19
2008/06/30
Las 6000 personas más poderosas del planeta
Fuente: Mega24.
La "superclase", una elite que influye en el poder mundial. Están desde Bono y Bush hasta el Papa. Gates, Tony Blair y Bono, integrantes de la "superclase", en un encuentro durante el Foro Económico Mundial de Davos, en 2005. Básicamente, deciden lo que sucede en distintos ámbitos del planeta y cada vez se hacen más influyentes.
Los empresarios Bill Gates, Warren Buffett, Carlos Slim, Steve Case, Richard Branson, Roman Abramovich y Rupert Murdoch forman parte de esta nueva elite globalizada, al igual que los músicos Bono y Shakira, los actores Angelina Jolie, Brad Pitt y George Clooney, y los académicos Noam Chomsky, Samuel Huntington y Joseph Stiglitz.
Pero también la integran figuras de peso por los cargos que ocupan o han ocupado, como el presidente de EE.UU., George W. Bush, y el de China, Hu Jintao; los primeros ministros Gordon Brown, Angela Merkel y Silvio Berlusconi; el alcalde neoyorquino, Michael Bloomberg, y los ex jefes de Estado Bill Clinton, Tony Blair, Ernesto Zedillo y Lee Kuan Yew.
Y también personajes cuya influencia es incuestionable, como, por ejemplo, el Dalai Lama y el papa Benedicto XVI o la reina Isabel II.
Son la crème de la crème y asisten cada año al Foro Económico Mundial de Davos o a otros eventos globales, como el Foro Boao de Asia. Muchos provienen de las mismas universidades -como Harvard, Cambridge y Oxford- y discuten sobre temas internacionales en las reuniones del Grupo Bilderberg o en el Council on Foreign Relations, para luego viajar en sus jets privados para divertirse en palcos exclusivos en espectáculos como el Grand Prix de Mónaco o las carreras de caballos en Ascot.
"Son un pequeño grupo de gente. Cada uno, que representa a uno en un millón, tiene hoy una influencia desproporcionada sobre los asuntos mundiales. Tienen la capacidad de influir sobre millones de vidas más allá de las fronteras de los países", destacó a LA NACION David Rothkopf, autor del libro La superclase: la elite del poder global y el mundo que están construyendo .
Hasta hace pocas décadas, los miembros de las superpotencias eran los que engrosaban la lista de la "superclase". Pero, ahora, al amparo de la expansión del comercio mundial y de las comunicaciones, el poder intrínseco de cada Estado nación parece decaer.
En el mundo siempre hubo elites, pero la "superclase" de hoy es distinta de grupos de poder anteriores por diversas características, explicó Rothkopf, que trabajó en el Departamento de Comercio norteamericano durante la presidencia de Bill Clinton.
En el pasado, las elites accedían de forma hereditaria al poder y a la riqueza, cuyo principal origen era la propiedad de la tierra. Confinadas a las fronteras nacionales, su influencia estaba íntimamente vinculada al sector público, a la política o a los militares.
La "superclase" moderna es una elite global. Es el grupo que más rápido se globalizó y está cambiando en mayor medida el mundo. Está conformada por individuos relacionados esencialmente con el sector privado y las finanzas, que han hecho sus fortunas o llegado al poder por su cuenta.
Son empresarios, grandes financistas, gobernantes de las potencias, líderes religiosos, científicos, intelectuales, artistas, militares, así como líderes terroristas y jefes de carteles mafiosos.
Si bien existen todo tipo de teorías conspirativas sobre ellos, no son una elite monolítica, sino que está formada por diferentes grupos que no siempre están de acuerdo entre ellos.
Sin embargo, gracias a la tecnología, hoy pueden reunirse mucho más que en el pasado y llegar a un consenso que repercute sobre el resto de los habitantes del planeta.
"Su poder real se hace más evidente cuando acuerdan entre ellos para actuar con una alianza en su propio interés. Así, se nota su influencia cuando presionan para recortar impuestos o desregular los mercados financieros. Y también cuando actúan para llamar la atención sobre el calentamiento global o para promover campañas de ayuda", indicó Rothkopf, analista del Carnegie Endowment for International Peace.
Y esta desigual distribución del poder está directamente ligada a la desigual distribución de la riqueza. De acuerdo con un informe de Naciones Unidas en 2006, el 10% de los adultos más ricos del mundo controla el 85% de la riqueza global, mientras que el 50% más pobre disfruta apenas del 1%.
"En los últimos 30 años, cuando se desarrolló más la «superclase» de «superricos», las desigualdades crecieron. Como la economía globalizada les permite actuar fuera de los marcos normativos del Estado, esto dio lugar a mayores abusos y explotación de los trabajadores", apuntó Saskia Sassen, socióloga de la Universidad de Columbia.
"Y aunque se redujo el número de personas que vive en extrema pobreza, también están desapareciendo las clases medias", agregó Sassen, autora de Territorio, autoridad y derechos .
Como resultado de ese proceso, cada vez surgen más reacciones de resistencia, que toman la forma de un Hugo Chávez en Venezuela, un Vladimir Putin en Rusia o un Mahmoud Ahmadinejad en Irán.
Para Colin Bradford, experto en administración económica global, la clave para frenar el fenómeno de concentración de poder está en una combinación del desarrollo de la tecnología de la información y el fortalecimiento de las instituciones internacionales.
"Históricamente, la información era monopolizada por las elites. Pero hoy, con los medios digitales, asistimos a un proceso de democratización de la información. Eso le permite a la gente común tener más conocimiento de lo que pasa y actuar en consecuencia", señaló Bradford.
"Además, las instituciones internacionales, como la ONU o el FMI, e incluso las asociaciones regionales, como la Unión Europea, se quedaron atrás frente a estos nuevos actores de la «superclase». Deben repensar sus mandatos e involucrar más a la gente común en vez de sólo a los Estados miembros", subrayó.
Con él concuerda Rothkopf, para quien se necesitan instituciones más poderosas que las de hoy. Si son bien establecidas, deben representar la voluntad de la mayoría y no sólo los intereses de la "superclase" dominante.
"Estamos en una era en la que veremos más países repensar la tendencia hacia una mayor desregulación o hacia Estados más pequeños. Y surgirán estructuras -públicas, privadas o mixtas- que formarán una nueva y más fuerte red de mecanismos de control y de administración", explicó el autor.
Pero también la integran figuras de peso por los cargos que ocupan o han ocupado, como el presidente de EE.UU., George W. Bush, y el de China, Hu Jintao; los primeros ministros Gordon Brown, Angela Merkel y Silvio Berlusconi; el alcalde neoyorquino, Michael Bloomberg, y los ex jefes de Estado Bill Clinton, Tony Blair, Ernesto Zedillo y Lee Kuan Yew.
Y también personajes cuya influencia es incuestionable, como, por ejemplo, el Dalai Lama y el papa Benedicto XVI o la reina Isabel II.
Son la crème de la crème y asisten cada año al Foro Económico Mundial de Davos o a otros eventos globales, como el Foro Boao de Asia. Muchos provienen de las mismas universidades -como Harvard, Cambridge y Oxford- y discuten sobre temas internacionales en las reuniones del Grupo Bilderberg o en el Council on Foreign Relations, para luego viajar en sus jets privados para divertirse en palcos exclusivos en espectáculos como el Grand Prix de Mónaco o las carreras de caballos en Ascot.
"Son un pequeño grupo de gente. Cada uno, que representa a uno en un millón, tiene hoy una influencia desproporcionada sobre los asuntos mundiales. Tienen la capacidad de influir sobre millones de vidas más allá de las fronteras de los países", destacó a LA NACION David Rothkopf, autor del libro La superclase: la elite del poder global y el mundo que están construyendo .
Hasta hace pocas décadas, los miembros de las superpotencias eran los que engrosaban la lista de la "superclase". Pero, ahora, al amparo de la expansión del comercio mundial y de las comunicaciones, el poder intrínseco de cada Estado nación parece decaer.
En el mundo siempre hubo elites, pero la "superclase" de hoy es distinta de grupos de poder anteriores por diversas características, explicó Rothkopf, que trabajó en el Departamento de Comercio norteamericano durante la presidencia de Bill Clinton.
En el pasado, las elites accedían de forma hereditaria al poder y a la riqueza, cuyo principal origen era la propiedad de la tierra. Confinadas a las fronteras nacionales, su influencia estaba íntimamente vinculada al sector público, a la política o a los militares.
La "superclase" moderna es una elite global. Es el grupo que más rápido se globalizó y está cambiando en mayor medida el mundo. Está conformada por individuos relacionados esencialmente con el sector privado y las finanzas, que han hecho sus fortunas o llegado al poder por su cuenta.
Son empresarios, grandes financistas, gobernantes de las potencias, líderes religiosos, científicos, intelectuales, artistas, militares, así como líderes terroristas y jefes de carteles mafiosos.
Si bien existen todo tipo de teorías conspirativas sobre ellos, no son una elite monolítica, sino que está formada por diferentes grupos que no siempre están de acuerdo entre ellos.
Sin embargo, gracias a la tecnología, hoy pueden reunirse mucho más que en el pasado y llegar a un consenso que repercute sobre el resto de los habitantes del planeta.
"Su poder real se hace más evidente cuando acuerdan entre ellos para actuar con una alianza en su propio interés. Así, se nota su influencia cuando presionan para recortar impuestos o desregular los mercados financieros. Y también cuando actúan para llamar la atención sobre el calentamiento global o para promover campañas de ayuda", indicó Rothkopf, analista del Carnegie Endowment for International Peace.
Y esta desigual distribución del poder está directamente ligada a la desigual distribución de la riqueza. De acuerdo con un informe de Naciones Unidas en 2006, el 10% de los adultos más ricos del mundo controla el 85% de la riqueza global, mientras que el 50% más pobre disfruta apenas del 1%.
"En los últimos 30 años, cuando se desarrolló más la «superclase» de «superricos», las desigualdades crecieron. Como la economía globalizada les permite actuar fuera de los marcos normativos del Estado, esto dio lugar a mayores abusos y explotación de los trabajadores", apuntó Saskia Sassen, socióloga de la Universidad de Columbia.
"Y aunque se redujo el número de personas que vive en extrema pobreza, también están desapareciendo las clases medias", agregó Sassen, autora de Territorio, autoridad y derechos .
Como resultado de ese proceso, cada vez surgen más reacciones de resistencia, que toman la forma de un Hugo Chávez en Venezuela, un Vladimir Putin en Rusia o un Mahmoud Ahmadinejad en Irán.
Para Colin Bradford, experto en administración económica global, la clave para frenar el fenómeno de concentración de poder está en una combinación del desarrollo de la tecnología de la información y el fortalecimiento de las instituciones internacionales.
"Históricamente, la información era monopolizada por las elites. Pero hoy, con los medios digitales, asistimos a un proceso de democratización de la información. Eso le permite a la gente común tener más conocimiento de lo que pasa y actuar en consecuencia", señaló Bradford.
"Además, las instituciones internacionales, como la ONU o el FMI, e incluso las asociaciones regionales, como la Unión Europea, se quedaron atrás frente a estos nuevos actores de la «superclase». Deben repensar sus mandatos e involucrar más a la gente común en vez de sólo a los Estados miembros", subrayó.
Con él concuerda Rothkopf, para quien se necesitan instituciones más poderosas que las de hoy. Si son bien establecidas, deben representar la voluntad de la mayoría y no sólo los intereses de la "superclase" dominante.
"Estamos en una era en la que veremos más países repensar la tendencia hacia una mayor desregulación o hacia Estados más pequeños. Y surgirán estructuras -públicas, privadas o mixtas- que formarán una nueva y más fuerte red de mecanismos de control y de administración", explicó el autor.
2008/01/14
¿Tiene Poderes Paranormales? Dése Prisa
Fuente: Por la boca muere el pez.
Aunque si realmente tiene bastantes poderes paranormales, lo mismo ya sabía de la noticia...
Desde hace 10 años, a inicitativa de la Fundación Educativa James Randi, existe un premio de 1 millón de dólares EEUU para aquella persona "que pueda mostrar, en condiciones apropiadas de observación, un suceso o poder oculto, sobrenatural o paranormal". El pasado 4 de enero, en su boletín SWIFT, anunció que ya ha pasado suficiente tiempo sin que nadie consiga llevarse el premio, y que ha decidido dar dos años más de margen: el 6 de marzo de 2010 acabará el Desafío, así que quienes estén convencidos de poder ganarlo deberían darse prisa. La solicitud está aquí.
Antes de que digan que se retira el premio por miedo a perderlo, Randi comenta que, entonces, aprovechen estos dos años para demostrar que pueden llevárselo. Para Randi es una cuestión económica (¿para qué seguir reservando en el banco un millón de dólares que podría usarse para otros proyectos más beneficiosos) y de tranquilidad: aguantar a los candidatos, ayudarles a especificar qué poder tienen realmente, diseñar pruebas para que puedan mostrar si ese poder existe, pero sobre todo ese proceso de cartas, correos electrónicos y llamadas telefónicas, ha sido un trabajo intenso que ya va siendo suficiente. Los tiempos cambian...
Comprendo perfectamente la posición de James Randi y de su fundación, sobre todo porque es su dinero. Pero me da un poco de pena que, dentro de dos años, cuando llegue el listillo de turno afirmando que tiene un poder paranormal, no se le pueda decir: "pues mira, vete a la JREF y llévate un millón de dólares". Cierto, podremos decirle: mira que eres despistado, si en cualquier momento de los últimos doce años hubieras sometido a prueba ese poder tan maravilloso, te habrías llevado un millón de dólares.
Aunque si realmente tiene bastantes poderes paranormales, lo mismo ya sabía de la noticia...
Desde hace 10 años, a inicitativa de la Fundación Educativa James Randi, existe un premio de 1 millón de dólares EEUU para aquella persona "que pueda mostrar, en condiciones apropiadas de observación, un suceso o poder oculto, sobrenatural o paranormal". El pasado 4 de enero, en su boletín SWIFT, anunció que ya ha pasado suficiente tiempo sin que nadie consiga llevarse el premio, y que ha decidido dar dos años más de margen: el 6 de marzo de 2010 acabará el Desafío, así que quienes estén convencidos de poder ganarlo deberían darse prisa. La solicitud está aquí.
Antes de que digan que se retira el premio por miedo a perderlo, Randi comenta que, entonces, aprovechen estos dos años para demostrar que pueden llevárselo. Para Randi es una cuestión económica (¿para qué seguir reservando en el banco un millón de dólares que podría usarse para otros proyectos más beneficiosos) y de tranquilidad: aguantar a los candidatos, ayudarles a especificar qué poder tienen realmente, diseñar pruebas para que puedan mostrar si ese poder existe, pero sobre todo ese proceso de cartas, correos electrónicos y llamadas telefónicas, ha sido un trabajo intenso que ya va siendo suficiente. Los tiempos cambian...
Comprendo perfectamente la posición de James Randi y de su fundación, sobre todo porque es su dinero. Pero me da un poco de pena que, dentro de dos años, cuando llegue el listillo de turno afirmando que tiene un poder paranormal, no se le pueda decir: "pues mira, vete a la JREF y llévate un millón de dólares". Cierto, podremos decirle: mira que eres despistado, si en cualquier momento de los últimos doce años hubieras sometido a prueba ese poder tan maravilloso, te habrías llevado un millón de dólares.
2007/08/18
Abuso de poder
Fuente: Instituto Juana de Mariana.
La demanda de AMD contra Intel por supuesto abuso de posición dominante no ha caído en saco roto. La Comisión considera que "Intel ofreció ventajas a algunos clientes para que rechazasen productos de AMD con el fin de expulsar a esta empresa del mercado". Concretamente, según relata Libertad Digital, fue la cadena Media Markt a quien Intel trató de convencer de no "vender ordenadores con componentes electrónicos fabricados por AMD".
La primera cuestión que suscita el tema es si Intel puede ofrecer descuentos competitivos a sus clientes para que éstos compren productos que lleven incorporados sus procesadores en lugar de los que fabrica su competidor, AMD, la segunda fabricante mundial de estos bienes.
La comisión europea probablemente ataque implacablemente a Intel como ha hecho con Microsoft en el pasado. A la empresa de Gates, la castigó con una multa de 500 Millones de Euros por otro supuesto abuso de posición dominante. En aquella ocasión, Microsoft tuvo que pagar un peaje por añadir a su sistema operativo Windows un reproductor multimedia, Windows Media Player, porque la competidora Real Networks, propietaria del software Real Player, sintió que eso le hacía perder cuota de mercado. Pero el verdadero perjudicado será una vez más, como el lector se puede imaginar, el pobre consumidor. Ese consumidor que, aunque tenga el Windows Media Player pre-instalado en su ordenador, puede bajarse de la web el programa de Real Networks, debe ser protegido de la avaricia de Gates, el Scrooge de nuestro tiempo.
Ahora el peligro se llama Intel. Es una empresa como otra cualquiera, pero con un pequeño inconveniente que, a juicio de los responsables de su competidor, AMD, "perjudica la competencia y a los consumidores". El mantra de la competencia es una burda excusa de los artistas de la incompetencia, los estados, para intervenir en el mercado, impulsados por algunas empresas que no aceptan las reglas del juego. En nombre de la competencia deciden si el éxito de una compañía es un problema para la sociedad.
Con el tiempo se descubre que las predicciones monopolísticas de los gurús mediáticos y los eurócratas son totalmente infantiles. Lo vemos con el propio Microsoft. Debido a sistemas operativos como Linux o Mac y programas gratuitos como Google Docs y Open Office, así como navegadores como Firefox u Opera, el gigante de Redmond ve como su maldecido monopolio es amenazado hasta un grado preocupante.
El mercado es duro y premia la innovación y la adecuación a las preferencias de los consumidores. Por eso no hace falta ninguna legislación que ponga obstáculos a algunos corredores para que otros lleguen a la meta. Los únicos "abusones" suelen ser los estados, quienes determinan las condiciones de acceso a los mercados y, de esa forma, cierran el paso a muchas empresas. Aunque de esto no se suele hablar.
Si el objetivo es poner a Intel en su sitio y hacerle pagar por sus méritos, entonces la multa tendrá un claro efecto en los precios de los ordenadores porque la empresa norteamericana se verá obligada a subir sus precios y, por tanto, los fabricantes de ordenadores tendrán que hacer lo propio. Llegado el caso, los consumidores podremos demostrar nuestro agradecimiento a Neelie Kroes, guardiana de nuestra salud consumista.
Con mucha sorna, Wall Street Journal ha subrayado que si "Europa no puede ser un líder en tecnologías de la información, puede convertirse al menos en el regulador mundial de la industria. Si esto sucede, el mundo está destinado a ser menos competitivo e innovador, bueno, tal como Europa".
Las empresas pasan por malos tiempos cuando tienen que invertir más en abogados que en investigación y desarrollo, más en hacer lobby que en mejorar sus productos.
Sin duda, este es un claro ejemplo de cómo la ley se utiliza no para proteger los derechos de propiedad sino para conculcarlos en nombre del interés común...Y a esto le llaman competencia.
La demanda de AMD contra Intel por supuesto abuso de posición dominante no ha caído en saco roto. La Comisión considera que "Intel ofreció ventajas a algunos clientes para que rechazasen productos de AMD con el fin de expulsar a esta empresa del mercado". Concretamente, según relata Libertad Digital, fue la cadena Media Markt a quien Intel trató de convencer de no "vender ordenadores con componentes electrónicos fabricados por AMD".
La primera cuestión que suscita el tema es si Intel puede ofrecer descuentos competitivos a sus clientes para que éstos compren productos que lleven incorporados sus procesadores en lugar de los que fabrica su competidor, AMD, la segunda fabricante mundial de estos bienes.
La comisión europea probablemente ataque implacablemente a Intel como ha hecho con Microsoft en el pasado. A la empresa de Gates, la castigó con una multa de 500 Millones de Euros por otro supuesto abuso de posición dominante. En aquella ocasión, Microsoft tuvo que pagar un peaje por añadir a su sistema operativo Windows un reproductor multimedia, Windows Media Player, porque la competidora Real Networks, propietaria del software Real Player, sintió que eso le hacía perder cuota de mercado. Pero el verdadero perjudicado será una vez más, como el lector se puede imaginar, el pobre consumidor. Ese consumidor que, aunque tenga el Windows Media Player pre-instalado en su ordenador, puede bajarse de la web el programa de Real Networks, debe ser protegido de la avaricia de Gates, el Scrooge de nuestro tiempo.
Ahora el peligro se llama Intel. Es una empresa como otra cualquiera, pero con un pequeño inconveniente que, a juicio de los responsables de su competidor, AMD, "perjudica la competencia y a los consumidores". El mantra de la competencia es una burda excusa de los artistas de la incompetencia, los estados, para intervenir en el mercado, impulsados por algunas empresas que no aceptan las reglas del juego. En nombre de la competencia deciden si el éxito de una compañía es un problema para la sociedad.
Con el tiempo se descubre que las predicciones monopolísticas de los gurús mediáticos y los eurócratas son totalmente infantiles. Lo vemos con el propio Microsoft. Debido a sistemas operativos como Linux o Mac y programas gratuitos como Google Docs y Open Office, así como navegadores como Firefox u Opera, el gigante de Redmond ve como su maldecido monopolio es amenazado hasta un grado preocupante.
El mercado es duro y premia la innovación y la adecuación a las preferencias de los consumidores. Por eso no hace falta ninguna legislación que ponga obstáculos a algunos corredores para que otros lleguen a la meta. Los únicos "abusones" suelen ser los estados, quienes determinan las condiciones de acceso a los mercados y, de esa forma, cierran el paso a muchas empresas. Aunque de esto no se suele hablar.
Si el objetivo es poner a Intel en su sitio y hacerle pagar por sus méritos, entonces la multa tendrá un claro efecto en los precios de los ordenadores porque la empresa norteamericana se verá obligada a subir sus precios y, por tanto, los fabricantes de ordenadores tendrán que hacer lo propio. Llegado el caso, los consumidores podremos demostrar nuestro agradecimiento a Neelie Kroes, guardiana de nuestra salud consumista.
Con mucha sorna, Wall Street Journal ha subrayado que si "Europa no puede ser un líder en tecnologías de la información, puede convertirse al menos en el regulador mundial de la industria. Si esto sucede, el mundo está destinado a ser menos competitivo e innovador, bueno, tal como Europa".
Las empresas pasan por malos tiempos cuando tienen que invertir más en abogados que en investigación y desarrollo, más en hacer lobby que en mejorar sus productos.
Sin duda, este es un claro ejemplo de cómo la ley se utiliza no para proteger los derechos de propiedad sino para conculcarlos en nombre del interés común...Y a esto le llaman competencia.
El poder de la negación colectiva
Fuente: Blog de Enrique Dans.
Ayer, la verdad, aluciné viendo los telediarios. Concretamente, con la noticia referente a la Wikipedia. Primero, por la cantidad de errores, inexactitudes, clichés y estupideces que pueden llegar a decirse en un medio de comunicación a nivel nacional, de todo lo cual ha hecho una fenomenal recopilación Josu Mezo en su Malaprensa, “La CIA, el Vaticano y el coco malo nos atacan“.
Segundo, por la enorme irresponsabilidad cometida por algunos medios, concretamente TVE y Antena 3, al mostrar públicamente como vandalizaban la Wikipedia introduciendo deliberadamente en ella informaciones incorrectas, a lo que en algunos casos, siguieron oleadas de imbéciles siguiendo el ejemplo cual borregos e intentando hacer la misma estupidez. Algo que se han encargado de relatar, entre otros, Ricardo Galli y Barrapunto, y que equivaldría, siguiendo una frase que he leído a un buen amigo, a dar una noticia sobre la existencia de contaminación en el agua de una ciudad, y documentar la noticia demostrando delante de la cámara como es de sencillo que una persona se acerque al depósito de agua de una ciudad y se ponga a orinar en él.
Y tercer, por una cuestión que lleva tiempo dándome vueltas en la cabeza: lo fácil y atractivo que resulta alinearse con procesos de negación colectiva, y contribuir a alimentar los mismos. Desde el punto de vista de la sociedad actual en general, la Wikipedia es algo inaceptable: no responde a la lógica en la que han sido educados, a los principios básicos de fiabilidad, reputación o valor económico. Es, para ellos, una “discordancia” contra la que es preciso “defenderse” mediante un proceso de negación: no puede ser tan buena, seguro que falla, ya verás como le encuentro un problema… automáticamente, personas en necesidad de recuperar su “equilibrio interior”, su “paz espiritual”, se ponen en busca de un error, de algo que les permita negar la mayor, negar el todo por una milésima parte. La negación colectiva es un proceso extensamente documentado en Sociología y Psicología: se relaciona con el herding effect, el comportamiento gregario, la necesidad de búsqueda de afirmación en el grupo. Y, en este caso, lo consigue claramente: cada una de las personas que estaban delante de unos de esos telediarios en los que se mintió e intoxicó descaradamente sobre la calidad de la Wikipedia repetirá esas mentiras unas cuantas veces, levantará la mano en clases y conferencias llevando la contraria a quien ose decir que la Wikipedia es fiable, y lo convertirá en conversación de café acompañado por muletillas del tipo “… y creían que una cosa que cualquiera podía editar llegaría a ser fiable, vaya panda de ingenuos…” El hecho de que las irresponsabilidades cometidas por TVE y Antena 3 en su emisión o por los cientos de vándalos posteriores fuesen arregladas en cuestión de pocos minutos gracias a la impagable labor de unos cuantos voluntarios no importa, lo importante es tener algo a lo que agarrarse para poder negar la mayor, sentirse mejor con una visión del mundo en la que cosas como la Wikipedia no pueden encajar, por mucho que hayan podido demostrar ya a lo largo de su existencia.
Los procesos de negación colectiva me parecen, desde un punto de vista académico, completamente fascinantes, y desde un punto de vista personal, completamente tristes. Y ya cuando ves que son alimentados por profesionales de los medios de comunicación de una manera tan clara como la de ayer, son para echarse a llorar.
Ayer, la verdad, aluciné viendo los telediarios. Concretamente, con la noticia referente a la Wikipedia. Primero, por la cantidad de errores, inexactitudes, clichés y estupideces que pueden llegar a decirse en un medio de comunicación a nivel nacional, de todo lo cual ha hecho una fenomenal recopilación Josu Mezo en su Malaprensa, “La CIA, el Vaticano y el coco malo nos atacan“.
Segundo, por la enorme irresponsabilidad cometida por algunos medios, concretamente TVE y Antena 3, al mostrar públicamente como vandalizaban la Wikipedia introduciendo deliberadamente en ella informaciones incorrectas, a lo que en algunos casos, siguieron oleadas de imbéciles siguiendo el ejemplo cual borregos e intentando hacer la misma estupidez. Algo que se han encargado de relatar, entre otros, Ricardo Galli y Barrapunto, y que equivaldría, siguiendo una frase que he leído a un buen amigo, a dar una noticia sobre la existencia de contaminación en el agua de una ciudad, y documentar la noticia demostrando delante de la cámara como es de sencillo que una persona se acerque al depósito de agua de una ciudad y se ponga a orinar en él.
Y tercer, por una cuestión que lleva tiempo dándome vueltas en la cabeza: lo fácil y atractivo que resulta alinearse con procesos de negación colectiva, y contribuir a alimentar los mismos. Desde el punto de vista de la sociedad actual en general, la Wikipedia es algo inaceptable: no responde a la lógica en la que han sido educados, a los principios básicos de fiabilidad, reputación o valor económico. Es, para ellos, una “discordancia” contra la que es preciso “defenderse” mediante un proceso de negación: no puede ser tan buena, seguro que falla, ya verás como le encuentro un problema… automáticamente, personas en necesidad de recuperar su “equilibrio interior”, su “paz espiritual”, se ponen en busca de un error, de algo que les permita negar la mayor, negar el todo por una milésima parte. La negación colectiva es un proceso extensamente documentado en Sociología y Psicología: se relaciona con el herding effect, el comportamiento gregario, la necesidad de búsqueda de afirmación en el grupo. Y, en este caso, lo consigue claramente: cada una de las personas que estaban delante de unos de esos telediarios en los que se mintió e intoxicó descaradamente sobre la calidad de la Wikipedia repetirá esas mentiras unas cuantas veces, levantará la mano en clases y conferencias llevando la contraria a quien ose decir que la Wikipedia es fiable, y lo convertirá en conversación de café acompañado por muletillas del tipo “… y creían que una cosa que cualquiera podía editar llegaría a ser fiable, vaya panda de ingenuos…” El hecho de que las irresponsabilidades cometidas por TVE y Antena 3 en su emisión o por los cientos de vándalos posteriores fuesen arregladas en cuestión de pocos minutos gracias a la impagable labor de unos cuantos voluntarios no importa, lo importante es tener algo a lo que agarrarse para poder negar la mayor, sentirse mejor con una visión del mundo en la que cosas como la Wikipedia no pueden encajar, por mucho que hayan podido demostrar ya a lo largo de su existencia.
Los procesos de negación colectiva me parecen, desde un punto de vista académico, completamente fascinantes, y desde un punto de vista personal, completamente tristes. Y ya cuando ves que son alimentados por profesionales de los medios de comunicación de una manera tan clara como la de ayer, son para echarse a llorar.
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