El censo catalogó unas 1.200 especies nuevas, incluyendo una langosta que pesa tres kilogramos.
El estudio, que ha sido calificado como el más completo de su tipo, involucró más de 2.700 investigadores de 80 países, que pasaron un total de 9 mil días en el mar en 540 expediciones.
"Este esfuerzo de cooperación internacional en este viaje al estilo siglo XXI ha definido de forma sistemática y por primera vez lo hasta ahora conocido, así como el vasto y desconocido espectro de los océanos", dijo Ian Poiner, jefe del Comité organizador del Censo, quien habló así ante una conferencia en Londres realizada para conmemorar "diez años de descubrimientos".
El profesor Poiner recordó que toda la vida de la superficie terrestre depende en última instancia de la vida oceánica.
"La vida marina provee la mitad del oxígeno y buena parte de los alimentos que consumimos, y además regula el clima. Aunque se estima que una buena parte del hábitat marino es desconocido, incluyendo al menos 750 mil especies marinas aún no descubiertas, tenemos mejor conocimiento de la vida marina", agregó el científico.
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Un estudio sin precedentes
La investigación, que ha tenido un costo de unos US$650 millones de dólares, involucró a unas 760 instituciones y fue lanzada en el año 2000 con el propósito de responder tres preguntas claves: ¿Qué vivió, qué vive y que vivirá en los océanos?El censo abarcó unos 17 proyectos de investigación, que incluyeron desde estudios sobre las barreras de corales hasta las cadenas montañosas de las profundidades del Atlántico.
Los científicos señalaron que, aún después de una década de exploración de los hábitats marinos del planeta, no es posible contar con estimados confiables del número total de especies.
Sin embargo, los investigadores identificaron 6.000 potenciales nuevas especies, de las cuales 1.200 han sido catalogadas.
Los científicos también elevaron la cantidad estimada de especies conocidas de 230.000 a 250.000.
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Nuevas tecnologías
Especies y rutas migratorias fueron catalogadas y los datos recopilados utilizando censores remotos, técnicas de monitoreo de aguas profundas y vehículos robóticos, entre otros. El uso de técnicas de ADN también permitió que los científicos tuvieran acceso a datos que de otra forma no hubieran podido obtenerse.
"Muchas tecnologías utilizadas en este censo podrían pronto formar parte de un monitoreo regular de los océanos dirigido a saber con certeza qué pasa en la vida marina", explicó el profesor Ron O'Dor, uno de los científicos que participó en el censo.
Otro de los investigadores, el profesor Paul Snelgrove, resaltó que aunque el primer Censo de la Vida Marina cumplió su cometido, todavía hay muchos retos.
Snelgrove recordó que aún conocemos más de la superficie de la luna que del fondo de los océanos, que continúan fuera del alcance de la tecnología satelital.
Sin embargo, recordó que cada vez surgen nuevas tecnologías que están permitiendo a los investigadores penetrar más y más las profundidades del mar.