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2010/10/06

Censo marino revela 1.200 nuevas especies

BBC Mundo

Un grupo de científicos dio a conocer en Londres el mayor estudio global de especies marinas jamás hecho, que reveló detalles de unas 250 mil especies marinas.
El primer Censo de la Vida Marina tomó unos diez años en realizarse y compiló la mayor base de datos de especies marinas desarrollada hasta el momento. Se espera que ésta sirva para determinar cómo la actividad humana está afectando áreas previamente inexploradas de los ecosistemas marinos.
El censo catalogó unas 1.200 especies nuevas, incluyendo una langosta que pesa tres kilogramos.
El estudio, que ha sido calificado como el más completo de su tipo, involucró más de 2.700 investigadores de 80 países, que pasaron un total de 9 mil días en el mar en 540 expediciones.
"Este esfuerzo de cooperación internacional en este viaje al estilo siglo XXI ha definido de forma sistemática y por primera vez lo hasta ahora conocido, así como el vasto y desconocido espectro de los océanos", dijo Ian Poiner, jefe del Comité organizador del Censo, quien habló así ante una conferencia en Londres realizada para conmemorar "diez años de descubrimientos".
El profesor Poiner recordó que toda la vida de la superficie terrestre depende en última instancia de la vida oceánica.
"La vida marina provee la mitad del oxígeno y buena parte de los alimentos que consumimos, y además regula el clima. Aunque se estima que una buena parte del hábitat marino es desconocido, incluyendo al menos 750 mil especies marinas aún no descubiertas, tenemos mejor conocimiento de la vida marina", agregó el científico.

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Un estudio sin precedentes

La investigación, que ha tenido un costo de unos US$650 millones de dólares, involucró a unas 760 instituciones y fue lanzada en el año 2000 con el propósito de responder tres preguntas claves: ¿Qué vivió, qué vive y que vivirá en los océanos?
El censo abarcó unos 17 proyectos de investigación, que incluyeron desde estudios sobre las barreras de corales hasta las cadenas montañosas de las profundidades del Atlántico.
Los científicos señalaron que, aún después de una década de exploración de los hábitats marinos del planeta, no es posible contar con estimados confiables del número total de especies.
Sin embargo, los investigadores identificaron 6.000 potenciales nuevas especies, de las cuales 1.200 han sido catalogadas.
Los científicos también elevaron la cantidad estimada de especies conocidas de 230.000 a 250.000.

Vea también: Lo más profundo del océano

Nuevas tecnologías


Especies y rutas migratorias fueron catalogadas y los datos recopilados utilizando censores remotos, técnicas de monitoreo de aguas profundas y vehículos robóticos, entre otros. El uso de técnicas de ADN también permitió que los científicos tuvieran acceso a datos que de otra forma no hubieran podido obtenerse.
"Muchas tecnologías utilizadas en este censo podrían pronto formar parte de un monitoreo regular de los océanos dirigido a saber con certeza qué pasa en la vida marina", explicó el profesor Ron O'Dor, uno de los científicos que participó en el censo.
Otro de los investigadores, el profesor Paul Snelgrove, resaltó que aunque el primer Censo de la Vida Marina cumplió su cometido, todavía hay muchos retos.
Snelgrove recordó que aún conocemos más de la superficie de la luna que del fondo de los océanos, que continúan fuera del alcance de la tecnología satelital.
Sin embargo, recordó que cada vez surgen nuevas tecnologías que están permitiendo a los investigadores penetrar más y más las profundidades del mar.

2010/08/04

El Mediterráneo es el mar más amenazado

Publico

Los centenares de científicos que han elaborado el primer estudio global sobre el estado de los océanos, desde el Ártico al Antártico, pasando por las aguas tropicales, han dictado un veredicto alarmante. El mar Mediterráneo es el más amenazado del planeta. Más, incluso, que el golfo de México, inundado por millones de litros de petróleo desde el pasado 20 de abril.
La lista de ultimátums parece inabarcable. La destrucción de su hábitat, la pesca sin control, la contaminación, el calentamiento global y la llegada masiva de abonos agrícolas y aguas residuales están golpeando a 17.000 especies que viven en este mar. "Y, probablemente, estas amenazas crecerán en un futuro, especialmente las asociadas al cambio climático y a la degradación del hábitat", según una de las coordinadoras del estudio, Marta Coll, investigadora del CSIC en el Instituto de Ciencias del Mar (ICM) de Barcelona.
Y hay más peligros. En 1984, los operarios del Museo Oceanográfico de Mónaco lavaron de manera imprudente un acuario en el Mediterráneo y liberaron a una bestia, la Caulerpa taxifolia, conocida como el alga asesina. La especie, típica de aguas tropicales y temible por su rápido crecimiento, ha creado una alfombra en el fondo marino próximo a más de media docena de países mediterráneos, expulsando a la Posidonia oceanica, que forma las praderas marinas en las que se alimenta la fauna. Algunos peces dependen de la Posidonia, como las vacas de la hierba. Y no es el único caso. Según el nuevo estudio, incluido en el proyecto internacional para elaborar un Censo de Vida Marina, un ejército de más de 600 especies foráneas ha invadido el Mediterráneo. Más de la mitad proceden del Mar Rojo y entraron por el Canal de Suez. Otras, un 22% del total, llegaron en barco desde otras regiones del mundo. Y una de cada diez procede de fugas en las granjas de acuicultura.
Las carambolas que pueden provocar estos invasores en el Mediterráneo son difícilmente calculables. Los autores del estudio, publicado hoy en la revista PLoS ONE, recuerdan el caso de la medusa Mnemiopsis leidyi, que llegó en barco a aguas europeas procedente del noroeste del Atlántico y, en 2009, se expandió desde Israel hasta España. En la década de 1980, esta medusa causó estragos en el mar Negro y provocó un colapso de las poblaciones de anchoa y graves pérdidas económicas.

Operación de salvamento

Muchas de estas especies invasoras proceden de aguas tropicales y se ven favorecidas por el calentamiento de las aguas. En la década de 1980, la temperatura de la superficie marina en la costa mediterránea oscilaba entre los 16,25 grados en la parte occidental y los 22,75 en la oriental. Sin embargo, los científicos calculan que alrededor de 2050 la temperatura superará los 24 grados en algunas zonas, según Bhavani Narayanaswamy, portavoz para Europa del Censo de Vida Marina.
"Algunas de las especies más amenazadas del Mediterráneo incluyen corales de aguas frías y profundas. Son incapaces de escapar del calentamiento del agua, así que sus poblaciones están disminuyendo", lamenta Narayanaswamy, que teme, incluso, "extinciones locales".
"Nunca antes se habían estudiado tantas especies y tanto espacio geográfico. Este trabajo debería ser un toque de atención para los políticos", demanda otro de los autores de la investigación, el biólogo Daniel Oro, del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados, en las islas Baleares. Lo más parecido a una operación de salvamento del Mediterráneo es la Iniciativa Horizonte 2020, lanzada hace cuatro años por la Comisión Europea. Su objetivo es muy ambicioso: reducir de manera drástica la contaminación. El propio Ejecutivo comunitario aporta cifras para comprender la magnitud del desafío. Más de 140 millones de personas viven en sus costas, y otros 175 millones visitan la región cada año. En 2025, la mitad del litoral mediterráneo estará urbanizado, sepultado por cemento. Según la Comisión, el 80% de las presiones que sufren los organismos marinos proviene de tierra firme. Más de la mitad de los núcleos urbanos de más de 100.000 habitantes carece de plantas de tratamiento de aguas residuales. Y el 60% de estas se tira directamente al mar.

Un enigma bajo el agua

Narayanaswamy, sin embargo, es escéptica. "No estoy segura de que reducir los vertidos de la industria, la agricultura y los desarrollos urbanos devuelva el ecosistema mediterráneo a lo que era", reflexiona. "No quiero decir que no se deba reducir la contaminación, hay que ponerse a ello lo antes posible. Pero no podemos asegurar cuándo volverán los hábitats que hemos destruido o las especies que se han desplazado. Puede que no vuelvan en lo que nos queda de vida", reconoce.
Para otro de los autores, Josep María Gasol, también del ICM, "lo más sorprendente ha sido comprobar que no se sabe nada". Los nuevos datos del Censo de Vida Marina hablan de 17.000 especies marinas descritas por la ciencia en la cuenca mediterránea, casi el doble que las últimas estimaciones. Sin embargo, el 75% de las especies que viven en las profundidades del mar Mediterráneo ni siquiera se conoce. Pueden extinguirse sin que nadie dé la voz de alarma.

2009/11/23

Explosión de vida en el mar más profundo

Fuente: Publico.

Hay mucha vida allí donde no llega la luz del Sol: 17.650 especies, para ser exactos. Son las cifras preliminares que adelantaron ayer responsables del Censo de la Vida Marina , un proyecto iniciado en 2000 que pretende catalogar todos los seres vivos que viven bajo el agua salada. Con la mayoría de los trabajos de campo ya finalizados, el informe final se presentará en octubre del año que viene.

Los datos publicados ayer se centran en las especies que viven y mueren en el mar profundo, por debajo de los 200 metros, donde la fotosíntesis ya no es posible. Pero la ausencia de luz como fuente de energía no es inconveniente para que haya una verdadera explosión de vida incluso mucho más abajo. Desde los 1.000 metros y hasta el fondo marino, los científicos han encontrado una variedad inesperada, con unas 5.700 especies y sumando.

El ser humano, apegado a la tierra, mira al mar como una masa de agua uniforme de cuya vida animal sólo conoce una ínfima parte, la más próxima a las costas o la traída por los pescadores. Pero, como dice Chris German, corresponsable de uno de los proyectos, "el mar profundo es el ecosistema continuo más grande de la Tierra y el mayor hábitat para la vida; también es el menos estudiado".

14 proyectos

El censo es tan ambicioso que tuvo que ser dividido en 14 proyectos diferentes. Cinco de ellos, los que presentaron datos ayer, han estudiado otros tantos ecosistemas en aguas profundas. Se trata de los márgenes continentales (las masas de agua colindantes con la plataforma continental), la dorsal atlántica (una cordillera que atraviesa en canal el Atlántico de norte a sur), las montañas oceánicas que salpican el planeta bajo el mar, las planicies abisales (una especie de estepa marina a entre 4.000 y 6.000 metros) y, por último, los ecosistemas quimiosintéticos, donde fuentes de agua ricas en compuestos químicos alimentan a las bacterias.

Las más de 5.000 especies descubiertas en estas zonas viven de la basura. Para ser más precisos, a falta de algas y plancton, muchos organismos comen la materia orgánica que cae de la soleada superficie: desde restos de grandes animales, como las ballenas, a detritus vegetal. El resto de la cadena se alimenta de ellos.

En el mar, la profundidad afecta a la diversidad y densidad de vida. "La abundancia es una función de la comida disponible y esta disminuye rápidamente con la profundidad", explica Robert Carney, corresponsable de Comarge , el proyecto que estudia los márgenes continentales. En esta zona, casi al alcance de la luz, es donde están las especies de mayor tamaño.

Otro factor que incide en la densidad biológica son las corrientes profundas que, procedentes de los polos, son ricas en oxígeno y por ende transportan comida. Por otro lado, si en superficie hay grandes bancos de peces (como ocurre en el Atlántico brasileño y frente a la cordillera de los Andes), debajo de ellos habrá muchas especies esperando sus restos.

Animales extraños

Las montañas, ya sean en la dorsal atlántica o elevaciones aisladas soportan la vida coralina. Sus laderas son oasis de vida. En ellas hay especies que, como el dumbo -una especie de pulpo con aletas-, son al mismo tiempo familiares y extrañas al ojo humano.

Pero la mayor parte del territorio marino la ocupa la planicie abisal. El lecho rocoso está cubierto de un fino manto de polvo fangoso. Podría parecer que nada vive aquí. Pero, sólo entre los copépodos (una subclase de crustáceos), los científicos han recogido 680 especímenes. Sólo siete eran conocidos. "La fauna abisal es tan rica en especies y tan poco estudiada que hallar una conocida es una anomalía", dice David Billet, del Centro Oceanográfico del Reino Unido.

Una de las responsables del ChEss , el proyecto centrado en la vida extrema en manantiales y fumarolas, es la española Eva Zoé Ramírez. La investigadora del Instituto de Ciencias del Mar del CSIC, en Barcelona, advierte de que no sólo se trata de hacer un catálogo de seres vivos; el censo quiere saber qué afecta a la vida de las profundidades. Aunque es pronto para medir su impacto, el calentamiento en superficie está cambiando las corrientes profundas que bajan el alimento. Y añade: "A largo plazo, el descenso del nivel de oxígeno de estas corrientes podría aumentar las zonas de hipoxia", estas sí, zonas verdaderamente muertas.

Cinco hábitats diferentes

En la frontera humana

Aunque la zona costera sólo supone el 10% de los océanos, concentra la mayor parte de la biodiversidad marina conocida por el hombre ya sea por su aprovechamiento pesquero o por el trabajo de los científicos . El proyecto COMARGE se centra en el estudio de la inmensa masa de agua que hay entre las diferentes zonas costeras y llega desde los 200 a los 6.000 metros de profundidad. Aquí predominan animales familiares como las medusas.

Corales y esponjas

Iniciado en 2005, el proyecto CenSeam , se ha dedicado a estudiar la flora y fauna de las montañas, algunas de gran altura, que esconde el mar. A una profundidad de 1.000 metros se pueden encontrar enormes jardines de corales en las laderas de estas montañas que, como las plantas, dan vida a otros pequeños animales como estrellas de mar o esponjas. Las corrientes les traen el alimento que necesitan.

Extrañamente familiares

El proyecto MAR-ECO pretende conocer el ecosistema creado en torno a la dorsal oceánica, una cordillera montañosa (con picos de más de 3.000 metros) que atraviesa el Océano Atlántico de norte a sur. En este tiempo han recolectado unas 1.000 especies, desde crustáceos hasta ballenas. Unas 40 eran nuevas para la ciencia, como varias familias de un extraño cefalópodo con aletas.

Bacterias químicas

El proyecto ChEss tiene una misión especial: estudiar la vida que surge junto a fuentes termales, filtraciones de agua fría o fumarolas volcánicas. La alta concentración de compuestos químicos aquí sirve de alimento a infinidad de bacterias que son la base de la cadena trófica. En la imagen, gusanos censados por ChEss a una profundidad de 4.000 metros. Pero, por su misión específica, estos oasis de bacterias están en diferentes altitudes y latitudes.

Vida en el fango
De las extensas planicies abisales (suponen el 30% del total de la superficie terrestre) se ha encargado el CeDAMar . Su objetivo era conocer la fauna que vive entre el polvo del lecho marino, inmediatamente encima o sobre él. Imaginado como un desierto, el fango rebosa de vida que se alimenta de lo que viene de arriba. De los cientos de especies abisales que han recopilado, más de 500, como los copépodos, eran desconocidas.

2009/11/14

Científicos alertan de la biopiratería en los mares

Fuente: Publico.

Laboratorios farmacéuticos, empresas de productos cosméticos, productores de alimentos infantiles o fabricantes de detergentes han vuelto sus miradas a los océanos en búsqueda de organismos y genes útiles para sus productos. En la actualidad ya hay solicitudes de patentes sobre 4.900 genes de organismos acuáticos y se han descrito más de 18.000 compuestos de origen marino con posible utilidad farmacéutica, señaló ayer Jesús María Arrieta, investigador del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA, UIB-CSIC).

Sin embargo, la propiedad de estos recursos marinos es una incógnita, ya que "en ocasiones se recogen de aguas internacionales, pero a menudo se obtienen de aguas de países menos desarrollados sin dar compensaciones a cambio y son víctimas de la biopiratería", apunta Arrieta, quien participó ayer en Madrid en un debate organizado por la Fundación BBVA. Ante esta situación, reclamó un marco normativo que regule la extracción de recursos genéticos del mar.

Océanos, sumideros de CO2

Por su parte, Carlos Duarte, profesor de investigación en el IMEDEA, destacó la importancia de los océanos como sumideros de dióxido de carbono (CO2), ya que frente a la tonelada que absorben los bosques amazónicos al año, los bosques marinos, como manglares o praderas submarinas, pueden capturar 17.

Sin embargo, estos bosques marinos están desapareciendo a un ritmo 10 veces más rápido que los amazónicos. Desde 1945 se ha destruido la mitad de estos ecosistemas, unos 300.000 kilómetros cuadrados, y según Duarte, la recuperación de estas praderas sumergidas ofrecería la capacidad de absorber el 10% de las emisiones del sector del transporte de todo el mundo.

Los factores que están destruyendo los manglares y las praderas submarinas son la pesca de arrastre, las barreras artificiales y el aporte excesivo de fósforos agrícolas.